La primera visita de la flamante presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, sirvió para consolidar el rumbo en la alianza estratégica que nuestros países sostienen desde hace tiempo. La llegada de la mandataria brasileña a la Argentina sirvió como puntapié inicial de una nueva etapa
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"Somos representantes de dos países que tienen un proyecto colectivo". Con estas palabras Cristina Fernández resumió el espíritu de una jornada plagada de gestos. O dicho en los términos más callejeros utilizados por funcionarios de ambos países, las presidentas "pegaron una onda bárbara". No es que sea una mera cuestión de género, que ambas sean presidentas mujeres en las dos naciones de mayor tamaño de América del Sur, sino que se trasuntó una sintonía fina entre ambas a la hora de trazar los nuevos objetivos estratégicos de la relación bilateral.
Los catorce acuerdos bilaterales firmados durante la visita oficial no sólo tienen por objetivos incrementar los lazos o fortalecer inversiones. Existe una visión más ambiciosa. Una pretensión de redoblar la apuesta en pos del desarrollo, tanto para ambos países, como para el conjunto de la región.
Dilma Rousseff lo ejemplificó con claridad: "Estamos pensando en una política de contenido regional, conjunta, con la Argentina. Estamos elaborando una agenda por la que la Argentina y Brasil, puesto que son países con grandes recursos alimentarios y también energéticos, puedan aumentar la agregación de valor y la generación de empleo en la región. Con la Argentina queremos una sociedad en el área de tecnología e innovación y una sociedad para el uso de tecnología nuclear con fines pacíficos".
En esta línea, uno de los acuerdos alcanzados por ambos gobiernos tiene que ver con abrir a la Argentina la provisión de insumos y servicios para la explotación del pré-sal, el conjunto de nuevos descubrimientos petroleros situados hasta 7 kilómetros de profundidad en el Atlántico debajo de capas de sal dura de hasta dos mil metros. Este era un viejo reclamo de empresas argentinas, que quieren ser parte de la expansión brasileña focalizada en las nuevas obras de infraestructura y en la ampliación del mercado de consumo.
Además de la colaboración en el pré-sal, los empresarios medianos y grandes de la Argentina están interesados en acuerdos como el que firmaron el Ministerio de Planificación Federal y la Caixa Económica Federal de Brasil para proyectos de desarrollo económico local y fronterizo, el aumento de la infraestructura urbana, la producción de viviendas para los sectores menos favorecidos y la estructuración de programas sociales.
También figura entre las estrellas de la visita el objetivo de un plan conjunto para avanzar en la cooperación bilateral para masificar el acceso a internet de banda ancha que debería aplicarse entre el 2011 y el 2015. El objetivo sería "el desarrollo digital inclusivo para la población de la Argentina y Brasil".
Luego de una reunión con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ambas mandatarias se reunieron en privado por espacio de casi dos horas, un tiempo largamente superior al previsto por los encargados del protocolo. En la posterior conferencia de prensa en conjunto, cada una a su tiempo marcaron en la proyección hacia el futuro, una posición política. Cristina Fernández dijo que el trabajo excederá la única vía económica, para convertirse además en un camino de articulación política, social y humana. "Las dos sabemos que el crecimiento económico y la soberanía tienen como protagonistas la inclusión social, que llegue a todos: si algo nos caracteriza a ambas es saber que el crecimiento económico solamente es bueno si llega a todos."
Dilma Rousseff, después de algunos saludos, la llamó "mi querida presidenta Cristina Kirchner". Y a continuación pareció cargarse en las espaldas la historia. "Y no es casualidad que mi primer contacto con un país sea Argentina. Yo considero que Argentina y Brasil son cruciales para que podamos transformar este siglo XXI en el siglo de América latina; y para transformar este siglo en un siglo de América latina estoy hablando necesariamente de transformar a Brasil y Argentina, que tienen un papel estratégico en la región, son los mayores países y representan un gran potencial de desarrollo para América latina".
Asimismo, enumeró detalladamente los potenciales de desarrollo que se abren con los proyectos de cooperación firmados como plataformas productivas, en el área de biotecnología, o en materia nuclear. Y aludió al papel que le tocará a la presidenta argentina en el G-77, en especial en cuanto a la política de los dos gobiernos de "combatir el proteccionismo de los países más ricos".
En definitiva, este primer encuentro entre ambas señala un nuevo mojón en el camino de la relación estratégica. A pesar de que lo algunos sectores en un lado y el otro de la frontera pretenden señalar como "problemas" en la relación (presión devaluatoria en Brasil, asimetrías comerciales, etc.) el vínculo estratégico-político trasciende indudablemente cualquier problema que la coyuntura traiga aparejado.
Ambos países han entendido que hoy el camino hacia el desarrollo es estrictamente latinoamericano. Y es un camino que se transita en conjunto con todos los países de la región.
(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal
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