El nuevo sistema electoral de la provincia de Santa Fe sigue generando discusión. Más allá de las dudas que existen sobre su funcionamiento, es necesario analizar cuáles son sus virtudes y cuáles sus defectos
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Una verdad tan vieja como la mismísima existencia de los sistemas electorales, es aquella que afirma que, como toda construcción humana, cada uno de ellos tiene sus propias virtudes y defectos. Los valores que pondere la sociedad al momento de su sanción, hará el resto.
Una segunda verdad tan obvia como la anterior, es que todo sistema electoral responde, en su conformación, a los lineamientos impuestos por distintas fuerzas políticas mayoritarias en una coyuntura determinada. De más está decir que esas estructuras creen al momento de la proposición que la reforma de ese sistema electoral no sólo tiene numerosas bondades sino que también, esto es bueno blanquearlo desde el comienzo, suponen que si no las favorece por lo menos no las perjudica.
Esto es así en todo el mundo y Santa Fe no es la excepción. No lo fue cuando el Justicialismo impuso la Ley de Lemas, preparando el terreno para lo que después la oposición llamó alteración de la voluntad popular, y tampoco lo ha sido cuando el mismo partido con el apoyo de buena parte del arco político en 2006, propuso y promovió el sistema de internas abiertas, simultáneas y obligatorias.
Dicho esto entonces, es necesario destacar que, si las mayorías parlamentarias santafesinas de estos tiempos, han propuesto esta reforma, es porque creen en las supuestas virtudes del sistema de boleta única y porque además, y con esto que nadie se ofenda, creen que puede favorecerlos.
Desde esta perspectiva, el nuevo sistema tiene tres características distintivas:
- No existe más la boleta sábana con varios cuerpos que representan los distintos cargos en disputa, sino que el elector se encontrará con una única boleta por cada cargo donde encontrará la foto de todos los candidatos de cargos ejecutivos, debiendo marcar con una cruz al de su preferencia y teniendo que insertar en el sobre tantas boletas como cargos haya en disputa. Para el 2011 son puntualmente cinco: gobernador y vice, senador, diputados provinciales, intendentes o presidentes comunales y concejales o comisión comunal.
- Según la ley sancionada, que aún se encuentra en negociaciones parlamentarias a partir del veto del gobernador, en el voto correspondiente a cargos plurinominales (diputados, concejales y comisión comunal) solo aparecerán los tres primeros nombres de cada lista, no siendo visibles el resto de los integrantes de cada lista. Recordemos que para diputados son 28 miembros, el número de concejales varía según la ciudad y para comisión comunal tres.
- Desde el mismo momento de su aplicación sólo será el Estado provincial el responsable de la emisión de los votos, no pudiendo los distintos partidos políticos emitir los mismos por su cuenta y orden, imprimiéndose solamente un 5% de boletas demás respecto de los electores existentes.
A partir de esto entonces, podemos hablar de las virtudes y defectos de la ley propuesta. Desde el lado de los efectos beneficiosos de la nueva norma, podemos rescatar que la emisión exclusiva de parte del Estado supone la limitación expresa y concreta de un negocio por demás de oneroso que ya bordeaba lo absurdo al emitir cada fuerza política varios millones de votos para cada elección, evitando a la vez las boletas apócrifas que, a la hora del recuento, eran objetadas en su validez. Además evita las picardías típicas de cada cuarto oscuro donde algunos personajes robaban determinados votos.
La ley trae como novedad, aunque esto no es inherente a las características de un sistema electoral de boleta única, la exigencia de los votos impresos en sistema Braille y de que los hombres y mujeres votarán en mesas unificadas, coincidiendo esta medida con lo dispuesto por la ley electoral nacional.
Ahora bien, veamos cuales son los elementos poco beneficiosos del nuevo sistema desde lo que llamaríamos técnica electoral. En primer orden, y como bien ha demostrado "gráficamente" el diputado Luis Rubeo, para el caso de que la reforma también se aplicara a las internas abiertas, el tamaño de las boletas no parece precisamente el adecuado (un metro y medio de largo). Si además se tiene en cuenta que cada sobre debe contener a su interior cinco boletas del mismo tenor, este parece ser un tema que traería más complicaciones que soluciones.
