Domingo, 20 Febrero 2022 11:34

Giro a la derecha

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Estoy imaginándome otro lugar,
estoy juntando información,
estoy queriendo ser otro (otro tipo, loco).
Mi necesidad se va modificando con las demás,
así mi luna llega a vos, así yo llego a tu luna.

Fito Paez

Si la política se nutre de actos y de gestos, en tiempos de virtualidad las fotos saben representar hechos en sí mismos, que suelen decir mucho más de lo que la imagen refleja. Algo de eso puede decirse de la reunión del intendente rosarino Pablo Javkin con el gobernador de Jujuy y presidente del partido Unión Cívica Radical, Gerardo Morales, y un conjunto de legisladores nacionales en la tarde noche del jueves en Rosario. Repasemos.

Inicialmente debe decirse que la foto, de indudable importancia para la política local y regional, se enmarca en un contexto de reconfiguraciones de cara a 2023 y donde se comienzan a rediscutir múltiples liderazgos. Si algo deja asentado este año que recién se inicia, es que mucho está por hacerse y que, para los distintos frentes que protagonizan el día a día, sea a nivel nacional, provincial o comunal, todo está por construirse.

En líneas generales, sea en las oposiciones o en los oficialismos, no existen candidaturas naturales existiendo un gran camino por desandar. Y el encuentro rosarino de radicales más alguna recién llegada al redil, así debe entenderse.

Podríamos hablar de un tiempo de transición que acarrea una suma de “realidades” que se van construyendo y de suposiciones que sirven para que ciertas especulaciones tomen una carnadura que inicialmente no pasan de ese estado. La foto del intendente y sus ¿pares? radicales, marca un rumbo que seguramente tomará Javkin en el año próximo pero que viene a complementar otros encuentros con dirigentes de Juntos por el Cambio: reuniones cafeteras con Horacio Rodríguez Larreta y Martín Loustau en el pasado o el más reciente encuentro con Guillermo Montenegro, ex ministro de seguridad porteño en la gestión de Mauricio Macri en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y actual intendente de Mar de Plata, en las recientes vacaciones del rosarino, así lo confirman.

Pablo Javkin y Germán Montenegro
Pablo Javkin y Germán Montenegro

El encuentro del día jueves viene, más allá de las declaraciones de ocasión, a satisfacer necesidades mutuas. Para el radicalismo que encabeza Morales trae consigo la necesidad de consolidar el proyecto político de una candidatura presidencial que tenga potencia hacia el interior de Juntos por el Cambio. Hemos señalado hasta el cansancio de la fortaleza del radicalismo en su expansión territorial, lo cual sirvió de base para el desarrollo político de Cambiemos allá por 2015.

Recientemente elegido para conducir los destinos de la UCR, el gobernador jujeño necesita juntar tras de sí, la mayor cantidad de masa crítica que oxigene un espacio que en no pocas oportunidades queda subsumido por las lógicas porteñas y bonaerenses, justamente allí donde se hacen fuertes los amarillos del PRO.

El rosarino es un desconocido en las grandes lides de la coyuntura nacional, pero, justamente, si hay algo que debe aprovecharse en política es que, aquello que no tiene un techo visible puede ser pensado como espacio de crecimiento. Esa es la necesidad de Javkin: su roce con pesos pesados del partido puede servirle (y mucho) para una candidatura a la gobernación santafesina. La presencia de los legisladores Mario Barletta, Mario Negri, Dionisio Scarpin o Carolina Losada suma a todo aquello que, por ahora, no se reconoce públicamente y que entra en el juego de las suposiciones.

Por lo pronto digamos que la gestión del ex dirigente de Franja Morada al frente de la ciudad de Rosario carece de cuadros políticos con luz propia. Con la sola excepción de Leonardo Caruana, secretario de Salud que deviene de la gestión anterior, quien se destaca por historia, pero también por el manejo de la pandemia, el gabinete municipal no cuenta con una figura que refleje políticamente el proyecto del intendente.

Sobresale, sí debe reconocerse, la figura de María Eugenia Schmuck, presidenta del Concejo Municipal de Rosario como dirigente cercana, complementando la alianza política Franco Bartolacci, a la sazón esposo de la experimentada edila, rector de la Universidad Nacional de Rosario, viejo correligionario del intendente y hombre que aportó los cuadros técnicos necesarios para la gestión, dejando de lado al funcionariado socialista que había integrado las áreas de la administración local durante casi tres décadas.

