En términos institucionales, el gobierno libertario que conduce Javier Milei, pasó la peor de las semanas desde que conduce los destinos del país. Con más potencia que lo sucedido por el caso $Libra, la contundencia de la derrota acaecida en el Senado de la Nación le dejó varias heridas imposibles de disimular. No hablamos solamente de la contundencia de perder una votación con un resultado unánime en contra, sino que una serie de condimentos extras, agravan el deterioro político: operaciones mediáticas que violaron off the récord, la desesperada aparición de un ministro dando explicaciones en feriado, la extremada crisis interna de la mano del dúo Bullrich – Villarruel y las respuestas libertarias en redes, dejaron la sensación de una derrota gubernamental en toda la línea. Aunque, debe reconocerse, nada es definitivo.
El resultado de 52 a 0 (4 abstenciones) para la votación de la ley que habilita un módico 7,2% de aumento a jubilados no es producto de un arrebato opositor. A la crónica del fracaso la contienen, al menos, tres variables que no pueden desconocerse:
- El presidente descree de ciertas formas de diálogo. No le gusta y delega en terceros situaciones que otros líderes asumen como propias porque es parte de un juego que, de alguna manera, disfrutan. No existe el diálogo directo con diversos protagonistas para establecer una forma de negociación, ya que no hay reconocimiento del otro como un par.
- El gobierno no hace política. Dejó de lado el diálogo con los gobernadores, a partir de fortalecer la estrategia “karinista” de ir por todo, en el marco de un año electoral y desechando el método propiciado por Santiago Caputo que supone no pelearse con todos al mismo tiempo, máxime cuando no se tienen mayorías propias. El Jefe de Gabinete tiene mucho de figura decorativa y el triángulo de hierro hace rato que se transformó en una especie de recta que en cada extremo tiene a los hermanos Milei.
- El temor como método. Como broche de oro, la puesta en escena mediática, que intentaba presionar a gobernadores y senadores algo díscolos, urdida entre un operador neurótico que funge de filósofo y el ministro de Economía Luis Caputo resultó una especie de tiro en el pie. Al punto de que el funcionario tuvo que dar una entrevista, de apuro y en feriado, para calmar el ánimo de los mercados que abrían al día siguiente.
Cumplido un año del Pacto de Mayo que se firmó en Julio, la imagen no puede resultar más contrapuesta. Si la foto de 2024 mostraba la presencia del presidente junto a 18 gobernadores, la del 2025, como síntesis de un evidente deterioro político en la relación institucional, ni siquiera existió. La ausencia presidencial en Tucumán para celebrar un nuevo aniversario de la independencia, no estuvo lejos de calificarse como un papelón: no sólo que en esta oportunidad sólo se encontraría con tres jefes provinciales, sino que la negativa estuvo justificada por la niebla que se anunció 24 horas antes. Milei, en definitiva, quedó expuesto por la presencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que sí viajó en esa jornada. Excusas e internas al rojo vivo.
?️• “23 gobernadores le están diciendo al Presidente que este programa económico no va más” #JoséMayans ? pic.twitter.com/LzKwACv8hZ
— Senadores de UxP (@Senadores_UxP) July 11, 2025
El límite senatorial al Gobierno vino de la mano de los mandatarios provinciales y, a no hacerse los tontos, de la fortaleza que mostró el peronismo al momento del armado de la sesión ya que insistió que, si primero no se trataban los proyectos que referían a jubilaciones y discapacidad, no habría sesión para el proyecto sobre los ATN.
“Con la mía NO” parece prevalecer en el proyecto que impulsaron los gobernadores y que este jueves obtuvo la media sanción. El deterioro de las cuentas públicas implica partidas cada vez menos onerosas a las provincias; si a eso se agrega un manejo discrecional de los Aportes del Tesoro (ninguna novedad para la institucionalidad argenta), en un año electoral, donde el oficialismo ha ninguneado en el tratamiento político a algunos de sus aliados y que, además, en el transcurso de la misma semana se anuncia alegremente la desaparición de un organismo de la importancia de Vialidad Nacional, dejando a la deriva la realidad de la infraestructura vial en las provincias; no podía esperarse mucho más que una derrota de proporciones.
Ahora bien, esa relación “empiojada” no significa que sea una situación definitiva. Si así lo fuera, no habrían existido los mensajes bi direccionales en la previa de la sesión entre los emisarios libertarios tardíos y los gobernadores con influencia sobre algunos senadores.
