El inesperado fallecimiento de Kim Jong Il y el ascenso de su hijo al poder han planteado una serie de interrogantes respecto del futuro de este aislado y controvertido país
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Conocido como el "país ermitaño" debido a que es un país cerrado y prácticamente aislado de la comunidad internacional, Corea del Norte se caracteriza por ser la única dinastía comunista del mundo. Desde su surgimiento como Estado en 1948 ha sido gobernado por la familia Kim. Kim Il Sung (el gran Líder) gobernó durante 46 años, hasta 1994, cuando tras su muerte fue sucedido por su hijo Kim Jong ll (el Querido Líder), quien permaneció en el poder por casi 17 años.
La muerte del Querido líder tomó por sorpresa a la comunidad internacional, porque a pesar de que su salud era delicada –en el año 2008 sufrió una apoplejía– se habían mostrado en las últimas semanas imágenes del líder norcoreano viajando por China donde se lo podía ver con un buen semblante. Su deceso genera varios interrogantes no sólo en el plano interno sino también en el escenario internacional.
En el plano interno, la cuestión más importante es el de la sucesión. Si bien ya es un hecho que su hijo Kim Jong Un será quien lo suceda –perpetuando la dinastía Kim– su corta edad y su inexperiencia en el poder generan dudas en cuanto a si será capaz de llevar las riendas de ese país y de mantener así la estabilidad del régimen.
Existe un sector dentro de la cúpula militar que ha estado en desacuerdo con la designación de Kim Jong Un. Hay que tener en cuenta que Corea del Norte es un Estado fuertemente militar, el Ejército ocupa un lugar muy importante en la conducción de este Estado comunista. Debido a ello, el apoyo de todo el estamento militar al nuevo mandatario norcoreano es de gran importancia principalmente en los primeros meses de su gobierno.
Por tal motivo, el flamante líder tendrá la difícil tarea de lograr persuadir a quienes aún no lo aceptan como su líder para poder aglutinar a todo el Ejército en su apoyo. Esto permitirá una estabilidad en el régimen. Habrá que ver si el Gran Sucesor, como se lo llama ahora a Kim Jong Un, será capaz de consolidar su poder y de lograr mantener al régimen heredado de su padre y de su abuelo.
Otra cuestión tiene que ver con cómo será el nuevo gobierno: si mantendrá la misma política llevada a cabo por su padre o tratará de diferenciarse de éste. Recordemos que la política de Kim Jong Il apuntó a mostrar la imagen de un Estado fuerte al interior y al exterior del país. Asimismo, se siguió alimentando el resaltamiento la figura del líder, quien mantiene una relación especial con su pueblo. En el caso de Corea del Norte, el líder es visto más como un padre que como un gobernante, lo que ha permitido mantener al pueblo en gran medida dócil y disciplinado.
Sin embargo, la situación económica en ese país es cada vez más delicada. Se estima que un tercio de la población vive por debajo de los índices de pobreza e indigencia. Desde hace años, ciertos sectores empujados por China buscan implementar reformas económicas que logren el desarrollo del país, como ocurrió precisamente en China y también en otros países del sudeste asiático como Vietnam. Hasta el momento, Kim Jong Il y varios sectores militares veían con malos ojos estas reformas, pero quizás la llegada de Kim Jong Un pueda marcar un cambio en esta cuestión.
En cuanto al plano externo, el elemento distintivo de su gobierno ha sido el desarrollo nuclear. Precisamente, este desarrollo llevó a que el régimen de Pyongyang sea visto como una de las principales amenazas para la paz y estabilidad internacional. Con la muerte del Querido Líder se abre un interrogante en lo que respecta a que va a pasar con el programa nuclear norcoreano. Lo que preocupa no es sólo la existencia de armas nucleares en ese país sino también la posibilidad de exportar esta tecnología, o su material a otros países también considerados peligrosos para la estabilidad mundial, como es el caso de Irán o Siria.
Las negociaciones a seis partes se encuentran estancadas desde el año 2009. Estas conversaciones multilaterales buscan la desnuclearización de Corea del Norte y participan seis Estados: las dos Coreas, Estados Unidos, China, Japón y Rusia. Si bien en el 2007 habían logrado un acuerdo donde Corea del Norte se comprometía a congelar su programa nuclear a cambio de ayuda energética y económica, en la práctica no se cumplió.
Si bien muchos analistas consideran que Kim Jong Un mantendrá la política de chantaje de su padre, otros se han mostrado más optimistas en esta cuestión al suponer un cambio en la postura del nuevo líder, quien podría llevar a cabo una política más conciliatoria y comprometida.
Aún es muy temprano para sacar conclusiones en este asunto, aunque me animo a decir que en el corto plazo todo se mantendrá como hasta ahora. ¿Por qué? Principalmente por dos razones:
El liderazgo de Kim Jong Un recién comienza. Su imagen todavía es vista como la de un joven inexperto. Para lograr modificar esto y mostrarse un gobernante fuerte, deberá tener mucho cuidado en cuáles serán sus primeros pasos en el Gobierno. Mostrarse más conciliador con Occidente podría dar un mensaje de debilidad al interior de su país, y con ello, perder el apoyo de gran parte del Ejército norcoreano. Esto podría provocar divisiones dentro de la cúpula militar y llevar a ciertos oficiales a conspirar en contra del flamante líder.
Una segunda cuestión está relacionada con el rol de los demás países con interés en esa región. En el caso de China, principal aliado de Norcorea, desde un primer momento se mostró dispuesto a cooperar con el país vecino a fin de garantizar la estabilidad del régimen comunista. En este sentido, el ministerio de Relaciones Exteriores envió apenas conocida la noticia del fallecimiento de Kim Jong Il un fuerte mensaje de apoyo para el nuevo líder, y alentó a los norcoreanos a unirse bajo la figura de Kim Jong Un.
En tanto, Estados Unidos, Corea del Sur y Japón permanecen expectantes para ver cuáles serán los primeros pasos del nuevo gobierno. Podría pensarse que la muerte del Querido Líder abre un capítulo diferente en las relaciones entre esos países y Pyongyang. Dichos países pueden aprovechar esta situación para desarrollar una nueva política, encaminada a facilitar las reformas económicas dentro de Corea del Norte mientras continúa la presión internacional para la desnuclearización.
Sin embargo, teniendo en cuenta que el 2012 es un año electoral tanto en Corea del Sur como en Estados Unidos, no es factible pensar en un cambio de política hacia la Península Coreana en el corto plazo. En medio de un clima electoral nadie querrá arriesgar su futuro político por este tema.
Así las cosas, habrá que esperar los primeros pasos que dará el nuevo gobierno norcoreano. Esto permitirá vislumbrar la nueva postura del Gran Sucesor. Por ahora, todo parece indicar que el tercer hijo de Kim Jong Il continuará con la política de su padre.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de l Fundación para la Integración Federal
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