Por otro lado, no resuelve la cuestión de los candidatos "desconocidos" que van enganchados en las listas de cargos plurinominales, ya que al aparecer en el voto solamente los primeros tres candidatos de las listas, resultará un verdadero misterio descubrir quiénes son los demás integrantes, potenciando la aparición de figurones que tengan "buena imagen" ante la sociedad. En el sistema vigente hasta hace unos días, el elector al menos podía leer en el voto al conjunto de los candidatos. Por otro lado, esta situación representa un verdadero sinsentido ya que la mayoría de los candidatos a diputados provinciales (y a concejales en las grandes ciudades) no figurarán en el voto. Serán candidatos conocidos solamente para la Justicia Electoral.
Desde el aspecto institucional, al haber sancionado la norma sin debate y sin un análisis adecuado por parte del conjunto de la sociedad (partidos políticos con y sin representación parlamentaria, académicos, funcionarios, ciudadanos en general, etc.) resulta válido dudar sobre la eficacia que en el tiempo pueda tener el nuevo régimen.
Pero además, a los efectos concretos de la práctica política, es cuestionable el argumento de sus defensores quienes sostienen que este régimen fortalecerá a los partidos políticos. Nos permitimos dudar de tal afirmación ya que la combinación del sistema de internas abiertas imperante con la boleta única, probablemente produzca más dispersión antes que unidad en la acción partidaria. Expliquemos esto.
A partir de la ley sancionada en 2007, el resultado electoral se plasma en la conjunción de quienes resultan triunfadores en una misma boleta, articulando los cargos plurinominales (concejales y diputados) en una misma lista donde se encuentran los que, a partir del reparto proporcional de las bancas (sistema D'hont) quedaron mejor posicionados. Esa situación "obligaba" de alguna manera a que si bien las diferencias internas seguían vigentes, a la hora del ofrecimiento de la propuesta de cada partido al conjunto del electorado, por lo menos existiera un mínimo acuerdo para llevar adelante la campaña y dejar de lado las diferencias más notorias. Esto significa que en algún momento del proceso pre electoral los candidatos de una misma fuerza, acordaban algunos ejes comunes básicos.
Ahora, con la sanción de la boleta única, al estar cada cargo separado del resto, cada candidato a un puesto ejecutivo podrá jugar a partir de sus propios intereses y no con los que pueda acordarse en una discusión partidaria de conjunto. Por ejemplo, si al interior de la provincia se da el caso de un candidato a presidente comunal de un partido que tiene ideas distintas al candidato a gobernador, armará la campaña de acuerdo a sus intereses estrictamente individuales.
Otro ejemplo en el presente contexto de por sí atomizado, también puede darse con el caso de un poder ejecutivo provincial al cual le interese fogonear un candidato afín pero que no es de su propio frente y que va por afuera, al cual se le dará más apoyo desde la estructura estatal. Ambos casos pueden sonar demasiado embrollados, pero serán muy palpables con el correr de los meses.
En definitiva, podemos hablar de las consecuencias a partir de las virtudes y defectos que a nuestro entender trae el nuevo régimen. En el caso de las primeras, es obvio que la ley sancionada hace unas pocas semanas trae algunas novedades positivas pero también es evidente que para contar con boletas impresas en Braille o con mesas de hombres y mujeres unificadas, NO ERA NECESARIO CAMBIAR por un sistema de boleta única a pocos meses del proceso electoral. Por otro lado, el individualismo político partidario al que el sistema terminará fomentando, profundizará la atomización existente en la provincia de Santa Fe.
Por lo tanto, y retomando las ideas expuestas al principio, es legítimo preguntarse el por qué de la sanción de la ley de parte de socialistas, reutemistas y de radicales (que hoy por hoy se encuentran decepcionados de sus socios frentistas quienes no habrían cumplido con el acuerdo inicial de que la norma se aplicara sólo a las elecciones generales). Y para ello viene bien la definición de Dieter Nohlen cuando en su libro "Sistema electorales y partidos políticos" afirma que "el sistema electoral representa una variable para explicar las características de la organización y del funcionamiento de los sistemas de partidos". Por lo tanto, es lícito preguntarse el por qué de la opción de un sistema que cuenta con las características descriptas. A quién le conviene y por qué esa atomización son dos preguntas de una aparente respuesta sencilla. Por ahora se la dejamos a Ud. señor lector, en la próxima le damos nuestra opinión.
(*) Licenciado en Ciencia Política. Analista Político de la Fundación para la Integración Federal
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