Domingo, 27 Abril 2025 09:00

En modo avión Destacado

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La muerte del papa Francisco obligó a una especie de parate de la política nacional. Las principales fuerzas suspendieron la campaña en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ambas cámaras legislativas corrieron sus agendas una semana y desarrollaron sendos homenajes que resaltaron la figura del argentino más importante de la historia. Y los medios de comunicación abordaron la triste noticia de manera sistemática y permanente. Pareció no existir resquicio de ningún tipo para tratar otras cuestiones, pero, así y todo, pasaron cosas. Adentro y afuera, como para no olvidarnos que algunas miserias no se expresan exclusivamente en estos confines del mundo. 

Inicialmente, la potencia de la figura de Francisco obligó a Javier Milei y al conjunto de sus voceros libertarios a un prudente silencio. Con mensaje de X incluido, donde no se amilanó de remarcar la existencia de diferencias, el presidente trató de mostrarse empático y respetuoso ante el impacto de la noticia, no privándose de un papelón de proporciones al no llegar a la última jornada del velatorio. Para la patria grande latinoamericana cierto consuelo llegó con la imagen de un tal Lula Da Silva hincado, rezando, frente al féretro. Vergüenzas de las que los argentinos, parece, no podemos evitar.

El espíritu imperante transcendió el relato católico. La voz de Francisco se hizo referencia y su humanismo ganó centralidad en la polis, aunque no alcanzó para evitar los insultos y las bravuconadas de baja estofa en las que, otra vez, incurrió el primer mandatario. En set televisivos, con llegadas casualmente armadas para visitar a una de sus referencias ideológicas, en homenajes de dudoso valor ético y en mensajes de redes contestando a las críticas por no haber llegado a tiempo a la plaza San Pedro, el presidente se las ingenia para no renunciar a ese discurso rupturista, fuera de molde y ofensivo que supo ser efectivo algún tiempo atrás, pero que, en este momento que invitaba a la reflexión, pareció fuera de lugar. 

Puestos frente a frente, ambos discursos resultan definitivamente antitéticos. Ese clima general que imperó en esta semana de abril, donde prevaleció el respeto a una figura que, con sus matices, operó como una voz disonante de las miserabilidades de este tiempo, se consumirá de manera rápida y sin ambages. Las preguntas se caen por su propio peso: ¿cómo se explica nuestra valoración por el accionar papal y la convivencia nacional frente al odio que proponen los libertarios boys? ¿Desinterés, negacionismo o la prevalencia de nuestra propia estupidez? Dudas que exceden la capacidad de respuesta de este analista.

Pese a todo, en el contexto actual el gobierno nacional no podrá alegar que le falten apoyos. Así como días atrás podía poner sobre la mesa la llegada al país del secretario del Tesoro de los Estados Unidos Scott Bessent, esta semana fueron las declaraciones de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional Kristalina Georgieva, que mostraron la defensa del modelo libertario. El problema deviene en lo que suponen esos apoyos.

La funcionaria del organismo de crédito internacional no trepidó en involucrarse en la política interna del país y en declaraciones ante la Asamblea de Primavera del FMI solicitó que los argentinos, en las elecciones de octubre, confirmemos el rumbo apoyando a los candidatos violetas “porque esta vez es diferente”. Mantra que suele repetir Luis Caputo. 

Con su comentario, inédito en la historia de dependencia del país y del que debió salir a rectificarse unas horas después, Georgieva confirma lo que todo el mundo daba por descontado: los 20.000 millones que aporta el organismo representan un claro apoyo que le debería permitir al oficialismo llegar a las elecciones de octubre.

Como parece que no podía ser de otra manera, la historia se repite. En 2018 fue el mismo organismo quien socorrió a la administración Macri, quien se había quedado sin acceso al crédito con el sector privado, con la friolera de un acuerdo de U$s 54.000 millones, sin cumplir con las normativas del FMI (por tipo de socio, Argentina no podía acceder a un crédito de ese monto) y de yapa, sin que el Congreso Nacional lo haya aprobado.

En estas circunstancias, donde también coinciden algunos actores (Donald Trump y nuestro ministro de Economía, entre otros) el organismo bajo la conducción de la búlgara se enfrenta a varios riesgos:

  • Aportó fondos frescos con la condición de que se lleven adelante una serie de reformas que nadie sabe si el Gobierno podrá cumplir dado que depende del proceso electoral. 
  • El oficialismo insiste con un dólar bajo (en la semana salió al mercado a aparentar fortaleza vendiendo unos U$s500 millones a $1000 que nadie aceptó), idea que se contrapone con los designios de Washington que prefieren una cotización más cercana al techo de la banda ($1400).
  • En esa apuesta, que se parece mucho a un pleno, en el espejo retrovisor del FMI aparece el riesgo que supone una oposición encarnada en el peronismo que, al momento de la aprobación del DNU que le dio aire político a Milei para el endeudamiento, dejó asentado que, llegado el momento, revisará la legalidad de todo el procedimiento realizado.

Si Argentina es el mayor deudor, se lo vuelve a socorrer y la fuga operada entre 2018 y 2019 se produce siete años después en los mismos términos, no sería raro que los propios funcionarios que antes eran acusados de burócratas por Milei, terminen eyectados del organismo.

Y si hablamos de Mauricio Macri, el ex presidente parece dispuesto a vender caro su derrotero político, que el tiempo dirá si se transforma en un proceso que le otorgue algo de sobre vida o se encamina a un ocaso definitivo.

Con sus dichos sobre dirigentes comprados y dirigentes con valores, la posterior respuesta presidencial y el run run generado en las segundas y terceras líneas, atizó un fuego que lejos está de apagarse. De una inesperada manera de aquello que habríamos podido imaginar un par de años atrás, la derecha vernácula se asoma al abismo de una derrota en una ciudad que está hecha a su imagen y semejanza. El resultado, las diferencias y las posiciones alcanzadas, le darán sentido a lo que venga después en la provincia de Buenos Aires: ¿acuerdo con imposición libertaria o tratamiento entre iguales?

Macri no sólo se enfrenta al escenario riesgoso de una derrota en “su” territorio, sino que ese hipotético resultado lo expone a una dilución del poder construido hace ya 20 años. Con un liderazgo cuestionado, la foto en Mar del Plata junto a Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro (ambos con excelente diálogo con los referentes del dispositivo libertario), se pareció a un recurso de último momento frente al desgano oficialista por llegar a un acuerdo.

La muerte del Papa corrió múltiples agendas para los días por venir. Como en el modo avión, donde dejamos de gozar de cierto nivel de conexión, buena parte de la política pareció entender que no había margen para otros estímulos que no refirieran al recorrido vital de Jorge Bergoglio, su transformación en Francisco y su aporte transformador de una cuestionada Iglesia Católica. Los días por venir nos traerán nuevamente ciertas rutinas. Lástima que cierto ecumenismo quedará enterrado junto al hincha cuervo más famoso.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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