Martes, 11 Enero 2011 15:55

La Resolución de Año Nuevo para la Recuperación

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british_pound_vs_american_dollar_vs_euroEn el 2011 los estadounidenses deberían decidirse a ignorar a los políticos que piden austeridad

 

En el 2011 los estadounidenses deberían decidirse a ignorar a los políticos que piden austeridad

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El 2010 fue una verdadera pesadilla en ambas orillas del Atlántico en materia económica. La crisis en Irlanda y Grecia puso en cuestionamiento la viabilidad del euro e hizo más patente la posibilidad de un default de sus deudas. En Europa y en los Estados Unidos, el desempleo se mantuvo tercamente elevado en valores que giraban en torno al 10 por ciento. A pesar de que el 10 por ciento de los propietarios estadounidenses con viviendas hipotecadas han perdido sus hogares, el ritmo de las ejecuciones de hipotecas está en aumento –o al menos así parece, no si no fuera por los desmanejos legales que plantearon serias dudas sobre el tan promocionado "imperio de la ley" norteamericano–.

Por desgracia, las Resoluciones de Año Nuevo realizadas en Europa y en los Estados Unidos fueron equivocadas. La respuesta de los fracasos del sector privado y el libertinaje que han provocado esta crisis ha sido la demanda de austeridad hacia el sector público. La consecuencia será casi con seguridad una lenta recuperación y un tiempo todavía más prolongado antes de que el desempleo caiga a niveles aceptables. Asimismo, habrá una caída de la competitividad. Mientras China ha mantenido su economía en movimiento realizando inversiones en educación, tecnología e infraestructura, Europa y los Estados Unidos las han recortado.

Se ha puesto de moda entre los políticos predicar las virtudes del dolor y el sufrimiento. Es lógico, pues quienes tendrán que cargar el peso de ese dolor y sufrimiento son aquellos con poca voz –los pobres y las futuras generaciones–. Para poner a la economía en movimiento algunas personas tendrán, en efecto, que sufrir cierto grado de dolor. Pero la cada vez más inequitativa distribución del ingreso en los Estados Unidos nos da una guía clara sobre quiénes lo sufrirán. Aproximadamente una cuarta parte del total de los ingresos en los Estados Unidos está concentrado en el 1 por ciento de la población, mientras el ingreso de la mayoría de sus habitantes es hoy más bajo que hace poco más de una década atrás. En términos simples, muchos norteamericanos no participaron en lo que muchos han llamado la "Gran Moderación", pero que fue en realidad la Madre de Todas las Burbujas. Entonces, ¿deben ser las víctimas inocentes y aquellos que no ganaron nada durante esta falsa prosperidad quienes deban pagar todavía más?

Europa y los Estados Unidos tienen la misma gente talentosa, los mismos recursos y el mismo capital que tenían antes de la recesión. Tal vez se hayan sobrevalorado alguno de estos recursos, pero la mayor parte de ellos están, en gran medida, todavía allí. Los mercados financieros privados deslocalizaron el capital a escala masiva en los años previos a la crisis y el resultado de la subutilización de recursos ha sido aún mayor desde que la crisis comenzó. La pregunta es ¿cómo hacer que estos recursos se pongan a trabajar nuevamente?

La reestructuración de las deudas –dando de baja las de los propietarios y, en algunos casos, la de gobiernos– sería la clave. Esto ocurrirá, eventualmente. Pero las demoras serán muy costosas –y largamente innecesarias–.

Los bancos nunca hanquerido admitir los volúmenes de sus préstamos incobrables y ahora no quieren reconocer sus pérdidas, al menos hasta que puedan auto recapitalizarse adecuadamente por medio de beneficios comerciales y la enorme brecha existente entre sus altas tasas de interés para otorgar préstamos y los bajos costos que estos les significan. El sector financiero presionará a los gobiernos para asegurarse los pagos completos de los préstamos, aún cuando eso signifique una catástrofe social masiva, enorme desempleo y gran angustia social –y aún cuando esto sea consecuencia de sus propios errores en el otorgamiento de esos préstamos–.

Pero como sabemos por experiencia, hay vida luego de la reestructuración de una deuda. Nadie desea el trauma que la Argentina debió atravesar entre 1999 y 2002, o cualquier otra nación. Pero este país ya venía sufriendo desde años anteriores a la crisis –años de rescates del FMI y políticas de austeridad– con alto desempleo, elevadas tasas de pobreza y un crecimiento bajo o negativo.

Desde la reestructuración de la deuda y la devaluación de su moneda, Argentina ha tenido años de un crecimiento del PBI extraordinariamente veloz, con índices anuales cercanos al 9 por ciento desde 2003 al 2007. Para el 2009, el ingreso nacional había llegado al doble de lo que era hacia el pico de la crisis en el 2002 y más del 75 por ciento por encima del máximo, previo al inicio de la crisis.

Del mismo modo, los índices de pobreza de la Argentina han caído un 75 por ciento desde el pico máximo y el país ha navegado la crisis financiera global mucho mejor de lo que lo han hecho los Estados Unidos –el desempleo es alto, pero aún así sólo alrededor del 8 por ciento–. Sólo podemos conjeturar qué habría pasado si no hubieran aplazado la hora de la verdad durante tanto tiempo –o si hubiesen demorado todavía más–.

Así que, este es mi deseo para el nuevo año: que dejemos de prestarle atención a los así llamados "magos de las finanzas" que nos metieron en este desastre –que ahora piden auteridad y que se posponga la reestructuración– y que comencemos a usar un poquito el sentido común. Si hay dolor para poder renacer, que lo sufran aquellos que fueron responsables de esta crisis y aquellos que más se beneficiaron de la burbuja que la precedió.

 

(*) Premio Nobel de Economía y Profesor de la Universidad de Columbia

El original fue publicado en Project Syndicate, 2011

Versión original del artículo disponible aquí

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