El relator especial de Naciones Unidas para Birmania, Tom Andrews, advierte que sin una rápida salida al conflicto los menores birmanos se convertirán en una "generación perdida".
"Las fuerzas de la junta han torturado a al menos 142 niños desde que el golpe de Estado fue ejecutado. Han golpeado, cortado y apuñalado a niños, los han quemado con cigarros, les han forzado a mantenerse en posturas tensas, sometido a ejecuciones falsas y privado de agua y comida", reza el informe difundido el martes por Andrews.
Además de estas torturas, Tom Andrews advierte de que la junta ha detenido de forma arbitraria a más de 1.400 menores, de los cuales "al menos 61 niños son ahora rehenes de la junta".
El informe indica que los ataques militares sobre la población civil han provocado el desplazamiento forzoso de más de 250.000 menores, que se suman a los 130.000 que ya estaban desplazados anteriormente y al medio millón de niños birmanos refugiados en países vecinos.
La situación del país, sumido en una profunda crisis económica y social desde el golpe encabezado por el general Min Aung Hlain, también pone en riesgo de muerte por causas evitables a 33.000 niños, sobre todo porque no reciben las vacunas rutinarias.
Las penurias económicas creadas por esta crisis también hacen que 1,3 millones de niños y más de 700.000 mujeres embarazadas o que amamantan a sus bebés necesiten apoyo nutricional mientras que 7,8 millones de niños están sin escolarizar.
Por todo ello, Andrews emplaza a la ONU y sus países miembros a "responder a la crisis de Birmania con la misma urgencia con la que han respondido a la crisis en Ucrania".
"Esto requiere un incremento drástico de la asistencia humanitaria y apoyo regional inequívoco para refugiados. Requiere sanciones económicas más fuertes y más dirigidas, e investigaciones financieras coordinadas", recalcó Andrews, quien llamó a los países miembros de la ONU a presionar a la junta y al Consejo de Seguridad a debatir y votar una resolución sobre el conflicto.
La crisis desatada en el país a raíz del golpe de febrero de 2021 abrió una espiral de violencia con nuevas milicias civiles que han exacerbado la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas.
Al menos 1.941 personas, incluidos unos 140 menores, han muerto a raíz de la brutal represión ejercida por policías y soldados, que han llegado a disparar a matar contra manifestantes pacíficos y desarmados, conforme a los datos recabados por la ONG birmana Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.
FUENTE: DW
RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Dana Vazquez