Rusia ha dado una nueva vuelta de tuerca en su presión militar contra Ucrania bloqueando los accesos a los puertos ucranianos de Mariúpol y Berdiansk, en el mar de Azov. Este nuevo agravamiento de la crisis en los dos mares que rodean Crimea, el Negro y el de Azov, se produce después de que el domingo navíos guardacostas rusos apresaran tres barcos de la Marina ucraniana y a sus respectivas tripulaciones. El presidente ucraniano, Piotr Poroshenko, ha pedido ayuda a la OTAN para frenar la agresividad de Moscú.
El ministro de Infraestructuras de Ucrania, Vladímir Omelián, ha denunciado hoy a través de su cuenta de Facebook el bloqueo por parte de buques rusos de la entrada y salida de embarcaciones en Mariúpol y Berdiansk. Según Omelián, hay 35 barcos ucranianos inmovilizados y sólo a los de bandera rusa se les permite surcar el mar de Azov hacia sus puertos.
El ministro ha señalado además que hay 18 buques esperando para poder entrar en el mar de Azov desde el mar Negro, con destino a Mariúpol y Berdiansk, y 9 que, al contrario, quieren salir a través del estrecho de Kerch. «El objetivo es sencillo. Imponiendo un bloqueo en los puertos ucranianos del mar de Azov, Rusia confía en expulsar a Ucrania de su propio territorio, un territorio que es nuestro de acuerdo con las leyes internacionales», sostiene Omelián.
Horas antes, en declaraciones al diario germano «Bild», Poroshenko pidió ayuda a la Alianza. «Alemania es uno de nuestros aliados más estrechos y esperamos que dentro de la OTAN haya estados dispuestos a enviar buques militares al mar de Azov para apoyar a Ucrania y garantizar la seguridad», dijo el líder ucraniano.
A su juicio, «no podemos tolerar esta política agresiva de Rusia. Primero fue Crimea, después el este de Ucrania y ahora quiere el mar de Azov. Alemania debería preguntarse qué será lo próximo que hará Putin si no le frenamos». Poroshenko ha exigido además a Rusia que libere de inmediato a los 24 marinos ucranianos capturados el domingo y acusa a Kremlin de pretender «la anexión de toda Ucrania».
Pero en Moscú niegan que exista bloqueo alguno en el mar de Azov. El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, acaba de asegurar que «el estrecho de Kerch está abierto al tráfico marítimo, incluyendo a los barcos ucranianos». El miércoles, el presidente ruso, Vladímir Putin, dio la razón a los guardacostas rusos que actuaron contra las naves ucranianas por «violar» las aguas territoriales rusas.
En 2003, cuando Crimea todavía pertenecía a Ucrania, Moscú y Kiev firmaron un acuerdo que regula el tráfico marítimo a través del estrecho de Kerch y su utilización conjunta, pero la nueva situación de la península anexionada lo invalida de facto. Tras la construcción del puente de Crimea, Rusia ha intensificado la vigilancia por miedo a actos de sabotaje y exige que se comunique con antelación el itinerario de los barcos que quieran entrar o salir del mar de Azov. En la práctica, Rusia se ha hecho con el control total de la navegación pese a que el mar de Azov pertenece también a Ucrania.
Poroshenko firmó ayer la ley aprobada por el Parlamento que instaura el estado de guerra en 10 provincias del país por espacio de un mes. El martes por la noche, Poroshenko alertó que Rusia ha concentrado tropas en varios puntos junto a la frontera ucraniana. «Existe la amenaza de una guerra total», afirmó. El presidente ucraniano dijo que, tras el incidente en el estrecho de Kerch, "intenté hablar con Putin por teléfono, pero me fue imposible (...) tuve que pedirle a Merkel que lo hiciera ella de mi parte". Hoy, Peskov ha dicho que «Rusia no necesita mediadores para hablar con Ucrania». Pero lo cierto es que Putin no da señales de querer dialogar con su homólogo ucraniano.
Rusia refuerza ya el dispositivo de defensa antiaérea en Crimea. Según el coronel Vadim Astáfiev, portavoz de la región militar sur de Rusia, se trata de una división de misiles S-400, los más avanzados en misiones de intercepción aérea, y «entrarán en servicio próximamente». En la península hay desplegadas ya tres divisiones con este tipo de cohetes, capaces de abatir al mismo tiempo varios objetivos a una distancia de 400 kilómetros y a una altura de hasta 30 kilómetros. Hay planes también de construir en la península para 2019 una nueva estación de radar de alerta temprana antimisiles.
FUENTE: ABC
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Mariana Vera