En el conglomerado de análisis que hicieron eje sobre los hechos de la semana, pareció prevalecer la idea conceptual de referir a los gobernadores como un solo bloque. Que hayan logrado un acuerdo unánime para la elaboración, presentación y aprobación de un proyecto que intentan protegerlos de la motosierra, no significa que desde ahora podamos emular modelos como el de, por ejemplo, la Liga de los Gobernadores. En un sistema político tan profundamente atomizado, resulta pretencioso hablar en esos términos.
En el armado institucional argentino prevalecen 24 jurisdicciones con realidades definitivamente disímiles entre sí. Sea en el desarrollo económico o en el relacionamiento político, cada unidad subnacional presenta desafíos propios. Incluso, si fuéramos generosos en cierta conceptualización, podríamos dar por sentado que la idea de regiones que plantea la propia Constitución Nacional, supone ciertas situaciones comunes. Pero, así y todo, esto podría ser relativizado ya que nadie puede imaginar que esa idea de unidad permanezca incólume. Vaya como ejemplo, la duda de si resulta lo mismo las necesidades financieras que presenta la vecina provincia de Entre Ríos, que la fortaleza que presenta Santa Fe desde hace varias administraciones, y, a partir de esto, cómo pueden ensayar ciertas actitudes frente al poder central cada una de ellas.
En la aparición de los gobernadores en la escena hay una necesidad común: los fondos que el Estado nacional les niega. Resuelta la cuestión dineraria, que podría resolverse con la inteligencia que implica dejar ciertos caprichos de lado, nadie podrá imaginar un bloque de poder consolidado que enfrente al modelo libertario.
Pero si alguien quisiera insistir en alguna forma de segmentación de los jefes provinciales, podríamos definir tres: los peronistas (convencidos de enfrentar al modelo libertario pero que exigen un diálogo institucional medianamente racional), los antiperonistas (que tienen buen diálogo con el mundillo libertario, algunas coincidencias ideológicas de gestión y que han sido funcionales a los intereses violetas) y aquellos que, pudiendo pertenecer a alguno de los sectores anteriores, los define la insoportable levedad que marque el viento (perdón Don Kundera). Por todo ello, nada parece definitivo. Ni aún con las contundencias del 56 a 0 del último día jueves.
Ministra Bullrich, la democracia fue denigrada cuando personas que integraron orgas terroristas como en su caso, manejaron durante décadas el destino del país.
— Victoria Villarruel (@VickyVillarruel) July 10, 2025
Todos los argentinos saben de qué lado estoy en lo que a kirchnerismo se refiere porque los combatí siempre, mientras…
Como no podía esperarse de otro modo, el Gobierno resignificó su muy mala semana de la peor manera. Y lo hizo por una doble vía que podríamos definir como tangencial. Por un lado, el mensaje propalado vía redes fue de una violencia inaudita para esta democracia cuarentona que supimos conseguir. En una nueva muestra del neofascismo que portan en sangre, el entramado de trolls y ahora empleados estatales libertarios que gozan de una patética fama, salieron al ruedo con el pedido / anuncio de una especie de violencia que se emparenta y mucho con el deseo de un auto golpe de Estado. El patetismo de nuestros republicanos de cotillón de otrora y la complicidad silenciosa de los medios bien pensantes de la Argentina, parecen ser un claro reflejo de una Justicia que no mira, ni ve.
Por otro lado, la reacción presidencial fue en el peor tono. Como el adicto que cada vez necesita mayores dosis de su droga, a Milei y su entorno ya no le alcanza con la amenaza del veto. La contundencia de los números de aprobación en las siete leyes y proyectos tratados en el Senado obligaron al presidente, en su aparente formalidad de que nunca cede, a incluir la variable de la judicialización como forma de límite a cada una de las normas de su desagrado que se aprueben.
El problema para el mileismo en su conjunto, es que ese tipo de decisión lo dejaría fuera del marco constitucional vigente. La Carta Magna no establece ninguna forma de apelación frente al hecho de que un veto sea rechazado ya que, en su sabiduría, establece un complejo mecanismo de minorías y mayorías que representan el equilibrio de poderes. Agregar al Poder Judicial en una disputa política no representa una novedad en la Argentina que habitamos, pero sí lo sería, que esos pleitos involucren a los tres poderes en simultáneo. Desde el análisis político ya no deberíamos hablar de una hiper atomización partidaria sino de todo un sistema institucional partido en decenas de pedazos.
En esa visión autocrática del poder, con buena parte de la sociedad mirando para otro lado, al punto de evitar la participación política que supone una elección legislativa de medio término, el libertarismo se imagina imponiendo condiciones al resto del sistema político, sin el respeto democrático que alguna vez la sociedad argentina deseó para sí. Golpeados por una derrota institucional de proporciones, intentan resolver ese desasosiego con novedades de otros tiempos. Y los golpeados seríamos nosotros. Atentos con la mandolina…
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez