En materia política, la última semana de Julio trajo una serie de hechos que no por poco previstos, resultan imposibles de explicar. Santa Fe ocupó, de alguna manera, la atención de parte del escenario nacional, a partir de situaciones que, como a la distancia no se entienden, algunos referentes, comunicadores y analistas, prefirieron definirla como “rara” a partir del resultado que dejó el cierre de listas de cara a las PASO de setiembre. En la ciencia se le llama saber acercarse al objeto de estudio. Lejos de toda pretensión científica, repasemos.
Lo primero que debe decirse es que en la política argentina (así como en tantos órdenes de la vida social) existe una tendencia persistente a entender los problemas (y las soluciones) nacionales con la lógica que se subsume en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Una digresión y recomendación al respecto: existe un análisis muy interesante de la politóloga María Esperanza Casullo que plantea que el porteñismo ha tenido la capacidad (y la soberbia) de instalar nacionalmente el concepto de que cuando se nomina a “la ciudad” se refiere a CABA, y que cuando se utiliza el término “la provincia” refiere al distrito gobernado por Axel Kicillof; como si no existieran otras ciudades y provincias en la Argentina.
Desde la lógica que impera en este portal, debe entenderse a Santa Fe como un laboratorio electoral, que ha impuesto formas de relacionamiento político que merecen ser resaltados y que no refieren sólo a la formación de frentes y coaliciones que han gobernado comunas, ciudades y provincia, teniendo el ejemplo más palpable en el caso del Frente Progresista Cívico y Social, sino que esas formas de experimentación también se han reflejado en su sistema electoral y en sus instrumentos de votación.
Primero fue la denostada, abusada y mal instrumentada Ley de Lemas que marcó los tiempos políticos de la provincia. No profundicemos demasiado, a riesgo de perder rigor de análisis, pero digamos que las derrotas de Horacio Usandizaga, Héctor Cavallero y Hermes Binner, todos candidatos a gobernador y derrotados a manos del Justicialismo, en un electorado configurado con el concepto del que más voto obtiene, gana; resultaron presión suficiente para que la misma fuera derogada por el entonces gobernador Jorge Obeid en el período 2003 – 2007. Dos digresiones más como al pasar. La primera en la potencia más importante de la que la humanidad tenga registro, desde hace 200 años, sus autoridades son elegidas con un sistema indirecto donde no siempre el que más votos alcanza, se hace del poder. Ante cualquier duda, consultar con una tal Hillary Clinton. Y la segunda, en el Uruguay, esa república imaginada por nuestros republicanos de cotillón, impera la Ley de Lemas o doble voto simultáneo, como usted prefiera, señor lector, señora lectora. Pero retomemos el hilo del análisis, no sea cosa que provoquemos crisis coronarias masivas.
El segundo ejemplo de laboratorio que se impuso desde la llegada de la democracia hasta aquí, fue el sistema ideado por el dúo Obeid – Rosúa (Roberto) de las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias que tomaba varios elementos distintivos del sistema electoral del “gran país del norte”. Sacudón político si los hubo, con victoria binnerista incluida, allí andamos politólogos, constitucionalistas y demás involucrados en la metié, explicando a los desprevenidos que nunca faltan cómo se lleva adelante un sistema electoral de esas características, que cuatro años después se implementó a nivel nacional, aunque allí, poco se haya utilizado para el fin para el que fue creado.
El tercero y último cambio fue el de la llamada Boleta Única que, en este caso, modificó el instrumento con el que elegimos primero a los candidatos y luego a las autoridades. Sancionada entre gallos y medianoche, sin el debate que el conjunto social se merece para este tipo de temas y que nuestros republicanos coterráneos dicen defender, producto de un proyecto del entonces diputado provincial y ahora intendente de Rosario Pablo Javkin, la forma ha llegado para quedarse.
