Martes, 29 Octubre 2013 08:19

¿Qué Sabía Realmente Obama del Espionaje de la NSA?

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La polémica en los Estados Unidos sube de tono y amenaza la credibilidad del presidente. Más allá de su control sobre los servicios de inteligencia, es su palabra lo que está en cuestión.

El presidente Obama, durante un acto de homenaje a soldados caídos en Afganistán el pasado 15 de octubre
La temperatura por el escándalo de las polémicas actividades de la NSA sube en los Estados Unidos y amenaza ya la credibilidad del presidente. Es su palabra lo que está en cuestión. El papelón con los aliados va camino de convertirse en un problema político interno y eso duele de verdad en la Casa Blanca. Mientras los embajadores de EE.UU. desfilan por las cancillerías europeas dando explicaciones, en la prensa estadounidense proliferan las declaraciones de fuentes oficiales que aseguran que Barack Obama no conocía el espionaje telefónico a los líderes mundiales.

El papelón con los aliados va camino de convertirse en un problema político interno y eso duele de verdad en la Casa Blanca. 

En medio de un creciente revuelo doméstico, ayer el Wall Street Journal afirmaba que el inquilino de la Casa Blancano estaba al tanto de las controvertidas prácticas de la NSA que ahora el proscrito Edward Snowden airea incendiando las relaciones internacionales a ambos lados del Atlántico. Pero, ¿es posible que el comandante en jefe, que el mismísimo presidente de los Estados Unidos, no supiera de las actividades de uno de los organismos claves de la seguridad nacional?

La respuesta que da Washington a tan inquietante pregunta es que sí, que es posible. El propio Obama lo admitió implícitamente en declaraciones a la cadena ABC, cuando, refiriéndose a la NSA, dijo que solo «les damos directrices políticas», unas palabras ambiguas y coherentes con las de los funcionarios citados estos días por los medios norteamericanos, que señalan que lo que reciben los organismos de inteligencia son instrucciones generales, prioridades y líneas estratégicas de actuación de acuerdo a lo que se consideran objetivos de la seguridad nacional, pero no encargos concretos. O sea, que el presidente marca la política pero permanece al margen de los métodos, porque, como deja claro todo este lío, muchas veces el trabajo sucio del espionaje es eso, demasiado sucio.

                                WikiLeaks ha publicado un enlace al mapamundi original de los puntos de espionaje activos de los servicios secretos de Estados Unidos, presentado de forma parcialmente censurada en un semanario alemán.

EL ANTECEDENTE DE KENNEDY


La historia enseña algún antecesor de Obama salpicado por turbias actividades de la CIA que terminaron por estallar en forma de portadas explosivas sobre elescritorio del Despacho Oval. Fue lo que, según muchos historiadores, le ocurrió a John F. Kennedy con el fallido intento de invasión de Cuba a través de la Bahía de Cochinos en 1961. El presidente tuvo que lidiar con una operación paramilitar cocinada por la CIA bajo una administración anterior y afrontar la crisis internacional y doméstica que aquello provocó.

A la espera de las explicaciones que esta tarde dará en la Cámara de Representantes el general Keith Alexander, jefe de la NSA, la demócrata Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, también se ha apresurado a exculpar a Obama: «Entiendo que el presidente no estaba al tanto de que las comunicaciones de la canciller Merkel estaban siendo recopiladas desde 2002 y eso es un gran problema».

El intento por hacer que la onda expansiva del no alcance al presidente parece claro. La incógnita que persiste es si de veras el hombre al que se describe como el más poderoso de la tierra pudo permanecer ajeno a actividades de sus subalternos tan delicadas como intervenir el teléfono de la líder de la primera potencia europea.

De momento, en un gesto de permeabilidad al malestar en el exterior poco frecuente en la gran potencia, Washington ya ha accedido a revisar la labor de sus servicios de inteligencia, lo que demuestra que las dudas en torno a la capacidad de Obama de mantener bajo control a la NSA van camino de convertirse en un caballo de batalla político también a nivel interno. Como reconoció él mismo, cada vez más exigido por este asunto, no todo lo que esta agencia «puede hacer, es lo que necesariamente debería hacer».

 

FUENTE: ABC.es
 

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