Los países occidentales del Consejo de Seguridad alcanzaron este jueves un acuerdo con Rusia para la inmediata aprobación de una resolución que daría fuerza legal y permitiría la aplicación del acuerdo ruso-norteamericano para el desmantelamiento del arsenal químico de Siria, según anunciaron diferentes fuentes diplomáticas. La resolución incluye una mención al uso de la fuerza en el caso de que el régimen sirio no cumpla el compromiso, aunque no se hace una autorización automática de ese recurso.
Aunque el texto exacto de la resolución no se conoce de momento, distintas fuentes coincidían en que incluye una alusión al Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, que permite el uso “de todos los medios necesarios, incluidos militares” para obligar a su cumplimiento.
Los embajadores de Estados Unidos, Samantha Power, y del Reino Unido en la ONU, Lyall Grant, confirmaron a través de Twitter el acuerdo. El emisario británico anunció que su país presentaría el texto a discusión por los 15 miembros del Consejo de Seguridad. Una votación podría convocarse para este mismo viernes. Fuentes diplomáticas norteamericanas y chinas habían anticipado antes que el acuerdo con Rusia era inminente.
Aunque el texto exacto de la resolución no se conoce de momento, distintas fuentes coincidían en que incluye una alusión al Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, que permite el uso “de todos los medios necesarios, incluidos militares” para obligar a su cumplimiento. Aunque, por exigencia de Rusia, esa opción queda subordinada a una nueva votación del Consejo, con lo que el Gobierno ruso se reservaría la posibilidad de impedir una acción militar contra Siria en el futuro. El embajador británico aseguró que la resolución era “vinculante y aplicada por la fuerza”. Power dijo que era “legalmente vinculante”.
La discusión de esta resolución ha sido durante días motivo de una fuerte pugna en la ONU entre las delegaciones rusa y las de los tres países occidentales con derecho de veto, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. Esas diferencias, relacionadas con el uso de la fuerza, estaban poniendo en riesgo la aplicación del acuerdo alcanzado hace dos semanas en Ginebra por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov.
Si el texto es, finalmente, aprobado de acuerdo a los términos del borrador presentado anoche, ambas partes salvan relativamente la cara. Las tres potencias occidentales logran la introducción de la amenaza militar, pero Rusia consigue conservar el derecho a la última palabra para que se autorice un ataque. De esta manera, el régimen de Bachar el Asad recibe un fuerte mensaje de la comunidad internacional sobre la necesidad de que destruya su armamento químico, pero conserva la protección de Rusia para evitar una acción militar en el caso de que incumpla.
En todo caso, esta resolución aleja por un buen tiempo el espectro de otra guerra en Oriente Próximo y debería permitir la puesta en marcha inmediata del pacto ruso-americano. Ese pacto da hasta el mes de noviembre para que los inspectores de la ONU investiguen sobre los arsenales del régimen sirio y precisen el material que es necesario destruir. Los inspectores, que están todavía esperando luz verde de Naciones Unidas, tendrán ahora poco más de un mes para cumplir una misión técnicamente muy compleja y también muy peligrosa en medio de un país en guerra.
Esta resolución aleja por un buen tiempo el espectro de otra guerra en Oriente Próximo y debería permitir la puesta en marcha inmediata del pacto ruso-americano.
Los inspectores no solo tienen que contar con el riesgo de que el Ejército sirio trate de esconder su armamento y dificultar su labor por todos los medios, sino que podrían tener que hacer frente también a la ira de los rebeldes, que se sienten traicionados por el acuerdo ruso-americano y consideran que este pacto servirá para mantener en el poder a El Asad.
El Gobierno de Rusia se ha ofrecido para facilitar la seguridad de los inspectores durante su trabajo sobre el terreno en Siria, lo que podría significar el despliegue de soldados rusos en ese país. Una medida así, sobre la que aún no ha habido ninguna reacción oficial en Washington, dejaría el destino de Siria aún más claramente en manos de Rusia, al que le preocupa mucho más la continuidad del régimen que el arsenal químico.
El acuerdo en Nueva York sobre la resolución del Consejo de Seguridad fue alcanzada, después de numerosos contactos bilaterales y multilaterales, en un almuerzo al que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, invitó el jueves a los ministros de los cinco miembros permanente del máximo órgano ejecutivo de la organización. La posición de China, que ayer mismo respaldó la necesidad de incluir medidas de fuerza contra Siria, pudo haber sido determinante para ayudar al acuerdo. Al mismo tiempo, Kerry, cuyo prestigio personal estaba en juego en esta negociación, ha trabajado intensamente en la sede la ONU para hacer posible este compromiso.
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Priscila Pretzel
FUENTE: EL PAÍS