Lunes, 12 Abril 2021 12:17

Jorge Battaglino: "El principal problema de defensa es la existencia de una base militar británica en nuestras Islas Malvinas"

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En la ultima entrega del ciclo «Consensos en Defensa Nacional» llevado a cabo por Zona Militar y que tiene como objetivo traer a discusión los distintos puntos de vista de la comunidad académica relacionada al estudio especifico, compartimos con la audiencia lo estado por el Doctor Jorge Battaglino.

El entrevistado ha puesto su foco en las diferencias que persisten dentro de la comunidad académica de la Defensa Nacional en cuanto a las misiones y el enfoque del Instrumento Militar. A su vez, pone énfasis en la necesidad de contar con material nuevo, pero ponderando otras capacidades como centrales a la hora de analizar los pilares de las Fuerzas Armadas argentinas.

Jorge Battaglino es Doctor y Magister en Política Latinoamericana por la Universidad de Essex y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como Rector de la Universidad de la Defensa Nacional y como investigador independiente en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es profesor en la Universidad Torcuato Di Tella. Ha sido docente en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación, la Escuela de Defensa Nacional, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de San Martín, entre otras universidades. Publicó más de 60 artículos sobre relaciones civiles militares, seguridad regional, y procesos de militarización y desmilitarización. Ha recibido becas de la Universidad de Buenos Aires, la Fundación Antorchas, el Consejo Británico, la Carnegie Foundation y el Social Science Research Council. Ha sido Director de la Escuela de Defensa Nacional, de la Maestría y Doctorado en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella y de la Maestría en Defensa Nacional de la Escuela de Defensa Nacional (actual FADENA).

A continuación la entrevista.

Zona Militar – ¿Qué diagnóstico de manera sintetizada se puede hacer de la realidad de la Defensa Nacional?

Jorge Battaglino – Los análisis que generalmente escuchamos sobre las cuestiones de defensa hacen hincapié en la variable material, en el armamento. Y hay buenas razones para ello, nadie puede poner en discusión que las fuerzas armadas de la Argentina necesitan nuevo equipamiento. Al mismo tiempo, creo que esta mirada de la defensa es incompleta y deja afuera muchos otros aspectos que son muy importantes para la defensa de una nación y, sobre todo, para efectuar un diagnóstico integral de la cuestión.

Para comenzar, nuestro país cuenta con fuerzas armadas plenamente subordinadas y no por obligación sino por convicción. Los militares argentinos tienen sus ideas políticas, pero lo más importante es que la institución como tal no incide más en los asuntos de la política nacional. Este es un logro enorme (y escasamente valorado por quienes estudian la defensa) para nuestra democracia que la coloca a mucha distancia en términos de calidad institucional del resto de los países de la región. Existe una importante literatura que vincula de manera proporcional este rasgo de la defensa de un país con su eficacia en un conflicto bélico. El supuesto evidente es que la Argentina cuenta con militares exclusivamente focalizados en su profesión. Mérito enorme de las fuerzas armadas, de la política y de la sociedad. Estas características le imprimen a nuestra democracia una fortaleza institucional que contrasta con procesos de militarización en curso,  de distinta clase e intensidad, en el resto de los países de América Latina. A pesar de que se suele hacer hincapié en que algunos de esos países poseen más armamento que nuestras fuerzas armadas, algo que es irrebatible, no se contempla el impacto que tiene la politización sobre la eficacia del instrumento militar de un estado.

Esto me lleva a un segundo aspecto infravalorado: la formación y el perfeccionamiento de las fuerzas armadas. En la Argentina tenemos suboficiales y oficiales con un alto nivel de preparación, contamos con un excelente sistema de formación, el capital humano que posee la institución militar es una capacidad no material que no siempre es ponderada en toda su magnitud por aquellos que están obsesionados sólo con los “fierros”. El alto nivel educativo alcanzado es fundamental para, entre otras cuestiones, absorber con mayor facilidad nuevas tecnologías y adaptarse a las misiones subsidiarías que tienen que desempeñar. Ello ha quedado de manifiesto durante el enorme despliegue militar contra el COVID 19. Esta característica ha experimentado un salto cualitativo con la creación de la  UNDEF cuyo propósito central es favorecer que la educación de los militares se acerque cada vez más a los estándares de las universidades nacionales en las áreas de docencia, investigación y extensión. Es decir, la Argentina ha decidido que una de sus mejores tradiciones, la de la universidad pública, se traslade al proceso formativo militar con el fin de mejorar aún más la preparación de nuestros militares.

Le sumaría que, además, contamos con un Estado Mayor Conjunto que quizás sea el de mayor desarrollo doctrinario y normativo de la región. Por supuesto, que enfrentamos el desafío de la modernización y adquisición de armamento, la Argentina necesita equipar de manera urgente a sus militares y creo que contamos con la herramienta para comenzar a transitar ese camino, que es el FONDEF. Es un enorme logro del actual ministro Agustín Rossi que ha sido posible por el peso que tiene su figura política y que por suerte ha contado con el apoyo de todos los sectores políticos.

