Martes, 22 Febrero 2011 16:10

Furia en Wisconsin: Reflexiones Sobre el Ajuste Económico

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Protesta_funcionarios_Capitolio_Wisconsin_21_febreroEl gobernador de este estado norteamericano impulsa una legislación que recorta los sueldos de los trabajadores del sector público y coarta el poder de negociación de sus sindicatos. Esto vuelve nuevamente imprescindible una reflexión sobre cuál es la función de los ajustes económicos y sobre el rol de los sindicatos frente al poder

 

El gobernador de este estado norteamericano impulsa una legislación que recorta los sueldos de los trabajadores del sector público y coarta el poder de negociación de sus sindicatos. Esto vuelve nuevamente imprescindible una reflexión sobre cuál es la función de los ajustes económicos y sobre el rol de los sindicatos frente al poder

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Protesta_funcionarios_Capitolio_Wisconsin_21_febreroTodo comenzó el jueves pasado. El flamante gobernador del estado de Wisconsin, el republicano Scott Walker, impulsó una legislación destinada a hacer frente al abultado déficit fiscal de su estado. Las dos principales medidas del proyecto pasaban por la aplicación de un recorte a los salarios de los trabajadores del sector público, un aumento en los costos de las cuotas de sus seguros de salud y de sus aportes jubilatorios, y una disminución del poder de negociación colectiva de sus sindicatos (se exceptúa toda negociación que no sea salarial).

La votación prevista para esa jornada se vio frustrada por la ausencia de todos los senadores demócratas, quienes habían abandonado el estado para boicotear la sesión. A renglón seguido, tras fracasar el tratamiento de la ley, cientos de trabajadores públicos tomaron el palacio legislativo en protesta por el avasallamiento de sus derechos laborales.

Desde ese día, el conflicto no ha cedido en intensidad. En el día sábado, la jornada de presencia más multitudinaria, cerca de 70.000 personas se manifestaban frente al recinto legislativo. Lo que está en juego, en palabras del propio gobernador Walker, es la virtual certeza de la eliminación de 1500 puestos de trabajo, cifra que podría trepar hasta los 6000.

Wisconsin enfrenta una seria crisis presupuestaria. El nivel de recaudación ha caído sensiblemente y la brecha en las cuentas públicas durante los últimos dos años sólo ha podido cerrarse gracias al aporte del gobierno nacional. En este contexto, algunos de los sindicatos estuvieron dispuestos, en los primeros días luego de asumido el nuevo gobierno, a compartir parte de la carga de equilibrar las cuentas públicas.

Sin embargo, el gobernador Walker tomó un camino mucho más extremo y que, en definitiva, disparó el actual conflicto. En realidad Walker no parecía tener interés en negociar un compromiso con los sindicatos de los trabajadores públicos pues, al mismo tiempo que impulsaba el ajuste para este sector, promovía un recorte impositivo a los sectores sociales de mayores ingresos, debilitando todavía más la menguada capacidad recaudatoria del fisco.

Esto dispara la pregunta inevitable: ¿el ajuste es una medida para enfrentar la situación económica o es una cuestión de poder?

Paul Krugman no tiene ninguna duda al respecto, es una cuestión de poder. El premio Nobel de economía lo plantea en términos contundentes: "lo que el gobernador ha dejado en claro es que no tiene intención de negociar con los trabajadores, sino cercenar la capacidad de los trabajadores para negociar".

Krugman va más allá y se plantea una pregunta que trasciende las fronteras de Wisconsin: ¿Por qué avanzar sobre el poder de los sindicatos? Su respuesta se enfoca en el caso estadounidense, pero bien vale para todo el mundo. "En principio, cada ciudadano tiene igual participación en el proceso político. En la práctica, desde luego, algunos son más iguales que otros. Los multimillonarios pueden montar ejércitos de lobbystas, pueden financiar think tanks que le dan el giro que ellos desean al debate político o pueden inyectar montañas de dinero en políticos que simpatizan con sus puntos de vista. En el papel somos una nación de 'una persona-un voto', pero en realidad somos poco más que una nación oligárquica en la cual un puñado de personas adineradas son las que predominan sobre el resto".

Perplejidad es la palabra que primero viene a la mente cuando se lee que uno de los economistas más prestigiosos de los Estados Unidos dice que su país es una oligarquía que sobrepasa a las instituciones de la democracia. Más allá de que uno esté convencido desde hace tiempo de que esa es la verdadera cara de la primera potencia mundial. Pero esa perplejidad sólo tiende a ir en aumento.

"Dada esta realidad –dice Krugman– es importante tener instituciones que actúen como contrapeso del poder del dinero. Y los sindicatos están entre las más importantes de estas instituciones. No es necesario que usted ame a los sindicatos, no tiene por qué creer que cada postura política que adoptan es la correcta. Pero es necesario reconocer que están entre los actores más influyentes de nuestro sistema político a la hora de representar y defender los intereses de la clase media y trabajadora en oposición a los intereses de los opulentos. En efecto, si los Estados Unidos se han vuelto más oligárquicos y menos democráticos durante los pasados 30 años –como realmente ha ocurrido– es debido, en gran medida, a la manifiesta disminución del poder de negociación de los sindicatos del sector privado. Y ahora, el gobernador Walker junto a quienes lo apoyan, están tratando de deshacerse de los sindicatos del sector público también".

Este análisis finaliza con una reflexión difícil de refutar: "Existe aquí una gran ironía. La crisis fiscal de Wisconsin, al igual que la que atraviesan otros estados, fue causada por el creciente poder de la oligarquía estadounidense. Después de todo, fueron los sectores más ricos y concentrados de la economía, no el público en general, quienes presionaron para lograr la desregulación financiera y, de este modo, sentar las bases para la crisis del 2008/09. Una crisis cuya consecuencia es la razón principal para el presente desequilibrio presupuestario. Y ahora los políticos de derecha están tratando de explotar esa crisis, utilizándola para quitarse de encima a uno de los últimos obstáculos al dominio oligárquico. Entonces, ¿este ataque sobre los sindicatos tendrá éxito? Es difícil decirlo. Pero a cualquiera que le interese que el 'gobierno del pueblo' siga estando en manos del pueblo debería desear que no lo tenga".

Pensando en la Argentina de este 2011 electoral y recordando la visión de algunos potenciales candidatos a la presidencia respecto de los derechos de los trabajadores, o de los reclamos corporativos de los grupos más concentrados de nuestra economía, es bueno prestar atención a estos ejemplos. Pone blanco sobre negro a qué intereses representan, los cuales, si vale la pena aclararlo, no tienen como objetivo el bienestar colectivo de la sociedad argentina.

 

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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