Viernes, 24 Febrero 2012 21:09

¿Quién Rescatará a Grecia de Europa?

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partenonEl acuerdo alcanzado en Bruselas para liberar la segunda fase del rescate financiero a Grecia impone renovadas condiciones de austeridad a las autoridades en Atenas. Frente a lo duro de estas imposiciones surge la pregunta de si existen alternativas a la vista para la cuna de la democracia occidental

 

El acuerdo alcanzado en Bruselas para liberar la segunda fase del rescate financiero a Grecia impone renovadas condiciones de austeridad a las autoridades en Atenas. Frente a lo duro de estas imposiciones surge la pregunta de si existen alternativas a la vista para la cuna de la democracia occidental

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partenonHace unos días atrás, el periodista Alfredo Zaiat publicó una columna en el diario Página 12 en la que afirmaba que la actual crisis económica de Europa "ha adquirido la característica de una avanzada beligerante sobre trabajadores y jubilados en defensa de la trinchera del sistema financiero. El ejército de ocupación no está integrado por soldados con armamentos sofisticados, sino que el vehículo de dominación para cercenar hasta barrer la soberanía política y económica de la mayoría de los países es el euro, bajo el comando general dirigido por Alemania (Banco Central Europeo y Comisión Europea), con el apoyo táctico supranacional del FMI."

"Grecia –escribía Zaiat– es la batalla más encarnizada, con un nivel de exigencias impresionante y un ejercicio de poder avasallante, que se expresó luego de obtener el sometimiento del poder político heleno, que aprobó un ajuste de reducción salarial y despidos inmediatos de 15 mil trabajadores, en un plan global de 150 mil, postergando el financiamiento prometido de 130 mil millones de euros." Inmediatamente surge la pregunta ¿hasta dónde es sostenible en el tiempo un escenario de este tipo? ¿Hasta dónde piensan los liderazgos europeos que soportarán las sociedades a las que representan el nivel de expoliación al que las están sometiendo?

Grecia finalmente consiguió que se destrabara en la cumbre de Bruselas de esta semana el segundo paquete de rescate por 130 mil millones de euros al que se le suma una quita de 107 mil millones del total de su deuda. Visto así parecería no menos que un gran avance para el débil gobierno del primer ministro Lucas Papademos. El propio jefe de gobierno griego lo llamó "un día histórico". Pero cuando se analiza la letra chica del acuerdo se percibe realmente el alcance de lo acordado "el día histórico".

En primer lugar los ministros de Finanzas del Eurogrupo dijeron que el acuerdo contemplaba un "exhaustivo programa" para poner a las finanzas públicas de Atenas en condiciones sustentables, al reducir la deuda del país a una proporción del PBI al 120,5 por ciento para 2020. Traducido al español llano: el acuerdo implica ajustar los gastos del Estado durante los próximos nueve años, simplemente con el objetivo de que la deuda sea un 20% más alta que el total del PBI griego.

Queda claro hacia quién apunta el beneficio del acuerdo y no es precisamente el pueblo griego, sino sus acreedores. Sin embargo, esto no se agota allí. La desconfianza sigue reinando en el seno del insaciable poder financiero trasnacionalizado. La información cruda reza que los analistas también expresaron dudas sobre si el gobierno griego sería capaz de hacer cumplir las medidas de austeridad pedidas por los acreedores europeos de Grecia, a cambio de fondos del nuevo rescate.

Pero, por favor, preste especial atención al siguiente sincericidio: Chris Towner, especialista en finanzas de la compañía financiera HiFX, dijo: "La realidad de recortar gastos no desaparecerá durante décadas. El pueblo griego puede tomar el destino en sus propias manos a través del proceso democrático". Es decir, reconoce que las exigencias de ajuste son medidas de disciplinamiento político porque, en realidad, hay algo sobre lo que el poder financiero todavía no tiene control: la voluntad popular ejercida mediante el voto; el límite aún infranqueable de que el voto de un multimillonario vale lo mismo que la persona más pobre y que como los pobres son más numerosos todavía puede ocurrir que aparezca algún dirigente político con ansias de rebelarse.

Mientras tanto, La firma del acuerdo sobre el nuevo rescate de Grecia se resolvió después de 14 horas de intensas negociaciones entre los ministros de Finanzas. Los acreedores aceptaron una quita de la deuda del 53 por ciento, equivalente a 107 mil millones de euros. El Banco Central Europeo renunciará a las ganancias en su tenencia de bonos griegos y los enviará a Atenas, lo que debería aliviar el peso de la deuda griega en unos 15 mil millones de euros. Los bancos centrales nacionales también harán una contribución enviando cualquier ganancia de sus tenencias de bonos griegos a Atenas. La tasa de interés que Grecia paga sobre sus préstamos del fondo de rescate europeo, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, también será recortada.

Pero nada de esto le saldrá gratis a Grecia. Atenas impulsará más recortes de gastos por 3300 millones de euros en 2012, llegando al 1,5 por ciento del PBI. También deberá establecer una cuenta especial, en la cual apartará los fondos que el país deberá utilizar para pagar a sus acreedores cada tres meses.

