Barack Obama anunció el retiro de 10.000 soldados de Afganistán en un discurso televisado. La editorial del Washington Post que reproducimos a continuación es uno de los análisis más interesantes producidos por la prensa estadounidense respecto del mismo
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No hubo pancarta, tampoco un vitoreo de marinos, no hubo aterrizaje en portaviones y –gracias a Dios– tampoco un traje de piloto de combate. Pero no nos equivoquemos, el presidente Obama nos vio su propia versión del "Misión Cumplida" en el discurso del miércoles.
La decisión no implica una victoria ni mucho menos. Sólo es un compromiso a mitad de camino entre hacer más lento el retiro de las tropas de Afganistán como pedían los generales y acelerarlo tal como lo pedían muchos legisladores Demócratas y la mayor parte de la opinión pública. Obama armó un lindo paquete, lo envolvió con un moño y declaró, quizás prematuramente, que su "ofensiva" en Afganistán ha sido un éxito.
"Comenzamos este retiro desde una posición de fuerza" afirmó el presidente en su discurso. "Al-Qaeda está bajo mayor presión hoy que en cualquier otro momento desde el 11 de septiembre. Junto a los pakistaníes hemos acabado con más de la mitad del liderazgo de Al-Qaeda. Y gracias a nuestros profesionales de inteligencia y de las fuerzas especiales, hemos dado muerte a Osama Bin Laden, el único líder real que Al-Qaeda ha conocido. Esta es una victoria para todos aquellos que han prestado servicio desde el 11 de septiembre".
"Retiro desde una posición de fuerza" se parece mucho a la frase "regreso triunfal" que George W. Bush utilizó para Irak (y las similitudes no terminan ahí). "Tenemos la tranquilidad de saber que la marea de la guerra está retrocediendo" le dijo Obama a la Nación. "Hemos finalizado las operaciones de combate en Irak, con 100.000 soldados ya retirados del país. Y aun cuando en Afganistán vayan a haber días oscuros en el futuro, la luz de una paz segura podrá verse a la distancia".
El presidente fue medido, como habitualmente suele serlo, en su celebración advirtiendo sobre "los grandes desafíos" que aún existen por delante. Sus asesores, sin embargo, fueron menos sobrios. Hablando en condición de anonimato, sostuvieron una teleconferencia donde se podía percibir cómo hinchaban el pecho. "No hemos visto una amenaza terrorista proveniente de Afganistán desde hace siete u ocho años", sostuvo uno de ellos señalando además que "no existen indicios de que haya algún esfuerzo dentro de Afganistán para utilizar a su territorio como plataforma para lanzar ataques terroristas... Por el contrario, las amenazas provinieron desde Pakistán, por lo menos, durante los últimos seis años".
Pero entonces, si no ha habido una amenaza terrorista surgida de Afganistán desde hace siete años, ¿por qué Obama envió decenas de miles de tropas adicionales a un conflicto que ha reclamado más de 1500 vidas estadounidenses? ¿Y por qué aún sigue dejando a la mayoría allí?
Obama seguramente espera que su plan de declaración de victoria seguida de una retirada escalonada le dé algo que se ubique entre el colapso catastrófico del orden en Afganistán y un compromiso interminable de las tropas norteamericanas. Sin embargo existe un riesgo: al decir que las cosas andan tan bien, Obama podría quedar fuera de lugar, al igual que Bush, si las cosas no terminan saliendo de esa manera.
Y eso es más que una posibilidad teórica. Como lo muestra una investigación de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Afganistán ha desperdiciado el margen de maniobra que obtuvo de la lucha contra la insurgencia, haciendo mediocres progresos hacia la construcción de un gobierno competente. Con excepción de un 3 por ciento, el resto del PBI del país lo conforma el gasto militar extranjero.
Pero Obama está muy necesitado de una victoria y proclamarla en Afganistán es una opción tan buena como cualquier otra. Dieciséis meses desde que fue electo, parece que su liderazgo está en problemas por donde se lo mire. Los Demócratas Liberales y varios Republicanos se están uniendo para oponerse a su acción militar en Libia. La Reserva Federal redujo sus previsiones de crecimiento tanto para 2011 como para 2012. Inclusive Al Gore se está quejando de la forma en que Obama está afrontando el problema del calentamiento global. Una encuesta realizada por Bloomberg arrojó que un 30 por ciento de los estadounidenses votará por Obama con seguridad, pero un 36 por ciento afirmó que de ninguna manera lo hará.
Contra este marco de fondo tan pobre, el manejo de Obama de la cuestión del terrorismo es su área de desempeño más fortalecida (un 69 por ciento de aprobación en la encuesta de Bloomberg). El presidente le recordó a los estadounidenses por qué tienen esta percepción al evocar la eliminación de Bin Laden. "La información que recolectamos del complejo donde se ocultaba Bin Laden mostró que Al-Qaeda está bajo una enorme presión", afirmó. "Bin Laden expresó su preocupación de que Al-Qaeda se vea impedida de reemplazar efectivamente a los terroristas más veteranos que han sido asesinados... Hemos puesto a Al-Qaeda en el camino de la derrota y no descansaremos hasta que esa tarea esté finalizada".
Esa frase, nuevamente, tiene ecos de Bush. Pero hacia el final de su discurso, Obama apuntó más alto con sus referencias: "Con confianza en nuestra causa, con fe en nuestros conciudadanos y con esperanza en nuestros corazones, llevemos a cabo la tarea de extender la Promesa de Norteamérica, para esta generación y la que viene".
Cuando usted hace recordar a las palabras de cierre del Discurso Inaugural del Segundo Mandato de Abraham Lincoln, seguro que no necesita de una pancarta que diga "Misión Cumplida".
(*) Columnista de Opinón del Washington Post
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