Martes, 02 Agosto 2011 16:23

China y el Continente Africano

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visita_hu_hintao_liberiaLa presencia creciente de China en África ha sido uno de los datos salientes de la vinculación de este continente con el resto del mundo. Principalmente en materia económica, pero también política, el vínculo de Beijing con los países de esta región puede obrar a futuro como un elemento de peso para medir su grado de influencia en el escenario internacional

 

La presencia creciente de China en África ha sido uno de los datos salientes de la vinculación de este continente con el resto del mundo. Principalmente en materia económica, pero también política, el vínculo de Beijing con los países de esta región puede obrar a futuro como un elemento de peso para medir su grado de influencia en el escenario internacional

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visita_hu_hintao_liberiaEn los últimos años se ha hablado mucho del notable crecimiento y desarrollo económico de China, que lo posicionó en la única potencia capaz de competir e incluso desbancar a Estados Unidos como principal potencia mundial en las próximas décadas. Asimismo, la presencia de ese país en diferentes regiones del mundo se ha incrementado notablemente durante la primera década del siglo XXI, principalmente en África.

Esta expansión china hacia el continente negro obedece a tres motivos. Una primera cuestión tiene que ver con la búsqueda de nuevos mercados donde poder colocar sus productos. En este punto es importante señalar que China carece de grandes competidores en África para vender sus manufacturas y bienes de consumo, además de que los mercados africanos son menos exigentes que los europeos y el estadounidense.

Una segunda cuestión está relacionada con el interés chino en lograr el apoyo diplomático de los gobiernos africanos en su lucha por imponer el principio de "una sola China". De hecho, la única condición que impone Beijing a los países africanos para el establecimiento y desarrollo de las relaciones económicas es la aceptación de dicho principio, el cual implica el no establecimiento o ruptura, en algunos casos, de las relaciones diplomáticas con Taipei. Actualmente, 48 de los 53 países africanos mantienen relaciones diplomáticas con China. Sólo 5 reconocen al gobierno taiwanés. Ellos son: Burkina-Faso, Gambia, Malawi, Swazilandia y Santo Tomé y Príncipe.

La tercera cuestión, y la más importante, hace referencia a la necesidad que tiene China de asegurarse recursos naturales, energéticos y materias primas no solo para alimentar a sus 1340 millones de habitantes sino también para mantener el actual crecimiento económico, tan importante para el país y que lo llevó a convertirse en la segunda economía mundial. Recordemos que el gigante asiático es además el segundo consumidor mundial de petróleo después de los Estados Unidos. Hasta el año 2005, casi la mitad del crudo importado por Beijing provenía de Medio Oriente, pero los conflictos políticos y militares en esa región llevaron a este país a mirar hacia el continente negro, rico también en petróleo y gas natural.

El desembarco chino en África se dio a través de la firma de varios tratados comerciales y acuerdos de explotación de recursos con diferentes países africanos, además de otorgar préstamos con un interés bajo, condonaciones de deudas (China canceló 312 convenios de deuda de países africanos por una cifra cercana a los 3 mil millones de dólares) y realizar grandes inversiones en infraestructura. Esta creciente expansión de Beijing lo convirtió en el principal socio comercial de ese continente, relegando al segundo y tercer puesto a Estados Unidos y la Unión Europea.

El volumen de los intercambios comerciales entre China y África ha venido aumentando desde el primer Foro sobre Cooperación sino-africana, celebrado en la capital china en el año 2000 (donde el volumen apenas superaba los 10 mil millones de dólares). Para el año 2008, dicha cifra se elevó a 107 mil millones de dólares, lo que representó un crecimiento anual del 34%. En el 2010, el volumen del comercio fue de 127 mil millones de dólares, y se espera que para este año esa cifra alcance los 150 mil millones de dólares.

África es el cuarto mayor destino de las inversiones chinas. Actualmente, hay más de 1.700 empresas chinas establecidas en el continente negro y los principales sectores en los que se invierte son aquellos vinculados con los recursos naturales (petróleo, gas, y otros minerales) e infraestructura. Así, rutas, redes ferroviarias y de telecomunicación, oleoductos y represas, son algunas de las obras realizadas hasta el momento. A cambio, Beijing importa de sus socios africanos petróleo (que constituye el 60% de las importaciones), gas y metales estratégicos además de materias primas como madera, pescado y productos agrícolas.

Como se mencionó anteriormente, China ha firmado diferentes acuerdos con varios países africano, entre los cuales se encuentran Angola, Sudán, Etiopía, Nigeria, Ghana y Sudáfrica. Respecto al primer país, Beijing se convirtió en su principal socio comercial, dado que es el segundo mayor proveedor de petróleo del gigante asiático detrás de Arabia Saudita. En el 2004, el banco estatal chino Eximbank otorgó a este país 2000 millones de dólares en créditos, asignados para reconstruir la infraestructura angoleña, destruida por la guerra civil que azotó este país durante tres décadas. A cambio, Beijing recibiría 10 mil barriles de petróleo por día. Las principales obras de reconstrucción apuntaron a la creación de hospitales, escuelas, carreteras y viviendas.

En tanto, Sudán se ha convertido en el principal destino de las inversiones chinas en el continente africano. A su vez, el gigante asiático compra más de la mitad del petróleo que produce ese país. El mes pasado, el presidente sudanés Omar al Bashir viajó a Beijing donde fue recibido por su par chino Hu Jintao. Allí firmaron una serie de acuerdos –entre ellos, uno en materia petrolera con la Compañía Nacional de Petróleo de China– que buscan reforzar los lazos entre ambos países.

