Miércoles, 07 Noviembre 2012 13:06

OBAMA REELECTO

Valora este artículo
(0 votos)

obama-country-cassidy1En la madrugada de ayer se pudo asistir a una victoria para Obama y de los Estados Unidos de Obama. Por JOHN CASSIDY

 

En la madrugada de ayer se pudo asistir a una victoria para Obama y de los Estados Unidos de Obama.

________________________________________________

obama-country-cassidy1Sólo Karl Rove podía retrasar lo inevitable durante tanto tiempo. A las once y media de la noche, poco después de que todos los medios de Ohio habían proclamado vencedor al presidente y, a partir de ello, otorgando la relección a Obama, el hombre que George W. Bush solía llamar Blossom Turd (término texano que refiere a una flor que crece desde el excremento vacuno) se opuso, en vivo y al aire, a la decisión de Fox News a ir con la corriente y aceptar la victoria de Obama. Fue un extraño cachetazo público a la alianza entre el partido Republicano y Fox News y, evidentemente, alguien en Boston, en el bunker republicano, estaba escuchando. Citando la posibilidad de un cambio de última hora en Ohio, la campaña de Romney se negó durante una hora, más o menos, a admitir que todo había terminado.

Finalmente, poco antes de la una de la mañana, un Romney de aspecto cansado se acercó a la tribuna y pronunció un discurso admitiendo la derrota que fue corto pero lleno de gracia, en la que hizo un llamamiento a los republicanos y los demócratas a "trabajar juntos por el bien de la nación". Elogió a su antiguo rival como un hombre de familia, y en dos ocasiones dijo que iba a estar orando por él para que pueda guiar a la nación con éxito. Dio las gracias a Paul Ryan, y dijo con nostalgia de su esposa, Ann: ". Ella habría sido una primera dama maravillosa"

Mientras Romney hablaba, las cifras que se mostraban en la parte inferior de la pantalla decían que, con setenta y siete por ciento de los votos escrutados, el voto popular nacional estaba empatado en cuarenta y nueve por ciento. Sin duda, California y el resto de la costa oeste aún no habían escrutado todos los votos, lo que significaba que este número seguramente se movería en favor del Presidente. Aun así, el hecho es: en términos de números en bruto, ha sido una carrera bastante cerrada. Sin embargo, eso no es lo que parecía. Tras una campaña diabólicamente eficaz, cosechando votos exactamente donde los necesitaba, Obama había recorrido un camino que le otorgaría una considerable mayoría en el colegio electoral. Romney parece haber perdido Florida por un uno por ciento, perdió Ohio y Virginia por un dos por ciento, y Colorado por tres por ciento. De haber ganado estos cuatro estados, seguramente hubiera sido el próximo presidente.

En otros lugares, sin embargo, Obama tuvo un desempeño un poco mejor de lo esperado, especialmente en el Medio Oeste. Desde Pennsylvania y Michigan a Iowa, ganó con comodidad. Un país dividido políticamente como Estados Unidos tiene varios "estados Bellwether" (estos son estados cuyo resultado coincide con el partido que gana las elecciones), y todos ellos se ubican en la región industrial que rodea los Grandes Lagos. Dejando a un lado Indiana, que es un caso especial, Obama se quedó con todos ellos. ¿Fue debido al rescate de la industria automotriz? ¿Bain Capital? ¿La "Guerra contra las mujeres" del partido Republicano? ¿La recuperación del mercado de valores y el mercado de la vivienda? Probablemente todos fue debido a todos ellos.

Mientras Obama se dirigía al centro de convenciones McCormick Place en el centro de Chicago para saludar a sus seguidores, los "expertos" ya estaban compitiendo para predecir lo que sucedería a continuación: dos años más de estancamiento político en Washington; una guerra civil dentro del Partido Republicano mientras los moderados que se vieron silenciados durante años finalmente tendrían la chance de arremeter contra Sarah Palin y Grover Norquist; un Presidente fortalecido listo para llegar al otro lado de la línea divisoria de las partes; un auge en la industria del turismo de Colorado debido a que los marihuaneros de todo el mundo acudirían a las Rockies Mountains para drogarse. (Una iniciativa de ley en ese estado para legalizar la marihuana fue aprobada por el cincuenta y tres por ciento contra el cuarenta y siete por ciento.)

¡Paren un minuto, todos ustedes! ¿Quién sabe lo que depara el futuro? Por ahora, vamos a tomar conciencia de lo que ha pasado que es lo suficientemente histórico. Por quinta vez en las últimas seis elecciones presidenciales, los demócratas han ganado el voto popular. Por segunda vez consecutiva, los estadounidenses han elegido a un hombre negro, el mismo hombre negro, como Presidente. En todo el país, los extremistas republicanos como Todd Akin y Richard Mourdock han sido repudiados. Los residentes de Maryland y Maine (y probablemente los del estado de Washington, también) han votado a favor de la legalización de los matrimonios homosexuales. Los Estados Unidos de 2012 no se han convertido en Escandinavia, pero no es los Estados Unidos de 2010; y el Tea Party tampoco. Teniendo en cuenta que la elección pasó exclusivamente por la publicidad negativa y por enfoques implacablemente focalizados, fue un triunfo de la moderación sobre el extremismo, la tolerancia sobre la intolerancia y el futuro políglota por sobre el pasado monocromático.

