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Domingo, 26 Octubre 2025 06:59

Octubre, otra vez Destacado

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De regreso a Octubre
(desde Octubre)
Sin un estandarte de mi parte…
Te prefiero igual, Internacional.

“Fuegos de Octubre” - Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

Llegamos a la elección de medio término en un clima extraño para el oficialismo gobernante, lo cual se demuestra en una semana pródiga en hechos que lejos están de mostrar un libertarismo consolidado para lo que viene: ministros que adelantan renuncias, peleas internas a cielo abierto (con violencia física incluida) y anuncios presidenciales de acuerdos posteriores a lo que suceda en la noche del domingo una vez que se abran las urnas. Si nos manejáramos por sensaciones, algo que relativiza a cualquier análisis político que se precie, podríamos afirmar que desde Balcarce 50 se están preparando para una derrota y, junto con ello, pasar rápido de pantalla. Pero nadie pierde ni gana elecciones de antemano y, por lo tanto, corresponde esperar a que los hechos se desarrollen en tiempo y forma. 

Sí ha quedado claramente establecido, mientras se intensifica el rol del banco J. P. Morgan en el Gobierno y se somete a las decisiones del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, que la idea de pintar el país de violeta quedará en todo caso para una mejor ocasión. Ha sido el propio presidente Javier Milei quien reconoció que estábamos frente a un escenario de empate técnico (algo parecido afirmaba unos días antes de la elección en la provincia de Buenos Aires) y es por ello que ya ha anunciado una segunda versión de la ley Bases, con reformas laborales, impositivas y previsionales incluidas y el reinicio del diálogo con los gobernadores anteriormente aliados.

De todas formas y con el intento de no romper la veda electoral vigente (escribimos estas líneas en una mañana lluviosa de sábado) digamos que más allá de las suposiciones existen tres ejes a trabajar de cara a lo que viene: el nivel de ausentismo, la novedad que supone la boleta única de papel (BUP) y las lecturas que podrán hacerse de los resultados a partir de lo que “descubramos” en la noche del domingo.

Participación. 

Hasta la elección de setiembre en la provincia de Buenos Aires, se habían desarrollado siete elecciones locales, la mayoría de medio término. En todas habían prevalecido dos datos: la escasa potencia electoral violeta (con candidatos propios sólo triunfó por unos pocos puntos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y un bajo nivel de participación. 

Esta última circunstancia intentó ser explicada desde el desinterés que supone una elección para cargos legislativos y cierto hartazgo social en tener que votar cada dos años. A partir de allí surgieron multiplicidad de voces (oficialismos incluidos) que planteaban la necesidad de eliminarlas (habría que reformar la constitución) porque metían “ruido” en la economía. Si el problema de la macro es que la ciudadanía se exprese en una sociedad que se aspira como democrática, será la macro la que deba cambiarse y no la posibilidad de la emisión del sufragio. Cuestión de valores.

La sabiduría de los constituyentes del 53’ parece haberse reflejado en el hecho de reconocer implícitamente que las sociedades cambian de humor de acuerdo a multiplicidad de razones y que las fotos sociales que supone el día de votación no resultan estáticas durante cuatro años. ¿O alguien puede suponer con datos reales que los escenarios 2023 / 2025 son exactamente iguales?

Pero esa coyuntura de baja participación pareció cambiar con la elección bonaerense. Con una asistencia cercana al 65% la discusión desapareció del Ágora mediático político, aunque desde el mundillo violeta se explicó que las razones de su derrota debían buscarse, entre otras, en que buena parte de su núcleo duro se había quedado en su casa.  

Si debiéramos arriesgar un pronóstico, a riesgo de mezclar deseo con realidad, desde esta columna nos animamos a afirmar que la elección de este domingo 26 contará con una asistencia promedio a lo que sucede en cada proceso de medio término. El argumento es sencillo: la polarización activa la participación, estrategia que desde el libertarismo se ha azuzado desde comienzos de año, cuando imaginaba otra solidez política para esta etapa del año, convite que aceptó el peronismo, siendo la única fuerza que desde el 10 de diciembre de 2023 se mostró contraria a todo lo que expresa el libertarismo como propuesta política. 

En formato de adenda, digamos que en el contexto actual, nadie puede afirmar que la ancha avenida del medio que intenta recorrer la dirigencia de Provincias Unidas se convierta en un fracaso en sí mismo (se esperan buenos números en aquellos territorios donde gobiernan sus principales popes), pero habrá que ver cuánto traen de novedad para que pueda convertirse en un espacio estratégico de poder de cara a 2027, debiendo insistir con que, su objetivo de mínima, radica en convertirse en un bloque consolidado y estratégico de cara a garantizar la gobernabilidad libertaria. Buenos interlocutores con los residentes en la embajada de calle Colombia al 4300, allí en Palermo, no le faltan.

La Boleta Única de papel. 

