El Estrecho de Ormuz vuelve a ser el epicentro de tensión entre Irán y Occidente
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Irán y EE UU vuelven a lanzarse advertencias en el golfo Pérsico. Mientras el primero prepara una legislación para impedir el paso de Ormuz a los países que le están sometiendo a un embargo y realiza maniobras militares con misiles, el segundo ha reforzado su presencia militar en esas aguas con el objetivo de impedir el cierre del estrecho por el que sale una quinta parte del petróleo mundial. De momento se trata de una mera toma de posiciones, pero los países vecinos no se arriesgan. Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí acaban de poner en funcionamiento sendos oleoductos para evitar un eventual bloqueo.
"La Marina [de EE UU] ha duplicado el número de dragaminas asignados a la zona, hasta ocho navíos", revela The New York Times en su edición de hoy. Además, ha desplazado al Golfo su primera base de operaciones flotante, un transporte anfibio reconvertido y barco de atraque bautizado como Ponce. Su primera misión es servir como centro logístico para el eventual desminado, pero el Ponce dispone de quirófano, helipuerto y camarotes para tropas, lo que le permite albergar a fuerzas de operaciones especiales.
Aunque los navíos son la parte más visible, el despliegue, que se inició la pasada primavera, incluye también un aumento de aviones de combate F-22 y F-15C en dos bases de la zona. Según el diario estadounidense, los nuevos aparatos refuerzan la capacidad de los ya desplegados contra las baterías de misiles que Irán ha instalado en sus costas y que podrían amenazar la navegación a través de Ormuz, además de poder alcanzar objetivos dentro de ese país.
Las fuentes citadas por el Times describen el despliegue como un mensaje a Irán para que "ni se le ocurra pensar en cerrar el estrecho". También mencionan que trata de "tranquilizar a Israel", cuyos dirigentes han amenazado con atacar las instalaciones nucleares de Irán si la comunidad internacional no logra que frene su programa de enriquecimiento de uranio. Sin embargo, los propios autores de la información reconocen que la concentración de fuerzas "supone riesgos significativos, incluida la posibilidad de que los poderosos Guardianes de la Revolución [más conocidos como pasdarán] decidan responder a ese aumento".
De hecho, la tensión entre Irán y Occidente ha aumentado tras el fracaso de la última ronda de conversaciones nucleares y la entrada en vigor el pasado domingo del embargo de la UE al petróleo iraní. Esa medida, unida a la prohibición de asegurar petroleros que transporten su crudo y a las sanciones estadounidenses a los países que hagan transacciones con su Banco Central, está ahogando la principal fuente de divisas de Teherán. Según cálculos de los analistas, el descenso en las exportaciones de petróleo va a privarle de 2.500 millones de dólares al mes.
Cuando el pasado enero, la UE aprobó el embargo y dio de plazo hasta el 1 de julio para concluir los contratos en marcha, los dirigentes iraníes hicieron saber que consideraban el acoso económico a que se estaba sometiendo a su país como una declaración de guerra. Algunas voces sugirieron responder con el cierre del estrecho de Ormuz. Aunque tal eventualidad fue rechazada de forma oficial, su mera mención constituye una forma de presión equiparable al actual despliegue militar estadounidense. Ahora ha vuelto a repetirse.
Irán ha asegurado este martes que ha probado con éxito un misil de alcance medio Sahab 3 en el marco de sus maniobras militares Gran Profeta 7. El anuncio parece una advertencia a Israel, cuyo territorio entraría dentro del alcance del misil, tal como los medios iraníes se han encargado de subrayar. Este nuevo gesto se suma a las declaraciones de un diputado iraní, según el cual el comité de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento ha redactado un proyecto de ley para bloquear el paso a través de Ormuz de los petroleros que transporten crudo a los países que apoyan las sanciones.
El régimen iraní utiliza a menudo el Parlamento como caja de resonancia de sus señales políticas. Incluso si la Cámara llegara a aprobar la ley, su efectividad sería nula mientras no sea ratificada por el líder supremo. Aún así, el momento elegido para el anuncio es otra señal de la creciente inquietud que la presión internacional está causando en Teherán.
Pero los países árabes vecinos de Irán no pueden arriesgarse. El estrecho de Ormuz es la principal salida para el petróleo de Arabia Saudí, EAU, Irak y Kuwait, y para el gas de Qatar. En 2011, entre 13 y 15 petroleros con un total de 17 millones de barriles de crudo cruzaron diariamente esa estrecha vía de agua de apenas 34 kilómetros de ancho en su tramo más estrecho. Resulta difícil ver cómo podría diferenciar Irán cuáles de ellos iban destinados a la UE.
EAU acaba de inaugurar un oleoducto entre los pozos de Habshan y el puerto de Fujairah. El conducto tiene una capacidad para 1,8 millones de barriles diarios, lo que permitirá que Abu Dabi exporte hasta el 70% de su producción por esa vía de su producción y reduzca significativamente su dependencia de Ormuz. Los medios locales han destacado además que la nueva infraestructura, que tiene 360 kilómetros y ha costado 10.000 millones de dírhams (unos 2.200 millones de euros), va abaratar el transporte del crudo y los seguros.
Por su parte, el vecino Arabia Saudí, el mayor productor y exportador del mundo, ha reabierto un viejo oleoducto construido por Irak durante la guerra que mantuvo con Irán en los años ochenta del siglo pasado. El llamado Oleoducto Iraquí en Arabia Saudí (más conocido por sus siglas en inglés, IPSA), que atraviesa la península Arábiga de Este a Oeste, fue confiscado por Riad en 2001 como compensación por las deudas contraídas por Bagdad. Desde entonces se ha usado para transportar gas a las centrales eléctricas de la costa saudí del mar Rojo. Pero a raíz de que el pasado enero Irán agitara el fantasma del cierre de Ormuz, los saudíes han estado acondicionándolo.
El IPSA podría transportar 1,65 millones de barriles diarios a los depósitos de almacenamiento de Muajjiz, en la zona industrial de Yanbu. Esa cantidad se sumaría a los 5 millones de barriles que pueden transportar los dos oleoductos de la Petroline, que nunca se han utilizado a plena capacidad y uno de los cuales también está en la actualidad dedicado al gas.
RELEVAMIENTO Y EDICION: Victoria Cerrano
FUENTE: El País