Aun para los estándares de la cada vez peor serie de videos referidos a atrocidades y masacres que se filman en Siria, el más reciente de ellos no puede dejar de provocar la sensación de puro salvajismo y barbarie. El video, posteado el 12 de mayo pero filmado el 26 de marzo cerca de la ciudad de Qusayr, en la frontera con el Líbano, comienza mostrando a un sereno comandante rebelde abriendo el pecho del cadáver de un soldado del gobierno con un machete, para luego arrancarle el corazón y el hígado con precisión quirúrgica y una enorme dosis de sangre fría.
La persona que sostiene la cámara comienza a bromear con el comandante diciéndole, “Dios te bendiga Abu Sakkar, parece como si estuvieses dibujando un corazón de amor [en su pecho]!”. El comandante, el hombre llamado Abu Sakkar, toma entonces el sangriento corazón del soldado mira a la cámara y pronuncia una escalofriante amenaza:
“Lo juro por Dios, les digo a ustedes, perros soldados de Bashar, les comeremos sus corazones y sus hígados! Héroes de Bab Amr, masacren a los alawitas, arranquen sus corazones y cómanselos!”.
Entonces, mientras las personas fuera de cámara gritan Allah Akbar! (Dios es Grande!), Abu Sakkar finaliza el video poniéndose el sangrante corazón en su boca y arrancando un bocado con sus dientes. Mutilación y canibalismo, rodeado de un profundo lenguaje sectario, pone el acento en la horripilante violencia sectaria en la que ya están sumidas algunas partes de Siria.
Miembros de la prensa en contacto con Human Rights Watch –al igual que al propio hermano del comandante, el cual se reunió con periodistas de la revista Time– confirmaron que el hombre en el video es efectivamente Abu Sakkar, un conocido comandante rebelde. Algunos periodistas que se han reunido con él afirmaron que es uno de los fundadores de la Brigada Farouk, una de las milicias rebeldes más numerosa y con mayor historia de las existentes en Siria, la cual fue creada en la ciudad de Homs en el año 2011.
Abu Sakkar y sus compañeros combatientes provienen del barrio Baba Amr en Homs, el cual sufrió uno de los asedios más brutales e intensos por parte del ejército sirio durante los dos años en que dura la actual guerra civil. Durante ese asedio, que se prolongó desde febrero a mayo de 2012, fuerzas leales a al presidente Al-Assad convirtieron el barrio en escombros y eliminaron a casi todos los más importantes comandantes rebeldes, al igual que la población civil atrapada en el fuego cruzado. Los periodistas que se reunieron con Abu Sakkar describieron su fanatismo y su afición por las armas.
En octubre pasado, Abu Sakkar se escindió de las filas de la Brigada Farouk y formó su propia tropa aún más fanática e “independiente” a la que llamó Brigada Omar Al-Farouk. Desde entonces, se posicionó a la cabeza de una batalla cada vez más sectaria por el control de la ciudad de Qusayr, la cual era objeto de una masiva ofensiva por parte de las fuerzas del gobierno apoyada, según algunos reportes, por Hezbollah. La batalla de Qusayr, ubicada estratégicamente cerca de la frontera con el Líbano y en una región particularmente diversa del país, está peligrosamente arrastrando a Siria y a la región en una dirección cada vez más sectaria.
Controlar Qusayr es de crucial importante tanto para la oposición armada como para el gobierno de Assad. Para los rebeldes, Qusayr es un punto de tránsito importante de armas y combatientes que se dirigen a Damasco. Para el gobierno de Assad, evitar la interrupción de esta línea de suministro de armamento –y el cerco sobre las fuerzas rebeldes que intentan asediar Damasco– es actualmente uno de sus objetivos militares más importantes. Una victoria del gobierno en Qusayr podría darle a las fuerzas de Assad una gran ventaja, fortaleciendo un corredor seguro desde la costa hacia el corazón del territorio alawita, el cual representa el núcleo de su base de apoyo.
La batalla de Qusayr también habría convocado a combatientes de Hezbollah desde el vecino Líbano, algunos de los cuales habrían sido asesinados en combates alrededor de la ciudad y en poblados chiítas de la zona. Su rol ha sido reconocido por el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, en un reciente discurso el cual resalta en un contexto de un creciente número de funerales de “mártires” de combatientes de Hezbollah muertos en Siria. Los predicadores salafistas sunnitas en el Líbano han respondido a esto convocando a sus seguidores a la pelea en Qusayr para ayudar a sus “hermanos sunnitas”.
La creciente dinámica sectaria del conflicto no se ha limitado a la provincia de Homs. El 2 de mayo, rebeldes al sur de Damasco ofrecieron su propia respuesta al discurso de Nasrallah: profanaron la tumba de una de las figuras chiítas más veneradas, un compañero del profeta Mahoma y uno de los primeros seguidores de su primo y yerno, el Imán Ali, conocido como Hujr ibn Adi. Aquellos que afirman haber participado de la profanación afirmaron que lo hicieron en nombre del Islam y que deseaban terminar con la veneración que los chiítas hacían de los huesos de Adi, una práctica considerada casi herética entre los sunnitas más conservadores.
El mismo día de la profanación de la tumba, imágenes terribles de muertos y cadáveres calcinados, incluidos muchos niños, salieron a la luz en los poblados de Bayda y Baniyas en la zona costera del territorio alawita. Allí, residentes sunnitas acusaron a soldados del gobierno de perpetrar masacres revanchistas y ejecuciones en áreas donde existe apoyo a la rebelión.