La gestión Javkin, y esto también debe decirse, parece opaca. No se hace visible, a más de dos años de gestión, un proyecto que resulte transformador de los viejos problemas de Rosario. En la infraestructura barrial todo está como era entonces: lejos de los bulevares hasta podríamos decir que los mismos pozos y la misma desidia en el sistema de transporte llevan a los rosarinos y rosarinas a referenciar aquella máxima de Mendieta que decía “estar mal pero acostumbrado”.

Javkin, Schmuck y Scarpin, el día siguiente de las elecciones
Javkin, Schmuck y Scarpin, el día siguiente de las elecciones

Una de las ya antiguas virtudes del socialismo que gobernó la ciudad, refería a que, más allá de las (a veces infantiles) quejas de que a Rosario no la dejaban ser, mostraba un proyecto tentativo de ciudad. Tenía mucho de aspiracional y más allá de sus rotundos éxitos y fracasos, ese “relato”, suponía una forma de entender la vida comunal. Eso se fue apagando con el tiempo y la administración del partido Creo no parece haber revivido.

Pandemia mediante y afectado por la crisis en materia de seguridad que se discute a balaceras y muertes en las calles de la ciudad, de la que el intendente no es responsable directo, pero sobre la que había dicho tener un plan en el transcurso de la campaña electoral de 2019; hasta el más pintado encontraría severos límites para mostrar determinado proyecto, cuestión que venimos analizando desde este portal en el plano nacional desde el mes de marzo de 2020. 

Javkin, Manes y Lousteau
Javkin, Manes y Lousteau

Pero digamos que no se visualiza un plan estratégico, escrito o no, ni se conocen los ejes centrales de la gestión de futuro. La sola idea de “vecindad” parece sobresalir en cierta línea discursiva y se destaca la apuesta a la virtualidad y a la digitalización de trámites como forma de alivio de nuestra vida frente a la siempre engorrosa burocracia estatal. Demasiado poco para una ciudad que supo ser la segunda del país.

Puede estar equivocado este articulista, pero invito a cada lectora y cada lector a la tarea de cada fin de semana: referencie en su cabeza o vuelque sobre un papel al menos cinco políticas o programas que vengan a transformar la realidad rosarina desde 2019 para aquí y seguramente encontrará poco material para la discusión.

Pero más allá de todo lo expuesto, aparecen dos pertinentes preguntas en el horizonte. La primera refiere a cómo convivirá Javkin con lo que representa la figura de Gerardo Morales. Si el actual intendente rosarino se fogueó en los 90’, actuando como dirigente de la Federación Universitaria de Rosario, cuestionando todo el entramado menemista, entre otras cosas a la corte adicta de Julio Nazareno y asociados, vale saber cómo se parará frente a la vergüenza que supone que la provincia de Jujuy cuente con un Tribunal de Justicia presidido por quien fuera funcionario de la administración Morales.

Desde su relato político, donde Javkin hace gala de cierta reivindicación republicana (así justifica, entre otras cosas, la sanción del proyecto de su autoría de la ley de Boleta Única que fue aprobada entre gallos y medianoche en la legislatura santafesina), ¿cómo le explicará al conjunto de los rosarinos su vinculación con el responsable político de la detención ilegal de Milagro Sala? Segunda tarea para el hogar.

Y finalmente, si el radicalismo en su conjunto parece dispuesto a dar batalla en la interna de Juntos por el Cambio, enfrentando en una candidatura presidencial a cualquier referente del Pro, y todo parece indicar que el intendente rosarino jugará esa partida, ¿cómo convivirá con la pertenencia a un espacio que llevó a la Argentina a una situación de debilidad económica, política e institucional como no se había conocido desde el 2001 hasta aquí? Dudas de un tiempo que está por venir y que parece lejano, pero que habrá que empezar a contestar, tal vez, más temprano que tarde.

En las letras del epígrafe, Fito Páez nos habla de la transformación y de la posibilidad del encuentro de nuestras lunas. “Giros, todo da vueltas como una gran pelota, casi no se nota”. Por calle Buenos Aires al 700 las cosas hace tiempo que empezaron a cambiar. Y ahora sí se nota.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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