ZM – ¿Para usted, cuáles son las principales amenazas que enfrenta el Estado Nacional donde podría intervenir el ámbito de la Defensa Nacional?

JB – Mi opinión personal es que el principal problema de defensa que tiene la Argentina es la existencia de una base militar británica en nuestras Islas Malvinas. Esta cuestión se inserta en un contexto más amplio caracterizado por un mundo cada vez más turbulento, con una competencia en marcha por alcanzar la hegemonía y una creciente importancia de los recursos naturales, estos aspectos son claves para reflexionar sobre las amenazas que puede enfrentar nuestro país.

No quiero abundar en cuestiones que han sido tratadas en anteriores entrevistas, pero si introducir una dimensión que considero fundamental para reflexionar sobre este tema que es la relación entre las misiones asignadas a las fuerzas armadas y el modelo de desarrollo nacional. Concretamente, existen modelos de desarrollo que favorecen la organización, despliegue y equipamiento de las fuerzas armadas para confrontar a otras fuerzas armadas, mientras que otros desincentivan este tipo de roles. En otras palabras, ciertos  modelos de desarrollo llevan, más tarde o más temprano, a mejorar las capacidades militares para el conflicto convencional, mientras que otros se asocian a un instrumento militar menos preparado para la guerra y más orientado a enfrentar las llamadas “nuevas amenazas”, que para ser enfrentadas no requieren de una organización ni de equipamiento para la guerra convencional.

Ello se debe a que los modelos de desarrollo son la expresión del predominio temporal de una coalición política doméstica e internacional que es la que orienta a la defensa nacional en determinada dirección. Durante la gestión presidencial anterior se modificó el marco normativo de la defensa de manera tal de habilitar la participación militar en la lucha contra fenómenos como el narcotráfico y el terrorismo. Esta orientación era consistente con un determinado sistema de alianzas interna e internacional y se vinculaba, entre otros aspectos, con la necesidad de reducir el gasto público (las misiones asignadas a los militares tiene un impacto diferencial en el presupuesto de defensa) y con la importancia que se le atribuía a la relación con EEUU, país que históricamente le asignó a las fuerzas armadas de la región la función de contribuir a la gestión de sus problemas de seguridad interna. Eso puede resultar razonable para los intereses de los EEUU, pero no para los nuestros.

En el ámbito de los académicos que estudian cuestiones militares y defensa existen posiciones que son ciertamente contradictorias. Algunos de ellos señalan una y otra vez la importancia de la defensa nacional: que hay que adquirir aviones de combate, submarinos o renovar la flota de superficie, pero luego apoyan en sus escritos una política exterior, y las misiones militares que se desprenden de ella, que orienta a la defensa en la dirección contraria, es decir, que alienta la adopción de misiones propias de una fuerza de seguridad. Con todo lo que ello conlleva en términos de adquisición de equipamiento.  No dudo del genuino interés de estos colegas en la defensa, pero es importante que consideren que una política exterior alineada con los EEUU obstaculiza que los militares se preparen para enfrentar a otros estados.

Finalmente, considero que la política de defensa es una dimensión más (junto a la diplomática, económica, científica, cultural, social,  etc.) de la estrategia argentina de recuperación pacífica de nuestras Islas Malvinas y que el instrumento militar debe ser pensado en esa clave.

ZM – ¿Cómo evaluaría la situación del Instrumento Militar de las Fuerzas Armadas y cómo cree que debería orientar la política la adquisición del equipamiento pensando en el futuro?

JB – Es evidente la necesidad que tienen nuestras fuerzas armadas de encarar un proceso de reequipamiento en la mayor parte de sus capacidades centrales. Aunque hay algunos nichos de modernidad, por ejemplo, el equipamiento de nuestra Fuerza Aérea para la formación de pilotos no tiene nada que envidiar al de los países más avanzados, y podrían darse más ejemplos en otras áreas. No caben dudas de que es necesario adquirir importantes sistemas de armas, para ello, hay que pensar primero en el FONDEF  cuya ley de creación establece una serie de criterios muy razonables para guiar la adquisición de equipamiento.

Por otra parte, el FONDEF tiene como objetivo fortalecer el complejo de empresas estatales y pymes privadas de la defensa, creo que es una apuesta estratégica para  nuestro país que este entramado de firmas se expanda aprovechando el dinamismo que ha mostrado el sector privado y favoreciendo su sinergia con empresas públicas y universidades.

Es indispensable favorecer el desarrollo de tecnologías de uso dual (principalmente en las áreas de satélites, cohetes, drones y radares) que es una excelente base para el desarrollo de sistemas de defensa de avanzada. Tenemos el ejemplo de los radares de INVAP cuyo desarrollo de radares primarios tuvo un efecto domino sobre la fabricación de otros modelos (secundarios, meteorológicos, AESA). La interacción que existe en la Argentina entre fuerzas armadas, empresas estatales y privadas de la defensa y universidad es clave y tiene un enorme potencial.

ZM – ¿Cuáles deberían ser los aliados naturales de la Argentina en el contexto mundial y qué ámbitos de cooperación cree que se puede profundizar?

