La victoria de Henrique Capriles en las internas de la oposición venezolana representa una variación en el polarizado ambiente político del país. Fortalezas, debilidades y desafíos de cara a las elecciones de octubre, donde lo esperará nada menos que el presidente Hugo Chávez
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Hugo Chávez, quien supo imponerse en quince de las diecisiete ocasiones en las que la ciudadanía fue llamada a las urnas, enfrentará el próximo 7 de octubre la elección mas reñida a la que tuvo que hacer frente desde aquella primera victoria en 1998. En esta oportunidad, convergen varios factores que permiten aseverar un crecimiento de los sectores opositores, destacando como elemento principal la elección de Henrique Capriles Radonski como único candidato común que le disputará el mando presidencial.
El resultado final que consagró a Capriles como el principal oponente de Chávez surgió como consecuencia de un proceso de reunificación de una veintena de partidos opositores en torno a la Mesa para la Unidad Democrática (MUD) que, por medio de un acuerdo común manifestado en septiembre del 2011 en el documento denominado "Compromiso por un Gobierno de Unidad Nacional", estableció el llamado a elecciones primarias para la determinación de un candidato único a la presidencia.
Las mismas se llevaron a cabo el pasado 12 de febrero, enfrentando al actual gobernador de Miranda -uno de los estados más ricos del país- con otros cinco contendientes: el gobernador de Zulia, Pablo Pérez; la diputada independiente María Corina Machado; el laborista Pablo Medina y el ex embajador Diego Arria. Un dato no menor es que estos comicios internos congregaron a más de tres millones de electores. El resultado implicó, tal como se preveía en los sondeos previos, una polarización entre los dos primeros candidatos mencionados, obteniendo quien resultó ganador el 62,2% de los sufragios emitidos, a diferencia del 29,8% de Pérez.
Tanto el acuerdo político establecido por la MUD como los resultados de las primarias con una participación superior a la esperada, que alcanzó el 17% del padrón electoral, vienen a reforzar el crecimiento de los sectores opositores al gobierno luego de diez años de comportamientos erráticos y de carencias a la hora de constituirse como una alternativa viable al chavismo.
Desde ahora, Capriles tiene ante sí un gran desafío, y sus posibilidades de alcanzar la victoria en junio dependerán de varios factores. En principio, de la forma en la que pueda captar el voto de los sectores indecisos y de los chavistas desencantados, atrayendo a las clases bajas que representan, ni más ni menos, el 48% de la población. Un segundo desafío es mantener el caudal de votos de los candidatos de la MUD que quedaron en el camino. Finalmente, transformar en beneficios propios los desaciertos y falencias del gobierno, evitando caer en el juego de las descalificaciones y acusaciones, terreno en el que el Presidente Chávez ha demostrado gran astucia.
Con respecto a lo anterior, es necesario recordar que la sociedad venezolana se encuentra polarizada entre el 38,9% de la población que se declara chavista y el 22,6% que está con la oposición, con un porcentaje de independientes y/o indecisos del 36,2%. En este sentido, los analistas coinciden en que es al último de los sectores mencionados hacia donde Capriles debe dirigir su discurso, acentuando el mensaje conciliador, de rechazo a la confrontación y de unión que manifestó a lo largo de la campaña para las primarias.
Asimismo, el respaldo de los otros precandidatos de la MUD será vital. Hay coincidencia en afirmar que el apoyo de Pablo Pérez resultará importante para atraer a los sectores populares y mantener los votos que éste supo captar allí, mientras que debe valerse asimismo de los esfuerzos realizados por Marina Corina Machado para absorber el voto femenino. Otros factores importantes estarán dados por el respaldo obtenido por Pablo Medina entre los trabajadores y de Diego Arria en la clase media.
En cuanto al discurso, los analistas hacen hincapié en que Capriles debe evitar insertarse en el juego "Chávez o caos" propuesto por el oficialismo, destacando su propuesta al futuro, evitando caer en menciones al pasado y el revanchismo. Al mismo tiempo, debe hablar de respetar, reintegrar y reunificar, mencionando los aciertos del chavismo y manifiestando sus intenciones de mejorarlos, que haga referencia a los problemas y sus soluciones sin ataques al gobierno.
Así, en el acto de oficialización de su candidatura, Capriles destacó que su compromiso es "luchar contra las injusticias que se esconden detrás de los privilegios y no perder un minuto en conflictos y descalificaciones porque el pueblo gana poco con las peleas". También le recordó al gobierno de PSUV que "el poder es un préstamo del pueblo y tiene fecha de vencimiento. Mientras más abusen del poder, mayor serán las ganas de los venezolanos de poner la mirada en el futuro".
Para el actual gobernador, en octubre próximo el pueblo venezolano decidirá entre el progreso que todos quieren y el socialismo que el gobierno quiere para ellos, y manifestó su profundo agradecimiento por el apoyo recibido, destacando su confianza en resultar electo presidente.
No obstante, Capriles tiene ante sí a un oponente que, luego de 13 años de gobierno cuenta con índices de popularidad elevados, que superan nuevamente el 50% -pese a las tendencias decrecientes de meses anteriores- y que posee un gran caudal de votos, sobre todo entre los sectores bajos beneficiados por las "misiones" del gobierno. Aún en su momento de mayor fragilidad, dado por el cáncer que padece, ha mantenido intacta su capacidad de liderazgo y movilización, así como también su personalidad carismática, todas éstas características de las que carece el candidato único de la MUD, sumado a que dispone de una elevada cantidad de recursos económicos, sobre todo los proporcionados por el sector petrolero y del aparato comunicacional del Estado.
Chávez, principal exponente de un PSUV que carece de personalidades políticas que favorezcan el recambio, felicitó a la oposición por haber convocado a los comicios, pero la criticó por haber quemado los cuadernos en donde se encontraban los nombres de los votantes con el fin de "proteger" la identidad de quienes se presentaron en las urnas. "Es lamentable que se les haya caído tan rápido la careta del respeto a las instituciones, es muy malo y muy peligroso" declaró el presidente; recordando que el 7 de octubre "sí habrá máquinas captahuellas, tinta indeleble, auditorías al proceso electoral y conservación de los cuadernos de votación".
Mientras que para Chávez, Capriles constituye "el rostro del candidato de la burguesía, del capitalismo y del imperialismo"; para el candidato de la MUD, en las elecciones parlamentarias ganó "el futuro, la esperanza y el progreso".
La campaña electoral para definir al nuevo presidente en octubre comenzará oficialmente en julio. Sin embargo, en este enfrentamiento electoral entre una oposición que cuenta con figuras renovadas y en crecimiento constante y el socialismo pregonado por Chávez que apuesta por su consolidación definitiva, amparándose en el amplio respaldo social con el que acostumbra a contar sobre todo en las urnas, no está dicha –ni mucho menos- la última palabra.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la integración Federal
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