La situación de Europa en relación al flujo masivo de inmigrantes en el último tiempo es alarmante. La realidad social empuja a estas personas a huir de sus países y emprender un nuevo camino, mientras que las respuestas de los gobiernos centrales de los países europeos parecen no poder dar cuenta de la coyuntura, ni dar respuestas certeras a estos millones de individuos que no tienen sus necesidades básicas cubiertas.
El número de inmigrantes y refugiados desde el Mediterráneo ha crecido exponencialmente en los últimos meses. Uno de los principales focos de atención se encuentra en Grecia. Si bien la crisis económica del Estado griego puede explicar el aumento de los flujos de inmigración intra-europeos, el grueso de los refugiados proviene de países árabes, principalmente Siria. Los problemas generados por el actual conflicto sirio, sumados al alarmante avance del ISIS en Medio Oriente, han inducido a millones de personas a trasladarse a la Unión Europea, con el deseo de asentarse allí.
El gobierno húngaro anunció que planea construir una valla de 175 kilómetros de largo y cuatro metros de alto en su frontera con Serbia para evitar la entrada de inmigrantes.
Grecia se ha visto así ahogada por las necesidades de los recién llegados e incapaz de responder a ellas, en gran medida debido a la crisis económica que atraviesa. Generalmente, el territorio griego es un paso hacia el centro de Europa y la crisis humanitaria es evidente.
La situación resulta preocupante si se analiza la conducta de los estados centrales a la hora de lidiar con estas problemáticas tan complejas. Macedonia decretó el estado de emergencia ante la llegada masiva de exiliados y refugiados en su frontera sur, lindante con Grecia. Al aumento de la presencia militar, se le sumó un cierre parcial de los puntos de ingreso al país y la presencia de diversas ONG y gabinetes de crisis para afrontar la situación humanitaria de estas miles de familias atascadas. De acuerdo al portavoz del Ministerio del Interior macedonio, Ivo Kotevski, las fronteras del país están desbordadas por la gran afluencia de personas, en su mayoría refugiados que pretenden atravesar el país para continuar su viaje al centro y norte de Europa.
Hungría también ha tomado medidas extraordinarias. El gobierno húngaro anunció que planea construir una valla de 175 kilómetros de largo y cuatro metros de alto en su frontera con Serbia para evitar la entrada de inmigrantes. Asimismo, se decretó la polémica decisión de no aceptar más demandantes de asilo enviados por otros países europeos en seguimiento de la normativa, lo que provocó una petición de explicaciones por parte de la Comisión europea. Esta situación violaría los Acuerdos de Schengen, que suprimen las barreras fronterizas entre los Estados miembro de la Unión Europea. En el caso húngaro, se centra la atención en la frontera serbia, que se entiende como la más vulnerable: entre enero y marzo de 2015 más de 32.000 personas solicitaron asilo, previa llegada a territorio húngaro, de los cuales más de 22.000 procedían de Kosovo.
Italia también se encuentra en el foco de las miradas, aunque la composición demográfica varía sustancialmente con respecto a los casos griego y húngaro. El flujo de inmigrantes en las costas italianas se concentra principalmente en africanos de la región Subsahariana.
Si bien Naciones Unidas advierte desde hace meses de la explosiva situación de la inmigración en Grecia y del constante aumento de las llegadas, el foco se mantuvo en Italia debido a los frecuentes naufragios y a la elevada cifra de muertos entre los inmigrantes que intentaban cruzar desde Libia. El Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo recibe a diario decenas de embarcaciones abarrotadas de personas, en condiciones de salud preocupantes. A ello se le suma el complejo abordaje hacia el tráfico de inmigrantes y la criminalidad que conlleva este tipo de negocios ilegales, ya que se calcula que el pago para poder ser trasladado a territorio europeo desde África del Norte ronda los 2000 dólares por persona.
Toda esta situación sumamente compleja se desarrolla en un marco de heterogéneas respuestas por parte de cada país europeo. El gobierno alemán ha declarado recientemente la necesidad del tratamiento y abordaje comunitario del reparto y atención a los inmigrantes. Sin embargo, los estándares de protección difieren considerablemente entre países en Europa. Mientras que en algunos existen marcos legales muy avanzados, en otros los sistemas de protección y asilo aún se encuentran en fase de desarrollo.
La adopción en junio de 2013 de unas leyes actualizadas sobre el derecho de asilo de acuerdo con el del Sistema Europeo Común de Asilo (SECA) ha supuesto un avance importante en materia de protección de los refugiados. De todos modos, la coyuntura actual necesita de un impulso significativo por parte de las autoridades europeas, a la hora de dar respuesta a estas problemáticas que exceden a la normativa vigente.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales de la Fundación para la Integración Fedeal