JB – La discusión sobre cuáles deberían ser los aliados de la Argentina no puede disociarse de un diagnóstico regional y global y de la problemática más puntual del modelo de desarrollo y sus implicancias en términos de política exterior y de misiones para las fuerzas armadas. Algo que excede esta entrevista.

Algunos supuestos generales a considerar son que la consolidación y profundización de la zona de paz sudamericana reduce substancialmente la posibilidad de conflictos militares entre países de la región. Por ello es fundamental la relación con nuestros vecinos. La estabilidad de nuestra región nos permite concentrarnos en el Atlántico Sur. En este sentido, creo que hemos avanzado bastante. Hace más de 20 años que debato con colegas en el mundo académico que sostenían que nuestros principales rivales eran Chile y Brasil. Aunque por suerte han dejado de mencionar este tema, ahora se ha concentrado en proponer la intervención en seguridad pública y en la amenaza de China y Rusia. Creo que estas últimas cuestiones merecen la atención del estado argentino pero, en lo esencial,  no de su sistema de defensa. Me parece que estos planteos reproducen la misma lógica que cuando se enfatizaban las amenazas de Brasil y Chile, nos alejan de la verdadera problemática de la defensa de la Argentina que se encuentra en el Atlántico Sur.

Es importante que la Argentina se concentre en iniciativas que permitan relanzar y profundizar la experiencia del Consejo de Defensa Sudamericano. No sólo porque la paz regional es fundamental para la Argentina, sino por una razón estricta de defensa nacional: ningún país de la región puede enfrentar de manera individual a aquellas pocas potencias con capacidad para proyectar poder militar. Tampoco quiero pecar por ingenuidad, sabemos bien lo difícil que es alcanzar esta clase de acuerdos en el área de la defensa, es un camino que está repleto de obstáculos. Sin embargo, en la región hemos logrado cosas que parecían imposibles tres décadas atrás. Además, la experiencia de CDS es un ejemplo de como la interacción entre miembros de las fuerzas armadas y entre burocracias de los ministerios de defensa contribuyó a modificar percepciones previas de rivalidad y a crear una incipiente visión común sobre los temas de defensa. Ello puede recrearse y, con diversos mecanismos, lograr que tenga efecto derrame sobre el resto.

ZM – ¿Cómo evaluaría usted la percepción actual de la ciudadanía sobre el rol de las Fuerzas Armadas?

JB – Las fuerzas armadas han sido un actor clave para dar respuesta a la pandemia. Los militares han llevado a cabo toda clase de misiones en lo que se ha convertido en su despliegue más grande desde la Guerra de Malvinas. La imagen social de las fuerzas armadas venía en constante aumento, pero el enorme despliegue que efectuaron y la eficacia que mostraron elevaron considerablemente su imagen positiva. Esto es muy bueno por diversas razones, en particular, porque contribuye a debilitar patrones previos de falta de interés social en la defensa.

ZM – ¿Cuáles son los consensos básicos que usted podría compartir y considerar con sus pares académicos, superando las diferencias de ideologías y posiciones políticas a la hora de pensar la Defensa Nacional?

JB – A mi entender un primer consenso que sería importante alcanzar es sobre la misión principal de las fuerzas armadas. Es importante destacar que la mayor parte de los académicos han abandonado el uso de conceptos como el de “carrera armamentista” y han tomado conciencia de que Brasil y Chile han dejado de ser rivales de la Argentina.  Es un avance importante.

Como decía antes, el problema es que persiste una lógica en parte del mundo académico que continúa haciendo énfasis en amenazas que, a mi entender, no son prioritarias para nuestro sistema de defensa. Ayer era la carrera armamentista, luego las nuevas amenazas y hoy son Rusia y China. Reitero, esto nos distrae de la problemática concreta que enfrentamos que es la presencia de una base militar de una potencia en territorio nacional.

Hay dos consensos logrados que me parecen importante destacar, uno es el acuerdo generalizado en la academia y en la política respecto a la necesidad de reequipamiento. El segundo es la excelente sintonía que existe a nivel político sobre las cuestiones de defensa. Cabe destacar las iniciativas del Ministerio de Defensa y el Congreso de la Nación para establecer una “Comisión de análisis y redacción de las Leyes de Personal Militar y de Reestructuración de las Fuerzas Armadas”, con la presencia de los ex ministros Jaunarena y Garré. Lo mismo podemos decir del trabajo de las comisiones de Defensa Nacional de ambas Cámaras del Congreso tanto para la sanción del FONDEF como de otras normas; la labor en esa comisión de los diputados Carlos Fernández y Germán Martínez refleja la mejor tradición de la Argentina en la búsqueda de consensos en políticas de estado como la defensa nacional.

ZM – Pensando en el espacio académico como un asesor natural a la gestión política, ¿qué propuestas se le ocurren para cambiar, profundizar o mantener en la política de Defensa Nacional?

JB – De las ideas vertidas previamente creo que pueden deducirse las propuestas que me parecen más importante en este campo.

 

FUENTE: Zona Militar

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