A riesgo de quedar a contramano de lo que el propio sistema político ha legitimado, podemos afirmar que, elección tras elección vamos notando como aquello que se dice que el sistema de la boleta única favorece, (fortalecimiento de los partidos políticos) en realidad le juega en contra. Excede a este artículo, pero por ahora digamos que cada dos años vemos como se profundiza en todos los partidos y frentes, nuevos o tradicionales, la utilización de figuras con caras conocidas que el electorado pueda identificar en el cuarto oscuro. La individualización del voto, con la consiguiente imagen del candidato número uno en la papeleta, potencia la situación.
Si en los 90’, Ley de Lemas mediante, teníamos modelos, comunicadores, farmacéuticos y tránsfugas que utilizaban apellidos comunes o parecidos con el fin de ser elegidos, en lo que va del siglo XXI tenemos cocineros, futbolistas, modelos, rugbiers reconocidos por su lucha ejemplificadora contra el cáncer y, otra vez, comunicadores. Basta mirar la composición de los espacios legislativos, fundamentalmente el Concejo Municipal de Rosario, para entender que la atomización política no ha sido corregida sino profundizada. De allí a entender el letargo para el logro de algunos acuerdos institucionales de rigor, hay un paso.
Todo este largo derrotero histórico sirve para fundamentar una historia muy rica de relacionamiento político, que siempre ha logrado evitar la imposición a través del dedo admonitorio de quien tuviera más poder en determinada coyuntura. Los santafesinos estamos acostumbrados a que las diferencias internas sean dirimidas en la contienda electoral y si algo ha enseñado el sistema de las PASO en la conformación de listas para cargos legislativos, es que las disputas nunca pueden ser definitorias y terminales, dado que la lista final queda conformada por el resultado de la interna. O sea, todos adentro.
En ese sentido es que debe desdramatizarse a las internas santafesinas, a riesgo de que en el relato nacional que se ha intentado construir desde las fuerzas políticas mayoritarias, la elección del 12 de setiembre represente un problema. En Santa Fe, en este esquema de tercios electoral que impera en la provincia desde hace varios años y que habrá que ver si no se rompe, los tres frentes han presentado varias listas.
En Juntos por el Cambio se presentan cuatro listas con la novedad del agregado a su entramado del ex ministro de seguridad de la gestión de Miguel Lifschitz, Maximiliano Pullaro, quien pegó el saltito que a buena parte de la conducción de las autoridades del radicalismo seduce, y dejó el Frente Progresista Cívico y Social, para pasar a revestir en el entramado que a nivel nacional conduce el ex ministro de economía y actual senador por CABA, Martín Losteau.
Esto se suma a los espacios que representan el diputado Federico Angelini referente del oficialismo PRO, por ser integrante de la conducción del partido a nivel nacional y por la cercanía con el devaluado ex presidente Mauricio Macri; el de Rodrigo Lopez Molina actualizando su sistemática disputa con el anteriormente mencionado y el reaparecido Mario Barletta que nos ofrece la candidatura de una comunicadora que, hasta hace horas, nada sabíamos ni de su nacimiento en la provincia, ni de su interés por la participación política.
En el Frente Amplio, que se intenta renovar con el cambio de nombre, trae la novedad del retorno de Rubén Giustiniani, fichando en el sector que tiene como referente más importante al intendente rosarino. En frente, la candidatura de Clara García a senadora, tratará de fortalecerse desde su vinculación política y marital con el desaparecido ex gobernador. El socialismo en particular se juega una patriada importante en esta coyuntura: seguir consolidado en ese tercio provincial que mencionamos anteriormente, o apostar, un poco por el lugar en el que lo ubique el electorado y otro poco por carencia de un referente indiscutido, a la vuelta a sus orígenes donde se expresaba a nivel provincial como una estructura testimonial. Qui lo sa…
En el Frente de Todos, indudablemente, el protagonismo en la semana que pasó, ha sido otro. El involucramiento de referentes nacionales de la talla del presidente, su vice, un ministro y el gobernador de una de las provincias más importantes, le da otra encarnadura al asunto.
