En el corto plazo, los palos son más eficaces que la miel y el poder duro le gana al poder blando. Si quiero robar tu dinero con poder duro, puedo amenazarte con dispararte y llevarme tu billetera. No importa lo que pienses, consigo tu dinero inmediatamente. Para conseguir tu dinero con poder blando tendría que persuadirte de que me lo des. Eso lleva tiempo y no siempre funciona. Todo depende de lo que pienses. Pero si logro atraerte, el poder blando puede ser una forma mucho menos costosa de conseguir tu dinero. En el largo plazo, a veces la miel le gana a los palos.
De igual modo, en la política internacional los efectos del poder blando suelen ser lentos e indirectos. Podemos ver el efecto de las bombas y las balas inmediatamente, mientras que la atracción de los valores y la cultura tal vez solo se noten a largo plazo. Pero ignorar o descartar esos efectos sería un grave error. Los líderes políticos astutos saben, desde hace mucho, que los valores pueden crear poder. Si logro que desees lo que yo quiero, no tengo que obligarte a hacer lo que no quieres. Si un país representa valores que para otros son atractivos, puede ahorrar en el uso de premios y castigos.
La guerra en Ucrania está confirmando esas lecciones. El poder militar duro, por supuesto, dominó la batalla en el corto plazo. Las tropas rusas azotaron el país desde Bielorrusia en el norte y Crimea en el sur. La capacidad de Ucrania para proteger su capital, Kiev, y frustrar la invasión desde el norte dependió de su eficacia militar y de los errores del invasor.
Rusia busca ahora tomar el sur y el este de Ucrania. Está por verse que ocurrirá en esta fase de la guerra. En el corto plazo, el resultado dependerá de la fuerza militar —incluidos los equipos que le están proveyendo Estados Unidos y otros países de la OTAN— y del ejercicio de un poder económico duro y coercitivo. Aunque las amenazas de sanciones comerciales y financieras no disuadieron al presidente Vladímir Putin de lanzar su invasión militar, las sanciones impuestas tuvieron un impacto perjudicial sobre la economía rusa y la amenaza de acciones secundarias desalentó a países como China de brindarle asistencia militar.
Pero, si vamos a lo que nos concierne, el poder blando también tuvo su papel en el conflicto. Durante años los funcionarios estadounidenses habían presionado a Alemania para que abandonara el proyecto del gasoducto Nord Stream 2, porque con él Europa se tornaría más dependiente del gas natural ruso y su ruta por debajo del mar Báltico debilitaría a Ucrania. Alemania se negó, pero luego llegó la conmoción por la invasión rusa. Las atrocidades contra civiles tornaron a Rusia tan poco atractiva para la opinión pública alemana que el gobierno suspendió el gasoducto.
De manera similar, EE. UU. insiste desde hace mucho en que Alemania cumpla el compromiso de la OTAN de aumentar sus gastos anuales para la defensa al 2 % de su PBI. También en este caso Alemania le dio largas al asunto hasta la invasión, que la obligó a cambiar su posición prácticamente de la noche a la mañana.
Además, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski demostró ser especialmente hábil en el uso del poder blando. Cuando EE. UU. le ofreció sacarlo del país, respondió con la famosa frase de que necesitaba municiones, no un aventón.
La experiencia de Zelenski como actor de televisión le resultó muy útil. Con su vestimenta informal y comunicaciones continuas con los medios y parlamentos occidentales logró representar a Ucrania como un país atractivo y heroico. El resultado no solo fue la simpatía occidental sino también un aumento sustancial de los envíos del equipamiento militar que Ucrania necesitaba para las tareas de poder duro que debía encarar.
Además, la difusión de las atrocidades rusas contra civiles en lugares como Bucha, un suburbio de Kiev, redujeron el poder blando ruso y reforzaron la simpatía occidental hacia Ucrania. Habrá que ver los efectos a largo plazo del poder blando ruso. Los estados miembros de la ONU ya votaron para condenar las acciones rusas y expulsarla del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aunque casi un tercio —entre ellos, muchos países africanos— se abstuvieron.
Cabe destacar que la India, la mayor democracia del mundo, se abstuvo de criticar a Rusia. No quiere poner en riesgo su acceso al equipamiento militar de fabricación rusa, ni reforzar los vínculos rusos con China, a quien percibe como su principal amenaza geopolítica. En cuanto a China, aunque se abstuvo de votar en la ONU para condenar la invasión, sí votó contra la eliminación de Rusia del Consejo de Derechos Humanos y volcó sus formidables recursos mediáticos a apoyar la campaña propagandística de los rusos.
El resultado de esto a largo plazo dependerá en parte del resultado de la guerra. A veces, la memoria es corta. Por ahora, sin embargo, parece que Rusia y China sufrieron una pérdida de poder blando. En los meses previos a la invasión ambos países consolidaron su eje de autoritarismo y China proclamó que el viento del Este prevalecía sobre el viento del Oeste. Hoy ese eslogan resulta mucho menos atractivo.
(*) Profesor de la universidad de Harvard. Co-fundador, junto con Robert Keohane, de la teoría de la interdependencia compleja, desarrollada en el libro Poder e Interdependencia en 1977. Creó el concepto del "poder blando" y fue autor de numerosos trabajos en los últimos años, como "Is the American Century Over?" y "The Future of Power"
FUENTE: Project Syndicate