Domingo, 07 Julio 2024 12:10

Fuego amigo

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Mientras buena parte de la política argentina se prepara para la foto del Pacto de Mayo que se realizará en Julio, en la vigilia de un nuevo aniversario del día de la Independencia, en la semana que se va esos mismos sectores quedaron condicionados por lo irremediable del fuego amigo: por lo que sucede en el presente, pero también por lo que pueda acontecer en el mediano plazo de la gestión. Mercados, internas y la llegada de un viejo conocido sintetizan una serie de disputas que no pueden ocultarse más allá de la potencia mediática libertaria para evitar ciertas diferencias. Pasen y vean. Sea todo el mundo bienvenido.

La preocupación gubernamental debió centrarse sobre los mercados, un sector que el mileismo y el propio Luis Caputo dicen conocer. El primero por una supuesta expertise y el segundo por formar parte del mismo desde hace varias décadas. El aumento del precio del dólar, la caída de los bonos y las acciones de empresas argentinas en las bolsas internacionales y el riesgo país superando la barrera de los 1500 puntos, obligaron a dar una forma de respuesta oficialista que vino de la mano del Jefe de Gabinete Guillermo Francos y del propio Javier Milei.

Como el mercado, según la lógica libertaria, es perfecto, sus principales voceros políticos, comunicacionales y de redes salieron a deslizar la responsabilidad de Sergio Massa sobre el deterioro de las variables antes comentadas. No deja de ser interesante a la vez de divertida, la acusación para un hombre que, siendo oposición silenciosa, siete meses después ha logrado tener un peso tan determinante en los mercados, pero a los cuales no habría podido domar durante su gestión, razón fundamental del triunfo mileista de noviembre.

La semana dejó dos certezas inocultables: que la ya famosa conferencia de prensa del dúo Caputo - Bausili del viernes 28 a la tarde no sirvió de mucho, generando más dudas en los hombres de negocios y que los preanuncios de que una vez sancionada la Ley Bases los mercados responderían de manera positiva, fue sólo una ilusión con muy poco sustento.

Dicen, los que dicen que saben, que la ausencia de anuncios de una fecha hipotética de salida del cepo, o en qué momento se cumplirá con la modesta promesa (comparada con la vocinglería electoral de dolarización y cierre del Banco Central), de reducir el impuesto País al 7,5%, han actuado como factores de la alteración comentada. Ni la institucionalidad que presupone la aprobación de la Ley Bases ni la próxima foto de Tucumán parece conformar a los operadores financieros. Quieren cash, algo que ya supo comentar Juan Carlos Pugliese hace unos 35 años atrás cuando afirmó que "les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Persiste un error histórico en el neoliberalismo argento, el cual se extiende a libertarismo de estos días: el pensar que poniendo a uno propio a cumplir ciertas funciones, garantizará alguna eficacia en el manejo de la cosa pública.

En concreto el gobierno se enfrenta a una segunda crisis en poco menos de 50 días, aunque cada una de ellas tenga sustancia y formas diferentes. La primera, la que surgió a partir de contar con cinco millones de kilos de alimentos sin repartir y que, guste o no, supo repechar la cuesta, tiene, si se quiere, un carácter moral. Siguiendo la definición de la Real Academia Española, no puede hablarse de negligencia (descuido). Con el correr de los días y las semanas supimos que el almacenamiento y fundamentalmente la no compra de alimentos desde el mismísimo 10 de diciembre de 2023 han obedecido a un plan en el cual el gobierno fue sorprendido y sobre el cual, es obvio, pagó un costo político.

Pero más allá de la inhumanidad de buena parte de ese funcionariado, también debe decirse que para un importante sector social que se siente representado por las ideas de la libertad, el tema no movió el amperímetro ya que no sufren de ese tipo de necesidades. Los medios oficialistas hicieron su parte, más allá de quedar expuestos al ridículo con sus idas y venidas, pero también, la presencia de los otros niveles del Estado, han contenido una situación que bien podría anticiparse como explosiva.

La nueva crisis de estos días, tiene otra impronta. No es moral, no tiene efecto inmediato, pero sí refiere a las expectativas, algo definitivamente básico para cualquier proyección económica y política. A partir del deterioro de la actividad económica (el comercio minorista tuvo una retracción del 7,3% para el mes de mayo), nadie está del todo seguro si los movimientos del dólar blue afectarán los precios de la economía real. Sí debe decirse que en los días que corren, el oficialismo puede terminar alcanzado por el mismo mal de buena parte de la dirigencia política tradicional que le permitió llegar al poder: hablar de una realidad distinta a lo que le sucede a sus votantes. “Atento Fioravanti”. Otra vez, perdón centenials y milenials. Nuevamente un consejo: googleen…

Pero si hablamos de crisis, en el mundo amarillo no las tienen todas consigo. La semana que se está yendo tuvo la virtud de mostrar a plena luz del día lo que era una disputa interna en el PRO, la cual se cocía a fuego lento y entre los pliegues de declaraciones vía off the record.

De un lado Mauricio Macri, que se resiste a perder la centralidad que tuvo en un partido que resultó construido a su imagen y semejanza y del otro Patricia Bullrich, que fiel a su historia política, ve con muy buenos ojos la posibilidad de formatear la relación entre La Libertad Avanza y el PRO a los tiempos que corren, con una unidad que los sintetice. Más allá de la cuestión semántica de los alcances o no de la fusión, la ministra de Seguridad pugna por una relación mucho más intensa entre ambos sectores, siendo ella quien cumpla la función de ariete de esos acuerdos. Para la ex montonera, Macri es historia.

