A dos días de la segunda vuelta para la elección presidencial en Brasil los modelos de país en pugna se vuelven explícitos y manifiestos. Dilma Rousseff y José Serra encarnan dos proyectos contrapuestos y el resultado de esta contienda repercutirá con seguridad en toda la región.
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La cercanía de la segunda vuelta de la elección presidencial se manifiesta en las principales avenidas de Rio de Janeiro a través de banderas flameadas en el aire por militantes sonrientes y motoqueros que en caravana recorren la ciudad.
El próximo domingo, el 13 del Partido de los Trabajadores (PT) y el 45 del Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB) representarán para los brasileños la opción de elegir entre dos modelos de país. Por un lado, el de los trece puntos expuesto por Dilma Rousseff, donde el Estado tiene un papel fundamental en el desarrollo del país, por otro el transmitido por José Serra en sus discursos –ya que no presentó plataforma electoral– en el cual las fuerzas del mercado son las promotoras del crecimiento y al Estado le es reservado un lugar de fiscalización.
La comparación de las posturas de ambos candidatos ante los principales puntos debatidos hoy en Brasil da clara cuenta de las diferencias en torno al país que se pretende. En relación al manejo de las reservas de petróleo recientemente descubiertas, Dilma sostiene la necesidad de una gran participación del Estado en la producción y comercialización junto a empresas privadas, mientras que Serra postula que lo mejor es un régimen de concesiones donde el gobierno obtenga regalías. Asimismo, la candidata petista promete expandir el actual Programa de Aceleramiento del Crecimiento (PAC), que reúne inversiones públicas y privadas y tiene como objetivo unir a América del Sur a través de carreteras y redes eléctricas, y crear una empresa binacional con Bolivia para la generación de energía, ante un Serra que se opone a la participación excesiva del Estado en inversiones de infraestructura y critica al gobierno actual por ser condescendiente con Bolivia en el tema del narcotráfico,
Pero a pesar de las diferentes concepciones sobre el rol del Estado, el candidato tucano no considera dar vuelta atrás con la Bolsa Familia, sino que propone ampliarla. Es difícil presentarse con la idea de dar por tierra con un programa que contribuyó a que 28 millones de personas salgan de la pobreza desde el año 2003 y que el oficialismo propone ampliar para erradicar la pobreza en 2014.
Para el cierre de campaña ambos candidatos estarán en Minas Gerais, donde Dilma prepara una caminata por Belo Horizonte y Serra presentaciones públicas en la capital y en Betim. En este Estado del Sudeste el PSDB tienen esperanzas de revertir la situación desfavorable según las encuestas nacionales, que marcan que probablemente sea Rousseff la vencedora con una diferencia del 12%.
No obstante, resta esperar la definición de muchos electores indecisos que representan el 8% y tener en cuenta el descrédito de los tucanos sobre los números divulgados –luego de que IBOPE durante el boca de urna en la primera vuelta diera como ganadora a Dilma en la primera elección– y la consiguiente afirmación de que habrá un empate técnico.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Coordinadora del Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la FUNIF
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