Abu Sakkar, el comandante que aparece mutilando a un soldado muerto, ha sido un activo participante de la violencia sectaria y de su diseminación regional. En venganza por la llegada de combatientes de Hezbollah a la batalla de Qusayr, lideró un bombardeo sobre aldeas chiítas en el valle del Bekaa dentro del Líbano. El bombardeo provocó la muerte de un hombre de 30 años y de un niño de 13 e hirió a otras 3 personas más. Abu Sakkar defendió sus acciones frente a algunos periodistas:
Ayer [14 de abril], Hezbollah bombardeó Qusayr, Nahriyeh, Burhaniyeh y Saqarji desde sus posiciones en Qasr y Hosh Sayid Ali. Bombardearon a civiles y asesinaron a muchas mujeres y niños… Si tenemos que hacerlo, atacaremos a civiles tal como ellos lo han hecho. Nuestros civiles no son menos valiosos que los suyos. Hezbollah está asesinando arbitrariamente en Siria… Ayer, hemos respondido. Hemos contraatacado a las posiciones de Hezbollah.
Abu Sakkar es sólo un hombre. Hay muchos otros hombres armados en Siria que rechazan tales acciones sectarias y se horrorizan por la mutilación y la profanación de los cuerpos, dejando de lado los actos de canibalismo. Pero el problema es que es un comandante en una batalla decisiva en Siria, difícilmente una figura marginal.
El giro sectario en Siria representa un peligro no sólo para Siria, sino para la estabilidad en toda la región, la cual se ha visto crecientemente enredada en el pantano sirio. El Líbano ha visto cómo aldeas chiítas han sido bombardeadas desde Siria; el involucramiento de Hezbollah en Siria ha provocado que clérigos sunnitas radicales en el Líbano respondan con su propio llamado a la jihad en Siria; y episodios de violencia mortal esporádicamente se producen entre los habitantes alawitas pro Assad en el barrio de Jabal Mohsin y sus vecinos sunnitas de línea dura en la ciudad de Trípoli, al norte del Líbano.
En Irak, las tensiones entre el gobierno chiíta del primer ministro Nouri al-Maliki y las comunidades sunnitas del país están en alza permanentemente desde las represión de una protesta sunnita el 23 de abril en la ciudad de Hawija, al norte, en la cual perdieron la vida 40 civiles. El reciente atentado doble con coche-bomba en el poblado fronterizo turco de Reyhanli que provocó 46 muertos –por el cual el gobierno turco culpó a partidarios de Al-Assad– ha puesto a Turquía a las puertas del conflicto con Siria y provocado ataques de residentes turcos contra refugiados sirios en ese mismo poblado.
¿Qué podemos hacer en vista del brutal salvajismo de Abu Sakkar? Nada puede contener la espiral creciente de asesinatos y brutalidad en tanto el conflicto continúe. Pero hay algunos pasos que podemos y debemos dar para presionar y contener la creciente ola de violencia sectaria y dejar claro ante la ciudadanía que aquellos responsables por estos repulsivos actos deberán rendir cuentas.
El Consejo de Seguridad de la ONU garantizó la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI) para investigar crímenes serios en Libia después que se produjo la brutal represión de manifestantes pacíficos. Pero debido a la oposición de algunos miembros del Consejo –principalmente Rusia y China– la CPI no ha podido hacer lo mismo en respuesta a los acontecimientos en Siria, a pesar de haber transcurrido dos años de conflicto y atrocidades.
Una acción del Consejo de Seguridad enviaría un mensaje poderoso a todas las partes del conflicto sirio de que abusos tales como el que cometió Abu Sakkar –al igual que todos los cometidos en mayor número por el gobierno sirio– serán sometidos a acusación de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El trabajo de la CPI será sólo una pieza en una investigación mucho más grande que será necesaria llevar adelante en relación a esta guerra –juicios nacionales, documentación, confesiones, reparaciones, e investigación de antecedentes también serán necesarios– pero es un paso crucial dado el perverso clima de impunidad que asola actualmente a Siria.
Este grotesco video refuerza la necesidad de que la Coalición Nacional Siria y el Ejército Libre Sirio adopten todas las medidas necesarias para prevenir tales abusos por parte de cualquier persona bajo su mando y de tomar acciones contra cualquiera que cometa crímenes de guerra –al mismo tiempo de que urjan a todas las fuerzas en contra de Assad a que hagan todo lo que esté a su alcance para evitar que la Brigada de Abu Sakkar consiga armamento.
Dos años de guerra brutal –en la cual 70.000 personas han perdido la vida y una población entera ha sido brutalizada por una violencia constante– han dejado heridas profundas. También han creado fisuras que amenazan con desmembrar a Siria en una ola de violencia sectaria, de asesinatos de vecinos contra vecinos. Las palabras de Abu Sakkar sugieren que para él, el enemigo ya no es simplemente el conjunto de hombres en uniforme que pelea en el otro bando: son las comunidades chiítas y alawitas. Él tendrá sus contrapartes en los miembros de las fuerzas armadas para quienes el enemigo sean simplemente sunnitas. Y como lo demostró la guerra civil en Irak, cuando las comunidades más que los ejércitos son vistos como los enemigos, la violencia se caracterizará por una singular brutalidad y mortalidad.
FUENTE: Foreign Policy