Además, se ha comprometido a crear una nueva ley que priorice los repagos a acreedores sobre gastos en servicios sociales. Incluso aceptará una presencia "mejorada y permanente" en el terreno de inspectores de la Comisión Europea, quienes monitorearán si el gobierno está haciendo cumplir sus compromisos fiscales. En pocas palabras, se trata del renunciamiento a cualquier resquicio sobre la capacidad de decisión sobre la política económica.

Los que esperan en fila a que les llegue el turno de enfrentarse a una realidad similar a la griega están comenzando a sudar. España, Italia, Portugal, Holanda, Irlanda están dando los pasos necesarios para acelerar su disciplinamiento y preservar sus márgenes de maniobra frente a las presiones de la llamada "troika" (el Eurogrupo, la Comisión Europea y el FMI).

No obstante algunos tímidos intentos se están tratando de realizar para frenar esta "avanzada beligerante" como la denominó Zaiat. Una carta firmada por los primeros ministros Mario Monti, (Italia); David Cameron, (Reino Unido); Mariano Rajoy, (España); Donald Tusk (Polonia) y otros ochos líderes europeos fue enviada a principios semana a los mandatarios europeos Herman van Rompuy y José Manuel Barroso. La misiva está siendo objeto de análisis más profundo en las cancillerías de algunos países y en las instituciones comunitarias. La mayoría de no firmantes son los que no pueden dar un paso sin el visto bueno de Berlín y París por diferentes razones.

Lo más relevante de la carta ha sido el gesto de plantarse abiertamente contra Merkel y Sarkozy, hasta hoy señores indiscutibles en la dirección de la UE. Por primera vez un grupo de países que representan el 50% de poder económico europeo ha cuestionado los aspectos más sustanciales de la política económica europea. En esencia la carta de los doce es una crítica al mal funcionamiento de un mercado que ha subvencionado sin límite a la banca privada, en contra de las reglas del libre mercado, que a su vez se han visto torpedeadas por la falta de aplicación de la directiva de servicios. Los Doce apuestan por estimular la actividad económica fomentando un mejor funcionamiento de los mercados en sectores con gran capacidad de estimular el crecimiento y el empleo como los servicios, la energía, internet, la investigación y la promoción de la creación de empresas.

David Cameron y Mario Monti, los promotores de la carta, han obtenido ya unos primeros resultados. El premier británico ha logrado romper su aislamiento en quedó en la pasada cumbre que acordó el pacto fiscal europeo. Monti está logrando apoyos para que la única política posible no sea la del rigor mortis de la austeridad a ultranza, en la que anclado Merkel a la UE con el asentimiento casi servil de Sarkozy.

Las críticas a las subvenciones a la banca como una mala práctica contra el mercado interior constituyen una de las partes más duras de la carta. "La garantía implícita de que siempre se rescatará a los bancos, que tergiversa el mercado único, debe reducirse. Los bancos y no los contribuyentes son los que deberían ser los responsables de soportar los costes de los riesgos en los que han incurrido". Se da la circunstancia que los bancos alemanes como el WestLB, Bayern LB, HSH Nordbank e Hypo Real Estate (HRE) y los franceses Crédit Agricole, Société Générale, Crédit Mutuel, BNP Paribas y el franco belga Dexia, figuran entre los que han recibido un trato más privilegiado.

Mientras tanto, el laboratorio griego sigue operando. Nadie plantea para Grecia una alternativa al ajuste y a la exclusión social. El caso más patético (por el golpe bajo que implica) es la amenaza con el recorte a los subsidios a las personas con algún grado de discapacidad. Deben existir pocos antecedentes en el mundo donde la comunidad de no videntes hagan una manifestación de protesta en contra al recorte de su protección social.

Hoy nadie se plantea cómo Grecia puede poner en marcha una estrategia de salida genuina a su crisis terminal. Ningún plan que contemple el fomento de la industria del turismo (probablemente el activo económico más importante del país) y de las actividades productivas que dependan de ella. Incluso las propias reglas de la Zona Schengen (que establece la libre movilidad de personas en el espacio geográfico de la Unión) parecen ser hoy más una traba para atraer nuevos turistas que un fomento para ella.

En una nota publicaba en el diario El País se da cuenta de los malos tratos a los que son sometidos los visitantes extra comunitarios en los aeropuertos de acceso como los de España, bajo el pretexto de que se trata de posibles inmigrantes indocumentados. Según la Organización Mundial de Turismo (OMT), los países que más aumentaron su gasto turístico el año pasado en el mundo fueron China (+38 %), Brasil (+31,6 %), India (+31,6 %) y Rusia (+20,6 %). La OMT avisa de que es necesario mejorar las condiciones de acceso a los ciudadanos de estos mercados, que aún cargan con prejuicios asociados a la inmigración, para no perder el tren del turismo emergente. Es como si la Unión Europea conspirase incluso para socavar la fuente de ingresos genuinos más importante para Grecia con sus medidas de ingreso restrictivas.

Parece haber pocas esperanzas en el futuro próximo para Grecia. Quizás, como se sinceraba el analista financiero que citábamos anteriormente, las esperanzas de rescate residan en las manos del propio pueblo griego. En que desde su seno se puedan generar las alternativas necesarias para construir un futuro posible.

 

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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