A sesenta años del fallecimiento de Eva Perón ¿en qué lugar del imaginario colectivo posicionamos su figura?
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Dicen que el tiempo todo lo puede. Que borra muchas cosas. Que, de alguna misteriosa y hasta, si se quiere, perversa medida, pone un manto de piedad. Y tal vez, algo de eso suceda con los hechos o los personajes políticos de un país y de un continente como el nuestro.
También, es dable reconocerlo, las nuevas generaciones suelen aportar nuevos puntos de vistas, abordajes y formas de comprensión de esos procesos. Pueden ser más severos (un buen ejemplo de ello es la mirada que los más jóvenes tenemos sobre el proceso de "desorganización" nacional) o más complacientes.
Ciertos personajes históricos, con el paso del tiempo, parecen ir acomodándose a una mirada más o menos general, más o menos común y más o menos consensuada, sobre el rol que han ocupado en la vida social o política de un país. Así, Arturo Illía parece encarnar el ejemplo vívido de un republicanismo fundante; Juan Domingo Perón sería (entre otras cosas) la encarnación del conductor político que establece una relación muy directa con las masas; y Raúl Alfonsín vendría a recordarnos el modelo de un hombre con profundas convicciones democráticas y la del militante político en todo el sentido de la palabra.
¿Y Eva Duarte? Perdón, ¿y a Evita? ¿Adónde la ubicamos? ¿En qué lugar del imaginario colectivo de un país? No creo desentonar si la referenciamos en el lugar de aquella mujer, común por cierto, sin grandes especulaciones académicas ni mucho menos, que dio todo por una causa y por una clase social en particular. Sus gestos, sus formas, sus métodos y su recorrido político, hoy, parecerían ser lo de menos. Un aspecto secundario que no merecería demasiado análisis.
Ahora bien, los argentinos, los de hoy, los del 2012, ¿nos bancaríamos a "esa mujer", toleraríamos esa fuerza, ese vendaval y torbellino político que supone su figura? Y la segunda pregunta, ¿en qué medida, al igual que se ha hecho con el Che y sus famosas remeritas, no hemos ido vaciando de contenido la figura de Evita, deformándola, desnaturalizándola, al asignarle un lugar en la historia que la ubica en el mero asistencialismo por los menos beneficiados, sin tener en cuenta que era una fenomenal militante con todo el compromiso que puede tenerse por una causa, siendo un engranaje más (tal vez central pero no excluyente) de un movimiento político que fue masivo y repulsivo para algunos sectores?
Preguntas que, 60 años después, nos hacemos como actores de otra generación, con otra impronta y otros métodos, pero movilizados por el mismo fuego. Personalmente no sé si volvió, porque no sé si alguna vez se fue. No sé si su estandarte lo llevaremos a la victoria. Ni si quiera sé si somos millones. Sólo sé "esa mujer" vive, como siempre, como cada día, aunque miremos para otro lado, aunque queramos desentendernos, en aquellos lugares donde haya aunque sea, una necesidad, aunque haya un solo pobre.
(*) Licenciado en Ciencia Política. Analista Político de la Fundación para la Integración Federal
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