Miércoles, 15 Mayo 2013 20:50

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La insistencia de la prensa española en denostar las políticas de los gobiernos progresistas latinoamericanos desde su supuesta ineficiencia y corrupción. Prédicas emanadas desde un mundo que se hunde en el ajuste y el desempleo

Me encanta cuando algunos periodistas españoles se ponen en el rol de expertos o de maestros de escuela. Me encanta verlos denostar a los gobiernos de América Latina, en especial al de Venezuela, marcándoles lo inútiles y lo tiránicos que son al punto que ya no sirven ni siquiera para que su atribulada población pueda limpiarse el traste porque no hay papel higiénico.

Me encanta verlos explicar cómo el rol activo del Estado en materia de control de precios es de una absoluta inutilidad porque los precios máximos establecidos por el gobierno “se han situado incluso por debajo de los costes de producción y prácticamente siempre por debajo de los de mercado” con lo cual imagínese usted a esos pobres empresarios… ya no les conviene fabricar ni papel higiénico!!

Me encanta leerlos cuando les explican a sus lectores allá en España –y también a nosotros en este lado del charco– cómo funciona de veras la economía. Nos enseñan que la teoría económica dice que “la oferta de un producto disminuye y la demanda aumenta cuando los precios son bajos”. Y que porque “oferta y demanda no se encuentran, los productos regulados se han visto sometidos intermitentemente a la escasez, el racionamiento o el acaparamiento porque su precio no es de mercado”. Palabra de Dios-Mercado. Y si la palabra de Dios-Mercado dice que eso es así, a qué estúpido se le ocurre que con políticas de control de precios va a hacer que la economía ande bien y que la gente pueda encontrar un mísero rollo de papel higiénico en el exhibidor de un supermercado.

Por supuesto, también me encanta ver cuando muestran la hilacha. Porque parece que al señor periodista español le molesta que en el país que nada en petróleo, el control de precios sobre la gasolina hace que no haya nafta Premium!! No vaya a ser cosa que el motor de la Suburban se me ensucie con esa nafta proletaria común que tiene olor a nafta más fuerte que la otra que sale el doble de cara.

Me encanta verlos profetizar la devaluación y despotricar contra el control del tipo de cambio, igualito que acá. Uno se los imagina sacando pecho y afirmando con tono de voz grave y sacudiendo negativamente la cabeza mientras escriben que con el tipo de cambio oficial, “la demanda de dólares en Venezuela tiende al infinito, mientras que su oferta está muy limitada y controlada por el Gobierno, lo que ha provocado amiguismo, corrupción y, sobre todo, una generalizada ineficiencia económica. El tipo de cambio paralelo, el del mercado negro, ronda los 26 bolívares por dólar, más del cuádruple del oficial. El primer desabastecimiento del país, pese a los ingresos del crudo, es el de divisas. Y como con los otros productos, lo inevitable con el dólar será subir el precio. Es decir, devaluar el bolívar. Una vez más”.

Será un poco masoquista lo mío, pero me encanta verlos ir predicando por el mundo sobre la ineficiencia natural del Estado en el manejo de la economía y sobre lo corrupto que inevitablemente se vuelve todo gobierno que insista en esto de meter mano en el mercado.

Obviamente, lo que no le encanta al señor periodista español es analizar el rol político de los actores económicos privados desde los cuales surge el desabastecimiento. Ni siquiera si se trata de uno de los cinco empresarios más poderosos del país vinculados, nada más ni nada menos, que a la producción de alimentos.

Por supuesto que no le encanta, porque si le encantase tendría que explicar cómo al dueño de una corporación alimentaria justo deja de serle rentable lo que hace en el momento en que el impulso de la oposición política va perdiendo fuerza y, por oposición, el posicionamiento político del presidente Nicolás Maduro va ganando más fuerza. Y también tendría que explicar que justo esta corporación sufre estos problemas cuando Maduro vuelve de una gira en la cual firmó acuerdos y convenios con sus socios del MERCOSUR por 11.000 millones de dólares.

Lo mismo estamos empezando a ver por estos pagos del Sur. Los predicadores del apocalipsis de los medios monopólicos y sus shows periodísticos montados sobre rumores, versiones incomprobables y denuncias guionadas son sólo el preludio de lo que se viene. Porque estos tipos manejan las mismas fórmulas en todos lados. Allá en Venezuela profetizan devaluación, acá en Argentina también. Allá le meten miedo a la población con la cotización del dólar en el mercado negro, que por definición es ilegal por si vale la aclaración, acá también. Allá arrancaron a desabastecer los supermercados, acá lo intentaron hacer en el 2008. Ojalá no se les ocurra de nuevo, será cosa de estar atentos.

Pero lo que más me gusta de todo no es lo anterior. Lo que más me gusta es ver cómo la prensa española pretende explicarnos a nosotros, pobres latinoamericanos inocentes, por dónde pasa la verdad de la vida mientras su propio país se hunde y su clase política condena a más de seis millones de españoles al desempleo, el 27% de su población económicamente activa, 56% de los cuales son jóvenes de no más de 25 años. Toda una generación devastada mientras el Partido Popular continúa con la implementación de las políticas de ajuste recomendadas por la Unión Europea y el FMI. Recortando gastos en salud, en educación, en jubilaciones, en todo lo que afecte al bolsillo de los menos poderosos. Por supuesto, implementando el mismo tipo de políticas y de consejos que estos periodistas quieren darnos a nosotros.

Ah, casi me olvido! Sin dejar de mencionar que se rasgan las vestiduras sobre la supuesta corrupción de todo gobierno que tenga tufillo a cosa progre o a zurdaje, pero de la corrupción del Partido Popular, de los sobresueldos que Aznar y Rajoy cobraron durante años, de los negociados de miembros de la corona española con algunas empresas, ESA corrupción no es tan terrible. Obvio, es corrupción de clase alta, tiene más glamour. Sí… hace ruido, se publican noticias y todas esas cosas, pero es corrupción con pedigree, qué le vamos a hacer. Sólo le falta salir en la revista Hola.

Pero no importa. No importa si su país se hunde mientras que acá no hay indicador social que no haya mostrado mejoras sostenidas aún en años de crisis internacional de acuerdo a cualquier relevamiento internacional que se le ocurra consultar. No importa. Para ellos todo está bien… en tanto y en cuanto siga habiendo papel higiénico con el que limpiarse.

 

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal 

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