Miércoles, 05 Octubre 2011 15:44

La Paradoja de los Ciclos

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occupy_wall_street_02El movimiento "Occupy Wall Street" le ha sacudido la monotonía a la protesta social en los Estados Unidos. Esto dispara algunas reflexiones sobre las lecciones del pasado y los desafíos del futuro

 

El movimiento "Occupy Wall Street" le ha sacudido la monotonía a la protesta social en los Estados Unidos. Esto dispara algunas reflexiones sobre las lecciones del pasado y los desafíos del futuro

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occupy_wall_street_01Y sí, la historia tiene esas cosas. Algunas veces tiene la mala costumbre de darte vuelta la cara a cachetadas. En otras, te hace esos guiños cómplices como diciendo "¿viste la que me mandé?"

Sí, es cierto que la historia carece de esos rasgos de personalidad típicamente humana, pero desde que Marx adaptó a sus tiempos esto de que la historia es cíclica y lo inmortalizó en su ya mítica frase "la historia tiende a repetirse, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa", a veces dan ganas de dibujar algo así como una sonrisa teñida de sarcasmo.

¿De qué habla este hombre? se estarán preguntando. Ni más ni menos que del fenómeno que explotó el pasado fin de semana en Nueva York relacionado con el Movimiento "Occupy Wall Street". O como dice la mejor traducción que he leído hasta el momento "A Ocupar Wall Street". Estás contento, ¿eh? Sí, la verdad que sí. Porque si uno iba siguiendo mínimamente lo que venía pasando en el día a día en diferentes ciudades de Estados Unidos, entre la gente común y corriente, a la larga terminaba haciendo un gesto como diciendo yyy...??? ¿Para cuándo?

Pero vamos por orden: ¿qué pasó? Pasó que hace un par de semanas, varios grupos de jóvenes de clase media se empezaron a juntar en el Zuccotti Park de Nueva York, a metros de la famosa estatua del toro que simboliza a Wall Street, para protestar contra la avaricia de las grandes corporaciones financieras y contra las políticas que sólo favorecen a las elites adineradas. Hasta ahí, nada nuevo. Era sólo otro grupo más de las decenas que pululaban por distintas ciudades protestando en puñados de a cien, o de a doscientos, desde empleados públicos cesanteados a gente que ve que no puede acceder a diferentes coberturas sociales gracias a los recortes presupuestarios.

Hasta que el sábado de armó. A los chicos y chicas, y también los no tan chicos y no tan chicas, que se comenzaron a sumar a la banda de "A Ocupar Wall Street", se les ocurrió hacer una marcha por el Puente de Brooklyn. Es ese puente colgante famoso que se construyó hace como 150 años y que seguro vieron en decenas de películas. Ese en el que se enredó Godzilla para que después lo hagan puré, o en el que el Hombre Araña salva a la piba y al monorriel lleno de gente de la maldad de su archienemigo el Duende Verde, ¿se acuerdan? Bueno, ahí, a estos cientos y cientos de personas que se juntaron, se les ocurrió la idea de cortar el tránsito. Sí señora!!! Hicieron un piquete!!! Y no eran negros vagos pidiendo planes!!! No, si casi que me lo imagino a Garcap engalanando con alguno de sus ácidos comentarios el chiste de tapa de Página 12.

¿Cómo terminó la cosa? 700 personas detenidas, muchas de ellas siendo golpeadas brutalmente por una policía neoyorkina que siempre ha sido famosa por su "mano dura". Y acá viene lo interesante. La detención masiva en la protesta en el Puente de Brooklyn hizo click en todos los que andaban protestando por las suyas en muchas ciudades del país. Entonces, casi como cuando uno patea un hormiguero, aparecieron "A Ocupar Filadelfia", "A Ocupar Chicago", "A Ocupar Los Ángeles", "A Ocupar San Francisco" y muchos más. En decenas de ciudades, grandes, medianas y chicas, los postergados del sistema salieron a la calle a exteriorizar su bronca. Porque la cosa no da para más.

