La desaparición física de Néstor Kirchner ha representado una pérdida enorme para toda la sociedad. Tanto los propios como los ajenos. Pero junto a la pérdida también se construye el mito. Y la aparición del mito implica, para la oposición, un desafío aún más complejo.
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Hace una semana ni se nos hubiera ocurrido pensar que hoy estaríamos hablando de la muerte de Néstor Kirchner.
La Presidenta perdió a su esposo, a su compañero de toda la vida. Perdió a su referencia política más importante, a su persona de consulta más estrecha. Cristina perdió a quién ponía en discusión sus ideas y sus decisiones. Perdió a quién hacía las cosas que a ella no le gustaba naturalmente hacer.
El kirchnerismo perdió a su jefe natural. El Partido Justicialista a su Presidente. El Frente para la Victoria a uno de sus potenciales candidatos. La UNASUR a su Secretario General. El bloque de Diputados Nacionales perdió a uno de sus miembros con más participación en la definición de la agenda parlamentaria.
Los militantes perdieron a su líder. Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo perdieron a uno de sus hijos y nietos, como lo llamaron por estas horas. Los trabajadores perdieron al Presidente que les permitió empezar a recuperar lo que otros les robaron durante 35 años. Los movimientos sociales perdieron al dirigente que los sacó de las calles y los convirtió en actores trascendentes en la implementación de políticas públicas sociales.
Todos perdieron. La Presidenta, principalmente. Habrá un enorme vacío sin Kirchner.
Pero también perdió la oposición política. Perdió a un adversario de fuste. Perdió a quién trazaba la línea entre sectores adversarios. La oposición perdió a quién justificaba la peor de sus arbitrariedades. El objetivo de "poner límites a Kirchner" funcionó durante meses como la justificación perfecta para oponerse a todo y para poner –incluso– palos en la rueda.
El supuesto objetivo de que Kirchner quería quedarse con "la plata de los jubilados" le permitió a la UCR, que siempre defendió el sistema previsional público, oponerse a la estatización de las AFJP. El supuesto objetivo de Kirchner de "controlar a la prensa" llevó a que muchos se opongan a la Ley de Medios. Con la muerte de Kirchner la oposición perdió el "chivo expiatorio" de su mezquindad política.
Pero las características en que se dio la despedida popular a Néstor Kirchner, con una multitud despidiéndolo en la Casa Rosada y miles de personas acompañándolo en el recorrido hacia el cementerio de Río Gallegos, con una importantísima presencia de jóvenes, generó una novedad política. Néstor Kirchner YA se transformó en un MITO.
Néstor ya es una bandera. Es una consigna. Es una referencia. Es para muchos un ejemplo a seguir. Néstor ya es mucho más de lo que fue en vida. En 36 horas pasó de ser el eje ordenador de la política argentina, definiendo los que estaban de una vereda o de otra, a convertirse en un MITO.
"Néstor junto a Perón" decía una bandera. "Nestor vive en el Pueblo", decía un cantito de los jóvenes. "No perdió la vida, la entregó", dijo alguien respecto al cuidado de su enfermedad coronaria. "Néstor no se murió", repetían los jóvenes.
Los mitos nacen porque el pueblo los hace tales. Nacen espontáneamente. La muerte repentina. La muerte a temprana edad. La muerte heroica. Todo ayuda al mito. Cuando un líder político se convierte en mito, como Juan Perón, como Evita, como el Che Guevara, la dimensión de la figura se despega de los aciertos y errores que pudo haber tenido el personaje en vida.
A Néstor, "el dirigente político", le seguirán computando sus errores, su estilo controversial, sus defectos. Pero a Néstor Kirchner, "el mito", sólo le computarán sus aciertos, sus decisiones positivas, sus valores, sus actitudes más humanas. Le pondrán en su boca palabras que nunca dijo. Estará en lugares donde nunca estuvo. Hará cosas que nunca hizo.
Con Néstor Kirchner salido dramática e inesperadamente de las contradicciones de la coyuntura, la oposición política tendrá un serio problema. Peleará contra un mito, contra un fantasma, contra una persona que no fue. Deberá cambiar de estrategia. Ya no existirá el "te compró Kirchner". O "Kirchner quiere quedarse con todo". Deberá confrontar con la gestión de la Presidenta. Deberá salir de la dialéctica hueca y facilista de confrontación con Kirchner para diferenciarse a través de proyectos, visiones, miradas sobre la administración del Estado y la definición del rumbo del país.
Murió Néstor Kirchner. Es una pérdida para todos, sin dudas. Principalmente para Cristina, su Compañera de toda la vida. Pero la oposición está en problemas. Néstor Kirchner ya es un mito. Y a los mitos no se los puede combatir con operaciones de prensa o con encuestas de opinión.
(*) Licenciado en Ciencia Política. Militante del Frente para la Victoria en la Provincia de Santa Fe.
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