Objetivamente, para los santafesinos, que vivimos desde hace más de treinta años en una especie de laboratorio de ensayo electoral permanente a cielo abierto (Ley de Lemas, PASO, Boleta Única de papel) y el cual ha sabido proyectar a nivel nacional, el nuevo instrumento de votación no parece un problema en sí mismo ya que, aunque con otro formato, lo utilizamos desde las elecciones a gobernador de 2011. 

En favor de la boleta nacional debemos afirmar que fomenta menos la atomización que la versión santafesina ya que los cargos en disputa están en un mismo cuerpo y no en boletas separadas. El Estado nacional mostró poco de la novedad en formatos explicativos y fueron los partidos que, por obvias necesidades, hicieron docencia sobre cómo adherir a cada uno de sus candidatos. 

Un dato como al pasar: la BUP nacional tiene el mismo defecto que la santafesina. No muestra la totalidad de los nombres que integran la lista que el elector vota, negándose una información que se supone esencial, y más allá de que la totalidad de los nombres propios aparezcan en afiches en la entrada del aula de votación.

Efectivamente, una de las dudas de cara al día domingo redunda en cómo impactará el cambio de instrumento de votación teniendo en cuenta que buena parte de la ciudadanía no suele prestar atención a “novedades” de este tipo.

Lectura de los resultados.

Va de suyo que, como toda elección, los números que conozcamos a partir de las 21hs del domingo tendrán impacto en el corto, en el mediano y en el largo plazo, los cuales se interpretarán respecto de lo que suceda en cada provincia (lo local), de cómo quede conformado el parlamento a partir del 10 de diciembre (poder parlamentario real) y del resultado total de la elección (subjetividad).

En el plano de lo local, de alguna manera cada provincia pone en discusión la potencia política de sus liderazgos. Por poner ejemplos cercanos: corresponde saber si en Buenos Aires se repetirán los números de setiembre; si en Córdoba el voto fernet libertario de 70/30 sigue presente, si se reconfigura con la vitalidad política de Juan Schiaretti o con la novedad que podría traer consigo Natalia de la Sota. En Santa Fe, por su parte, asistimos a la duda trepidante de si reaparecerá un escenario de tercios, circunstancia que se rompió en 2023 o si asistimos a un proceso de polarización donde el tercero aparezca a una distancia considerable.

Algo de lo último tal vez lo pueda responder Maximiliano Pullaro, quien anduvo probando el peronómetro (nada más antiperonista que decir quién es un buen y un mal peronista), mientras negaba la otredad que supone el kirchnerismo, a la par de mostrarse nervioso y fuera de eje en un canal de streaming en donde su interlocutor cometió el pecado de repreguntar. En el enojo del politólogo de origen radical no se privó de amenazar con jury de enjuiciamiento para la fuente del periodista. Son los problemas de acostumbrarse a una prensa adicta y a su disposición, en una provincia donde la concentración de medios es tal, que, como hemos contado en otras ocasiones, Héctor Magnetto resulta un aprendiz.

La segunda cuestión que interesa (tal vez sea la más importante) refiere a cómo quedará conformado el Congreso a partir del 10 de diciembre de este año. En su deterioro político, el libertarismo pasó de la potencia que suponía ganar en toda la línea a conformarse con mantener un tercio de legisladores propios y cercanos, lo cual le permita mantener los vetos que bloquean la acción parlamentaria que no le es afín.

Esa es su máxima aspiración para la noche del domingo y es por ello que desde el oficialismo se anunció de antemano un recambio ministerial que ya empezó a producirse con las renuncias anunciadas unilateralmente por Gerardo Werthein y Mariano Cuneo Libarona y un diálogo con gobernadores que tal vez hagan buenas elecciones en cada comarca.

Como agregado casi de color, habrá que adelantar que el mundillo violeta saldrá a reivindicar una supuesta mejora ya que obtendrán más escaños propios que con los que cuenta hasta ahora. Pero que nadie se coma la curva: esos diputados que probablemente obtenga en la suma, le discuten la clientela política a un espacio como el PRO que ha quedado atrapado por una intrascendencia que algunos, audaces, refieren como de ocaso.

Y, finalmente, digamos que, más allá de la racionalidad de los números y de cómo quede constituido el parlamento nacional, habrá una lectura de derrota o triunfo en función de mirar a la elección como un único distrito, cuestión que no corresponderá metodológicamente pero que el conjunto del sistema político económico prestará especial atención en los días sucesivos. La subjetividad en política, a veces, puede resultar constitutiva.

Allá por comienzos de los 80’ el dúo Solari – Beilinson nos contaban que sin un estandarte, sin identificación, sin una pertenencia per se, nos “prefería internacional”. Era un contexto distinto, donde ciertas utopías no se circunscribían a los límites del territorio nacional. Cuarenta años después, mientras el mundo parece estar al revés, nos abrazamos a nuestros estandartes como forma de defensa de todo aquello que está en riesgo o que se perdió. Los octubres nunca fueron inocuos. Este, aunque sin sueños de revolución, ni aparición en escena de la patria sublevada a cuestas, no será la excepción.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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