Por eso digo que si uno venía siguiendo el día a día no podía entender cómo estos tipos no prendían fuego el país!!! (figurativamente, desde luego). Sí, todo bien con el análisis de que la sociedad estadounidense no lleva en la sangre la cultura de la protesta social, que son mucho más sumisos, etc. etc. Sí, sí, todo muy lindo. Explíquenme entonces a Martin Luther King y al movimiento por los derechos civiles. Explíquenme a Malcolm X, al movimiento anti guerra y a toda la contra cultura de los sesenta.

Todo lo cual me lleva a: la paradoja de los ciclos.

Hace cosa de cuarenta años atrás, esta suerte de experimento social, de laboratorio cultural que fueron los sesenta llegaron a su techo. En los años setenta, en lugar de ir por una instancia superadora, se volvió para atrás. Empezaron a aparecer "grupos de expertos" (think tanks) que le empezaron a dar letra a un montón de gente que pensaba que el experimento de los sesenta había ido demasiado lejos. Aparecieron los evangelistas del libre mercado y los del otro tipo, el del fundamentalismo religioso cristiano. Los que decían que la separación entre la Iglesia y el Estado era una estupidez y los que creían que la planificación familiar era una abominación a los ojos de Dios. Y ellos, todos juntos, un día decidieron que Ronald Reagan fuese presidente.

Reagan, por supuesto, fue muy generoso con esta gente. En uno de sus discursos más importantes pronunciado en el recinto de Wall Street, en la previa al inicio de jornada de operaciones, dijo: "Vamos a dejar al Toro suelto!!!" La metáfora, que aludía a la estatua emplazada frente al edifico de la Bolsa, quería decir: "vamos a hacer pelota al estado de bienestar y vamos a terminar con las regulaciones económicas". Y así se hizo. Y así están hoy.

Pero lo interesante, es que todo eso fue posible gracias a que –tal como lo explican John Micklethwait y Adrian Wooldridge en su monumental libro "Una nación conservadora. El poder de la derecha en Estados Unidos"– los grupos de expertos contribuyeron a que un montón de gente que vivía una vida conformista diciendo "yo no sé nada de nada" cambió y empezó a decir "yo sé un poco de todo" y se involucraron en la defensa activa de sus convicciones. Y desde esa defensa le dieron a Estados Unidos y al mundo a Reagan, a la dinastía Bush, a Clinton y al Tea Party.

Pero cómo son las vueltas de la historia. El lunes, el genial cineasta Michael Moore hizo la presentación de un libro de su autoría. Permanente activista político del progresismo, no eludió el tema de lo que estaba pasando en Nueva York y en otras ciudades. Y aquí es donde aparece la paradoja. Moore comentó que "el objetivo debe ser gritar con fuerza para hacer llegar el mensaje a los millones de personas que se dieron por vencidas, o que fueron convencidas por ignorancia." Dicho en otras palabras, romper la apatía, defender lo que se cree que es correcto. Sobre todo si se trata de derechos despojados y de injusticias sociales escandalosas.

Y así como en su momento la intelectualidad conservadora tuvo que sacar del conformismo y la apatía a su militancia, la misma tarea le cabe ahora a la intelectualidad progresista, en un momento en que sus adversarios y contrapartes están llamados al silencio. Hoy el neoliberalismo fundamentalista de mercado sólo se sostiene a partir del accionar de una clase política por momentos cómplice, por momentos servir, de los grandes capitales especulativos trasnacionalizados. Y sólo la oposición de una sociedad movilizada, firme y militante, puede torcer ese rumbo. Son muchos los ejemplos en el mundo que han mostrado que otro camino es posible. Es hora que vayan tomando nota.

Y tal como dimos a entender al principio, la historia se ha vuelto a repetir. Esta vez como farsa. Pero no una farsa que exacerba la tragedia, sino que pone a la tragedia en perspectiva. ¿Servirá esta movida en Nueva York como el puntapié inicial que motorice el cambio? Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, la historia les da la perspectiva necesaria para que puedan aprender de los errores del pasado.

 

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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