Durante su profundamente simbólica visita de cinco días que arranca el miércoles se espera que el pontífice presione a los líderes colombianos para que aborden las disparidades sociales y económicas que alimentaron cinco décadas de rebelión armada, al tiempo que alentará al pueblo colombiano a equilibrar su necesidad de justicia con perdón.
En un mensaje en video difundido en la víspera de su partida, el papa argentino pidió a todos los colombianos que den un “primer paso” y salgan al encuentro del otro por el bien de la paz y el futuro.
“La paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla”, dijo. “Una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”.
A un año de que el gobierno de Bogotá rubricó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, la nación sudamericana sigue amargamente dividida por los términos del pacto, aunque los guerrilleros depusieron las armas y comenzaron a regresar a la vida civil. Incluso la jerarquía de la Iglesia católica, que fue clave para facilitar las conversaciones de paz y ahora encabeza el proceso de reconciliación, está dividida por lo que muchos colombianos consideran que son unos términos demasiado generosos para los rebeldes responsables de atrocidades.
El expresidente Álvaro Uribe (202-2010), un férreo opositor del acuerdo, escribió una carta al papa el martes expresando su preocupación por que el pacto impulsó un aumento en el tráfico de drogas y creó una incertidumbre económica que podría destruir el tejido social de Colombia.
“Su Santidad, todos queremos la paz, pero la tenemos que construir con legalidad, con determinación para precaver y sancionar la violencia que siembra desesperanza y nos aleja de la palabra de Dios”, escribió Uribe en la misiva que se filtró a la prensa local.
El avión del papa Francisco partió de Roma el miércoles en la mañana en dirección a Colombia y tuvo que alterar su plan de vuelo para esquivar la trayectoria del potente huracán Irma en el Caribe.
A la media hora de partir el pontífice dijo a los periodistas que quería “ayudar a Colombia en su camino de paz”.
Aunque muchos colombianos elogian la humildad de Francisco como un ejemplo a seguir, también han cuestionado el elevado costo de la visita.
“Me gusta lo que va a pasar, el papa es una persona humilde”, dijo Aristóbulo Fonseca mientras colocaba dos imágenes de las vírgenes de Guadalupe y del Carmen en el capó de su taxi en el centro de la capital. “Lo que no es bueno es que estén haciendo de esto un carnaval y gastándose tanto dinero”.
El momento álgido de la visita de Francisco se producirá el viernes, con una reunión y una oración de reconciliación entre las víctimas del conflicto y exguerrilleros en Villavicencio, una ciudad al sur de Bogotá rodeada por territorios controlados durante años por las FARC.
El evento estará lleno de simbolismo.
El pontífice beatificará a dos sacerdotes colombianos asesinados durante las décadas de conflicto con los rebeldes, declarándolos “mártires” víctimas del odio a la fe católica.
El encuentro estará presidido por uno de los símbolos más conmovedores del conflicto: una mutilada imagen de Jesucristo que fue rescatada de una iglesia en la localidad occidental de Bojaya luego de un ataque de las FARC con mortero en 2012. Unas 300 personas se refugiaban en el templo durante la balacera, un enfrentamiento a tres bandas entre los rebeldes, milicias de derecha y el ejército. Al menos 79 personas fallecieron y un centenar más resultaron heridas.
En total, el conflicto armado colombiano dejó más de 250.000 muertos, 60.000 desaparecidos y millones de desplazados.
Antes de la llegada del Francisco el presidente Juan Manuel Santos y el último grupo rebelde del país, el Ejército de Liberación Nacional, ELN, firmaron un acuerdo de alto el fuego bilateral, un importante paso hacia la negociación de un pacto de paz permanente.
Francisco es el tercer papa que visita Colombia tras Pablo VI en 1968 y San Juan Pablo II en 1986. Ambos emplearon sus viajes para mostrar solidaridad con las víctimas de la violencia, la discriminación y la pobreza e instaron a las autoridades gubernamentales a solucionar los problemas estructurales y sociales que habían hecho de la nación una de las más desiguales de América Latina.
Monseñor Octavio Ruiz Arenas, el primer arzobispo de Villavicencio y ahora funcionario vaticano, dijo que uno de los puntos clave que Francisco pedirá a Colombia es que evite repetir los errores de los procesos de paz en Centroamérica, donde los guerrilleros desmovilizados no se reintegraron a la sociedad sino que entraron en grupos criminales. El arraigado narcotráfico en el país será un fuerte atractivo para los excombatientes que, durante décadas, no conocieron otra cosa que la guerra en la selva, agregó.
En tanto, el principal narcotraficante colombiano Dairo Úsuga, quien es objeto de una cacería por parte de las autoridades estadounidenses, sorprendió al pedir al papa que rece para que se permita a su grupo deponer las armas y participar en el proceso de paz.
“Estoy convencido de que la única forma de salir del conflicto es el diálogo”, dijo Úsuga, quien apareció públicamente por primera vez, con uniforme de camuflaje, en un video publicado en medios sociales en la víspera del arribo del pontífice. El narco se declara un campesino amante de la paz y temeroso de Dios. El gobierno colombiano, empero, lo califica de delincuente y exige que se someta a la justicia.
FUENTE: AP