En un verdadero shock politico, en los Estados Unidos se conjetura ahora con un "efecto Francisco " en la estructura de poder de los Estados Unidos, con la abrupta renuncia de uno de sus hombres más influyentes, el republicano John Boehner, el hombre que lo invitó al Capitolio y que ayer lloraba a su lado.
John Boehner es el titular de la Cámara de Representantes y, como tal, uno de los hombres de mayor peso específico y capacidad de maniobra en la vida política del país.
La noticia de su renuncia, operativa en pocas semanas -a fines del mes próximo- fue un verdadero balde de agua para sus allegados. "Es evidente que la maduró durante la noche y luego de haber estado con el Papa", es el comentario del momento entre analistas políticos.
Boehner, católico, estaba sumamente afectado emocionalmente por la visita del papa Francisco y por su mensaje a evitar la trampa de la polarización y la radicalización ideológica para trabajar a favor de las soluciones políticas de quienes esperan una respuesta. En especial, los más pobres y la clase media que paga sus impuestos.
La noticia de su renuncia fue un verdadero balde de agua para sus allegados. "Es evidente que la maduró durante la noche y luego de haber estado con el Papa", es el comentario del momento entre analistas políticos.
Una apelación que podría calzar con el fastidio que viene experimentado Boehner por los sectores de ultra derecha del partido, promotores de bloqueos legislativos y de parálisis de la administración para petardear iniciativas del presidente Barack Obama.
Boehner estaba harto de todo eso y, ya en el pasado, había amenazado con retirarse. De hecho, se especulaba con que eso podría ocurrir más adelante. Pero lo que sorprende en este momento es la oportunidad de la decisión, lo abrupta que es y el hecho de que la haya anunciado sin haberla anticipado, siquiera, a sus colaboradores más inmediatos.
"Efecto Francisco", dicen en los Estados Unidos, ante lo abrupto del giro y a la espera de que el propio Boehner haga sus comentarios al respecto.
La imagen de Boehner, con los ojos inyectados en lágrimas y visiblemente afectado por el mensaje del Papa en el Capitolio, dio ayer la vuelta al mundo y es, hasta ahora, la última imagen de Boehner en una sesión del cuerpo, a menudo paralizado por la falta de consenso.
FUENTE: La Nación