En las relaciones entre ambos continentes hay que tener en cuenta otro fenómeno que es el de la emigración. En este sentido, el gobierno chino está alentando el desplazamiento de sus ciudadanos hacia algunos países africanos, como una solución para reducir la presión demográfica en China. El principal destino de los ciudadanos chinos es Sudáfrica, que cuenta con 300 mil habitantes asiáticos, pero también podemos enumerar otros países con un número importante de chinos como es el caso de Nigeria y Sudán, con 50 mil, 40 mil en Zambia y 30 mil chinos en Argelia y Angola. Dentro de este número de emigrantes se encuentran miles de obreros, técnicos e ingenieros que han participado en diversos proyectos de inversión e infraestructura. Esto tiene que ver con la modalidad que tienen las empresas chinas de llevar sus propios trabajadores para la realización de las diferentes obras de construcción o para la explotación petrolera o minera.

¿Cooperación Sur-Sur o Neocolonialismo?

La creciente presencia de China en África ha generado cierto debate en la comunidad internacional. Están aquellas voces que afirman que la presencia china en el continente negro puede pensarse como un ejemplo más de cooperación sur-sur. Respecto a esta cuestión, las autoridades chinas han reiterado en varias oportunidades que a su país no "sólo le interesa de África sus recursos naturales" sino que apunta a una política "ganador-ganador", donde lo que se busca es el beneficio mutuo y no la mera extracción de la riqueza.

En este sentido, cabe pensar que China necesita a África tanto como África necesita a China. Como se mencionó previamente, Beijing necesita de los recursos naturales y las materias primas del continente africano para poder mantener su actual crecimiento económico, un nuevo mercado para poder vender sus productos y el apoyo diplomático para imponer el principio de "una sola China". Mientras que los países africanos necesitan del dinero que China les ofrece para poder crecer y salir de la situación de subdesarrollo en las que se encuentran sumergidas. Así, para África, China es vista como una importante fuente de inversión y desarrollo. La cooperación china en el continente negro ha sido un factor esencial en el crecimiento de muchos Estados africanos. Esto se vio reflejado en el año 2007, cuando África se posicionó como una región con desarrollo humano medio (0,514), a pesar de contar con grandes debilidades estructurales.

Pero por otro lado, hay quienes la consideran como una especie de nuevo colonialismo, es decir, acusan a China de establecer una relación económica "colonialista", basada principalmente en la extracción de materias primas a cambio de la venta de productos manufacturados. En este último grupo, debemos mencionar las recientes declaraciones de la secretaria de Estado de la Casa Blanca, Hillary Clinton, quien alertó sobre las intenciones "neocoloniales" de China en territorio africano.

"No queremos ver un nuevo colonialismo en África", declaró Clinton el pasado mes de junio en Lusaka, la capital de Zambia, cuando le preguntaron por el aumento de las inversiones de China en países como Sudán, ricos en petróleo. "Cuando la gente viene a África a invertir, queremos que les vaya bien, pero también queremos que lo hagan bien. No queremos que interrumpan buenas prácticas de gobierno (...) vimos que durante la época colonial era fácil venir, llevarse los recursos naturales, pagarle a los líderes y marcharse", agregó Clinton.

Además de denunciar a China de practicar un neocolonialismo en África, se lo critica también por apoyar a regímenes dictatoriales como es el caso de Sudán o el de Zimbabwe, ya que su ayuda limita el impacto de las sanciones internacionales o las presiones para poner fin a conflictos como el de Darfur. Frente a estas acusaciones, las autoridades chinas hacen referencia a su política de no injerencia en los asuntos internos de otros países. Esto tiene que ver con una clara diferencia entre China y los organismos internacionales de créditos como el FMI y el Banco Mundial a la hora de otorgar préstamos. Dichos organismos imponen una serie de condiciones políticas y económicas referidas a lo que éstos entienden por buen gobierno, respeto a los Derechos Humanos, mayor transparencia y seguridad jurídica. Por el contrario, Beijing no impone ningún tipo de condición a los países africanos al momento de otorgar préstamos y cerrar acuerdos de inversión.

Una tercera crítica está relacionada con el impacto medioambiental de las explotaciones de los recursos naturales. Por ejemplo, Greenpeace ha señalado la gravedad de las consecuencias de la deforestación llevada a cabo por China en determinadas zonas de África. Asimismo, ecologistas en Gabón han protestado en contra de las actividades de Sinopec, debido a las prospecciones de petróleo en uno de sus parques naturales. La compañía estatal china ha sido acusada por un conjunto de prácticas inaceptables que incluyen polución, uso de dinamita y construcción de carreteras dentro del parque natural. Este parque es parte de un área de 67.000 kilómetros cuadrados que fue declarada "reserva natural" por las autoridades de Gabón en el año 2002.

Vemos así que la fuerte presencia china en África no ha pasado desapercibida y ha generado cierto recelo en la comunidad internacional. Pero más allá de si estamos asistiendo o no a un nuevo colonialismo en el continente negro, tendríamos que preguntarnos si estas prácticas llevadas a cabo por China actualmente en África son nuevas o si se asemejan a las realizadas por las potencias europeas y Estados Unidos durante el siglo XIX y XX. No debemos olvidar que el apoyo a regímenes dictatoriales, la destrucción del medio ambiente y la expoliación de los recursos naturales, no han sido una práctica privativa del gigante asiático, muy el contrario, Occidente ha recurrido a ellas en reiteradas oportunidades.

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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