Las encuestas de boca de urna contaron, en gran medida, la historia. Entre los sectores que van desde los 19 a los 29 años de edad, Obama ganó por el sesenta por ciento de los votos. Obtuvo el noventa y tres por ciento del voto negro, el setenta y un por ciento del voto hispano, y setenta y cinco por ciento del voto asiático. Cincuenta y seis por ciento de las mujeres votaron por él, al igual que sesenta y tres por ciento de las personas solteras, dos tercios de los votantes no religiosos, y alrededor de las cuatro quintas partes de los gays y las lesbianas. Romney se quedó con el cincuenta y nueve por ciento de los votantes blancos (hombres y mujeres), la mayoría de los estadounidenses de cuarenta y cinco o más, y cincuenta y siete por ciento de las personas casadas. En términos ideológicos, Obama forjó un camino hacia la victoria de contenido liberal-moderado. A pesar del pronunciado viraje hacia el centro, post Convención Nacional, Romney no pudo llegar a suficientes moderados. En ese grupo, Obama se llevó el cincuenta y siete por ciento de los votos.

Incluso con una tasa de desempleo cercana al ocho por ciento y una tasa de aprobación no muy destacada, el Presidente fue capaz de salir adelante. Para sorpresa de pocos, cuando llegó al podio en medio de ensordecedores gritos de "Cuatro años más", dio las gracias al "mejor equipo de campaña en la historia de la política" y, en caso de que alguien tuviese dudas repitió, "el mejor". Obama también devolvió los elogios de Romney, agradeció a Joe Biden llamándolo el "Guerrero feliz" —un apodo que perteneció al presidente Hubert Humphrey— y le dijo a su esposa que nunca la había amado tanto, o haber estado más orgulloso de ella. (Si eso no le gana unas cuantas rondas más de golf con sus amigos, no sé qué lo hará.) Por alguna razón, se olvidó de dar las gracias al [conservador gobernador de New Jersey] Chris Christie. (Tal vez pensó que el haberle dado el número de teléfono de Bruce Springsteen fue suficiente.)

A partir de ahí fue a lo sustancial —otra promesa de tratar de cooperar con los republicanos, que dio a los periodistas para que puedan escribir sobre algo— y la elevada retórica, que fue mucho más del estilo de la Convención de Charlotte del 2008 que la de Denver del 2012. Elogió la historia del país y su diversidad, afirmando: "No importa si eres negro o blanco o hispano o asiático o nativo americano o joven o viejo o rico o pobre, capacitado o discapacitado, homosexual o heterosexual, tu puedes tener éxito aquí en Estados Unidos, si estás dispuesto a intentarlo". Incluso se atrevió a resucitar su mantra de hace cuatro años: la esperanza. "Creo que podemos aprovechar este futuro juntos, porque no estamos tan divididos como sugiere nuestra política", dijo. "No somos tan cínicos como afirman los expertos".

Con su esposa y sus hijas a su alrededor, y su cabello recién cortado —en la jerga de las viejas barberías británicos, tenía un nuevo "Number One"— el hombre del que tanto se ha escrito y dicho pareció reenergizado y más joven que sus cincuenta y un años. Siempre un competidor, estaba claramente disfrutando de su victoria. Un experto verdaderamente cínico podría haber señalado que fue él quien realizó una campaña cínica, transformando la elección en un referéndum sobre su gestión, que necesitaba a Bill Clinton para que lo ayude a defenderla. En un referéndum sobre la idoneidad de Mitt Romney y los republicanos para ejercer el poder, mientras dice relativamente poco sobre lo que haría en su segundo mandato. Pero esta no era una noche para pequeñeces. En un choque de visiones, valores y conflicto de intereses económicos, lo más importante es ocupar el poder, y dejar al otro equipo afuera. Frente a un contexto de lento crecimiento económico y las contribuciones de campaña prácticamente ilimitadas, la campaña de Obama adoptó todas las tácticas necesarias para derrotar a la oposición. El candidato les dio rienda suelta. No fue bonito o edificante, pero funcionó. En algún lugar allá arriba (o allí abajo) Lee Atwater, el santo patrono de las campañas negativas, está asintiendo con la cabeza en señal de aprobación.

Sería un error, sin embargo, finalizar hablando de la mecánica de la campaña. Aunque los intercambios del día a día fueron a menudo triviales, la dinámica subyacente de la elección fuer muy seria, y todo el mundo sabía que era así. Como ambos candidatos han dicho en repetidas ocasiones, se trataba de qué clase de país queremos ser. Ahora, el público estadounidense ha dictado una sentencia. Por una mayoría pequeña, pero significativa, ha rechazado la visión insular, que mira hacia atrás y que alimenta a los ricos; al extremismo republicano de hoy, aun cuando ese extremismo tiene un abanderado que es relativamente moderado —o, al menos flexible—. Se ha reelegido a un Presidente, que, a pesar de sus defectos, trató de abordar durante su primer mandato algunos de los problemas más grandes que enfrenta el país, y lo hizo con un espíritu de pragmatismo y de civilidad que Mitt Romney, que gobernó Massachusetts, habría apreciado.

Puede que haya más rencor y paralización en el futuro. Pero ayer el lado correcto ha ganado. 

 

FUENTE: The New Yorker

TEMAS RELACIONADOS

Las Cifras de la Victoria Demócrata

Texto Completo del Discurso de Victoria de Obama

Los Hispanos, Decisivos en la Reelección de Obama



MÁS ARTÍCULOS DE ANÁLISIS

Inicia sesión para enviar comentarios