El Frente de Todos se construyó con el concepto básico de la “unidad en la diversidad”. La necesidad de la hora (vencer al bloque de poder representado por Juntos por el Cambio) obligó a dejar de lado egos y reproches del pasado que referenciaban en las historias políticas de sus referentes. Santa Fe no fue la excepción y más allá de las disputas de antaño, la interna de 2019 no fue óbice para el triunfo político que se reflejó en la gestión de Omar Perotti que, además, conformó su gabinete con el aporte de varios sectores internos y sin contar con un espacio político propio a lo largo y ancho de la provincia.
Veinte meses después de asumido y en el devenir del día a día de la gestión, hay algo que parece no tener mucha trascendencia política pero que tal vez sume en un sentido de la explicación del porqué de la interna santafesina. En las bases de buena parte del peronismo hay mucho enojo con el ninguneo político de la no convocatoria a eventos o actos institucionales que refieren al territorio. En qué medida eso influye a la hora del planteo de una interna es difícil de medirlo desde la distancia del análisis, pero es indudable que debe ser un elemento a tener en cuenta.
También debe sopesarse lo que queda como resultado final del armado de las listas. Más allá de los pormenores, y de lo que cada dirigente afirme, el entramado construido de cada lado habla por sí solo. La fuerza de los hechos muestra que el perottismo se ha quedado sin un referente propio para las candidaturas en el Senado. Quedando claro lo que refiere a María de los Ángeles Sacnun, para este articulista supone una incógnita lo que representa Marcelo Lewandoski. Llegado a la política de la mano de María Eugenia Bielsa quien, luego de su salida del gobierno nacional, no se ha mostrado de ninguna manera y habiéndose sido junto a Leandro Busatto, uno de los legisladores más leales al oficialismo gobernante, la pregunta que surge es donde referenciaría en el futuro inmediato, en caso de ganar y, finalmente, convertirse en senador.
Por su parte, la lista de Agustín Rossi reunió hacia su interior a varios sectores del peronismo que no tienen representación en la lista “oficial”: el Frente Renovador, el Movimiento Evita y la propia vice gobernadora Alejandra Rodenas.
La disputa por la referencia política al kirchnerismo no deja de ser llamativa. Y en ese sentido hay tres hechos políticos de la gestión Perotti que, si bien son distantes entre sí, pueden resumir las diferencias y el malestar que se trasunta en la interna: el caso Vicentín, el lanzamiento de hace unos pocos meses de “Hacemos Santa Fe” y la actitud de la administración santafesina, posterior al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, donde se discutió sobre las autonomías provinciales a la hora de la presencialidad escolar.
En cada una de esas situaciones hubo un despegue provincial de lo decidido en Buenos Aires. Y aquí no se trata de seguir a pie juntillas, lo dispuesto desde la Casa Rosada sino de prestarle atención a los argumentos esgrimidos por el gobernador para justificar su acción o su inacción política. Allí hay una diferencia de grado, conceptual y que refiere a las formas y al fondo de la gestión. Más allá de los nombres propios y más allá del armado de listas.
En resumen, iniciamos esta campaña con una pregunta común para los tres frentes que conviven en la provincia de Santa Fe y que justifican y explican las internas: para cada uno ellos vale saber ¿quién será el protagonista que ordene la política? Lo cual nos lleva a nuevas inquietudes. ¿Habrá renovación en el liderazgo de Juntos por el Cambio? ¿Podrá el Frente Amplio superar el trauma político de la muerte de quien resultaba su líder natural? ¿Prevalecerá el proyecto perottista o nos enfrentaremos al particular escenario de un kirchnerista histórico que devuelva un triunfo político a quienes le soltaron la mano en la coyuntura de la Argentina pandémica? Preguntas que responderán el tiempo y el electorado santafesino. Aunque desde Buenos Aires, no se quiera ver.
(*) Analista político de Fundamentar