Lunes, 27 Agosto 2012 15:08

El Excepcional Conservadurismo Fiscal Americano

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taxesLas fórmulas de los que se consideran conservadores fiscales no son similares a un lado y al otro del Atlántico. Aquí algunas nociones sobre estas diferencias que sirven también para reflexionar sobre las consecuencias sociales de ese conservadurismo

 

Las fórmulas de los que se consideran conservadores fiscales no son similares a un lado y al otro del Atlántico. Aquí algunas nociones sobre estas diferencias que sirven también para reflexionar sobre las consecuencias sociales de ese conservadurismo

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taxesEn la mayoría de los países, ser "fiscalmente conservador" significa preocuparse mucho por los niveles de déficit presupuestario y de deuda y situar esas cuestiones en los primeros puestos del programa político. Actualmente, en muchos países de la zona del euro "los conservadores fiscales" son un grupo potente, que insiste en la necesidad de aumentar los ingresos estatales y al tiempo controlar el gasto. También en Gran Bretaña, conservadores destacados se han mostrado recientemente dispuestos a aumentar los impuestos y han intentado limitar el gasto futuro.

Los Estados Unidos son muy diferentes a ese respecto. Allí, a políticos destacados que se llaman a sí mismos "conservadores fiscales" –como, por ejemplo, Paul Ryan, candidato a la vicepresidencia del republicano Mitt Romney– les interesan más las reducciones de impuestos, independientemente del efecto que tengan en el déficit federal y en la deuda total pendiente. ¿Por qué los conservadores fiscales de los EE.UU. se preocupan tan poco por la deuda gubernamental en comparación con sus homólogos de otros países?

No siempre ha sido así. Por ejemplo, en 1960 los asesores del Presidente Dwight D. Eisenhower propusieron que redujera los impuestos a fin de preparar el camino para que su Vicepresidente, Richard Nixon, fuera elegido presidente. Eisenhower se negó, en parte porque no le gustaba demasiado Nixon ni confiaba en él, pero sobre todo porque consideraba importante entregar un presupuesto casi equilibrado a su sucesor.

El marco para la política macroeconómica de los Estados Unidos cambió espectacularmente cuando el sistema monetario internacional se desplomó en 1971. Los EE.UU. ya no podían mantener un tipo de cambio fijo entre el dólar y el oro: la piedra angular del sistema de Bretton Woods. Dicho desplome se debió a que los EE.UU. no quisieron endurecer la política monetaria y aplicar una política fiscal más restrictiva: es comprensible que mantener contentos a los votantes de los EE.UU. fuera más importante para el Presidente Nixon que mantener un sistema mundial de tipos de cambio fijos.

Sin embargo, resulta irónico que, en lugar de socavar el predominante rol internacional del dólar, el fin del sistema de Bretton Woods aumentara en realidad su utilización en todo el mundo. Mucho se ha escrito –y muchas manos se han retorcido al respecto– sobre la decadencia del dólar a lo largo de los cuatro últimos decenios, pero sigue siendo cierto que los activos en dólares de los EE.UU. en manos de extranjeros, en la actualidad son mucho mayores que en 1971.

Esta situación tiene un lado bueno y otro malo, porque ha permitido a los EE.UU. preocuparse menos por sus cuentas fiscales. Los extranjeros poseen ahora la mitad, aproximadamente, de toda la deuda del Gobierno federal de los EE.UU. y están dispuestos a conservarla cuando produce un rendimiento muy bajo en dólares (e incluso cuando el dólar se deprecia).

En realidad, siempre que el mundo parece inestable, los inversores quieren poseer más activos en dólares, aun cuando los EE.UU. sean la causa de la inestabilidad. Cuando los bancos grandes de EE.UU. tienen problemas o cuando los americanos están librando una debilitante pelea política sobre su hacienda pública, los inversores mundiales se disputan el Tesoro de los EE.UU. El enfrentamiento producido en el Congreso el año pasado por el límite máximo de la deuda federal puede haber costado a los EE.UU. la calificación AAA de su deuda soberana con Standard & Poor's, pero los costos del endeudamiento del Gobierno federal son en realidad menores ahora que entonces.

¿Qué han hecho los Estados Unidos con esa oportunidad, probablemente la financiación menos costosa de la historia de la Humanidad? No demasiado en materia de inversión productiva, fortalecimiento de la educación o mantenimiento de las infraestructuras esenciales, pero los EE.UU. han hecho mucho más en cuanto a la aprobación de reducciones de impuestos que aumentan el consumo en comparación con la renta y reducen los ingresos del Gobierno en comparación con el gasto. Es el duradero legado de las reducciones "temporales" de impuestos aprobadas por el gobierno de George W. Bush a comienzos del decenio de 2000.

Y los americanos se han inclinado en gran medida por concepciones políticas –de derecha o de izquierda– que consideran la deuda pública una cuestión menor o, como dijo el ex Vicepresidente Dick Cheney: "Reagan nos enseñó que los déficit no importan", con lo que se refería a que Ronald Reagan redujo los impuestos, acumuló mayores déficits y no sufrió consecuencia política adversa alguna.

No cabe duda de que Ryan y los miembros del ala del Tea Party dentro del Partido Republicano quieren reducir el tamaño del Gobierno federal y han formulado planes para hacerlo a lo largo de varios decenios, pero a corto plazo lo que prometen son sobre todo reducciones de impuestos: todo su programa práctico va orientado en esa dirección. El cálculo es el de que resultará políticamente popular (probablemente sea cierto) y al tiempo facilitará aún más los recortes de gasto más adelante (no es tan evidente). Se pasa por alto, sencillamente, la vulnerabilidad causada por una deuda pública mayor en los próximos decenios.

Por ejemplo, Ryan apoyó la orgía de gasto de George W. Bush. También apoya el mantenimiento del gasto de defensa en su nivel actual o casi y se opuso a los recortes aplicados conforme a la Ley de Control Presupuestario, de 2011.

La tesis al respecto –no declarada y muy discutible– es la de que los EE.UU. podrán vender una cantidad ilimitada de deuda gubernamental a tipos de interés bajos durante el futuro previsible. No hay ningún otro país en el mundo en el que los conservadores fiscales desearían verse relacionados con semejante juego con apuestas tan elevadas. 

 

(*) Ex jefe de economistas del FMI; profesro del MIT; académico del Peterson Institute for International Economics y coautor del libro "La Casa Blanca en Llamas: Los Padres Fundadores, Nuestra Deuda Nacional y Por Qué es Importante para Usted"

FUENTE: The Project Syndicate

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