Algo parecido desea el ex presidente, copando el gobierno con dirigentes propios, en la primera línea de la gestión y que le reporten de manera directa, situación que Milei ha sabido evitar. Aquí la discusión nada tiene de componente ideológico. Es de poder. El apoyo amarillo en el tratamiento de la Ley Bases, el reciente comunicado con críticas a la gestión libertaria emitido desde la Fundación Pensar conducido por María Eugenia Vidal, así lo demuestran.

Las declaraciones del presidente de la Fundación FIFA, reflejan un límite que puede aparecer en el corto plazo del tratamiento de ciertas leyes. También, de alguna manera, las disputas del jueves en el marco de la asamblea partidaria, donde se dejó afuera a Bullrich de la conducción luego de haberlo acordado algunas semanas atrás para evitar la interna, intentan fortalecer a una figura política que si bien cuenta con una pésima imagen pública, aún intenta prevalecer en el manejo de ciertos resortes.

La irrupción de LLA ha complicado en demasía a los designios de un espacio de centro derecha que se imaginaba discutiendo poder de manera sostenida con ciertos sectores del peronismo. Si a los libertarios les va bien, el PRO podría perder buena parte de su sustentación política. Pero si les va mal, los amarillos corren el riesgo de pagar un enorme costo político por su apoyo y cercanía. De allí cierta diferenciación sobreactuada de estos días que evite que el partido termine licuado al mejor estilo de lo sucedido con la Unión Cívica Radical, a partir de la ya histórica Convención de Gualeguaychú, allá por el año 2015.

Pero si hablamos de fuego amigo, también el futuro cercano presenta algunas hipótesis de conflicto. La demorada llegada de Federico Sturzenegger como ministro de Desregulación y Transformación del Estado, abre dos interrogantes de rigor. El primero es el que refiere a la relación con su ahora par Luis Caputo. No sólo que dentro de las 27 funciones que le asigna el decreto que fundamenta su designación, algunas pueden chocar en funciones que a cada uno le compete, sino que entre ambos, en términos históricos y actuales, la relación no es de las mejores. Celos, diferencias de estilos y enconos antiguos pondrán a prueba la capacidad del liderazgo de Milei en el día a día de la gestión. Todo un desafío.

El segundo, más estructural, y más allá del humo de tablón que traerá el proyecto de la “Ley Hojarasca”, independientemente de los nefastos antecedentes en la gestión del flamante funcionario, supone preguntarse si tendrá los elementos necesarios para la transformación que suele reivindicar. Algunas preguntas como al pasar: ¿cuenta con los equipos técnicos para ocupar aquellos lugares de la administración que la gestión libertaria aún no pudo, no quiso o no supo ocupar? En esa relación potencialmente conflictiva con Caputo, ¿alguien puede garantizar que contará con los recursos económicos necesarios para llevar adelante una supuesta modernización administrativa?

Más allá de cierta romantización con el pasado, los años veinte del siglo XXI no tienen nada que ver con la Reforma del Estado de los 90’, donde su esencia radicó, más allá de las privatizaciones, en la transferencia de servicios básicos como salud y educación a los Estados provinciales y municipales, en muchos casos sin los recursos suficientes. Hoy no hay joyas de la abuela, en parte porque algo de pudor le ha quedado a una oposición amigable que hasta ahora evitó las privatizaciones de empresas como YPF o Aerolíneas Argentinas, ni los mercados internacionales están dispuestos a prestar alegremente al conjunto de los argentinos.

Si el presidente se siente impresionado por la inteligencia artificial, la cual dice que utilizará para la transformación de la gestión del Estado, ese que odia porque supuestamente representa una asociación criminal, vale saber con qué recursos lo hará a la hora de reivindicar de manera obsesiva y bochornosa un déficit cero que garantiza un lindo dibujo financiero, pero deja de a pie el cuidado de cientos de miles de argentinos que necesitan de la ayuda del Estado.

Dando por sentado que en esta posmodernidad que nos engloba, existen palabras que tienen una connotación positiva que no merecen (cambio, revolución, reforma), convengamos que transformación no le va en zaga al asunto. El menemato y el gobierno que le prosiguió, supieron mucho de ello y la Argentina terminó en 2001 con una crisis de proporciones, a partir de haber desmontado muchos de los resortes de contención que un Estado de Bienestar light supo construir en nuestro país.

Los mercados enviaron una serie de señales que para el mundo libertario puede resultar un llamado de atención. Las diferencias en el principal aliado quedaron expuestas sin mucho pudor y podrían condicionar en el futuro mediato una gobernabilidad que, si bien se ha sostenido con alfileres, nadie puede negar de su eficacia. Y la llegada formal al gobierno de un hombre como Sturzenegger podría profundizar un escenario de disputas internas que, en siete meses de gestión, no han dejado de ser un dolor de cabeza para los hermanos Milei y el más joven de los Caputo, hombre clave en el entramado gubernamental. El fuego amigo, a veces, puede afectar más que la pericia de ciertos enemigos.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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