El reciente Informe de la Evolución del Mercado Cambiario del BCRA da cuenta de una fuerte reducción en la pérdida de divisas en el primer semestre del 2012 respecto al 2011. La clave: el nuevo esquema regulatorio para las importaciones y el mercado de cambios.
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Cuando los agentes económicos perciben que existe riesgo de una corrida cambiaria, aflora el lado más perverso del natural egoísmo de los agentes económicos. Ocurre que, si todos hacen lo que les conviene individualmente y sin coordinar con los demás, terminan en una peor situación que si hubieran coordinado y priorizado los intereses del conjunto. En otras palabras: si todos corren a comprar dólares, el peso se devalúa y las reservas se agotan, perjudicando fuertemente al conjunto de la sociedad y generando una brutal transferencia de ingresos a favor de los que acudieron en primer lugar a adquirir las reservas.
Ante el riesgo de caer en un proceso de este tipo, el Gobierno Nacional tomó la iniciativa y optó por implementar una batería de medidas que, si bien pueden causar molestias menores a algunos, tienen la intención de evitar el mal mayor de la devaluación con vaciamiento de las reservas. ¿Han valido la pena estos sacrificios? Un reciente informe del BCRA parece indicar que sí.
En el primer semestre de 2012 la variación neta de reservas fue un negativo de 29 millones de dólares. Este resultado puede considerarse altamente positivo si se considera que su magnitud es muy pequeña (0,07% del stock de reservas) y que la cifra correspondiente a los primeros 6 meses de 2011 fue un rojo de 934 millones de dólares.
Por el lado de los ingresos y egresos corrientes hubo un superávit de 7.637 millones. Esto representa un incremento interanual de casi 2.000 millones, que se explica principalmente por la fuerte caída en la remisión de ganancias al exterior producto de las nuevas regulaciones al respecto. En lo que hace del canal comercial, hubo incremento de 1.000 millones en el rubro Mercancías, asociado a la nueva política de regulación sobre las importaciones, pero fue compensado por una merma similar en el rubro de Servicios.
Las entradas y salidas de divisas de capital y financieras muestran un déficit de 7.666 millones y traen consigo los datos más interesantes. Los ingresos netos por inversión directa fueron positivos en 2.203 millones de dólares, un 40% más altos que en el primer semestre del año anterior y reafirmando una tendencia ascendente comenzada en 2009. En cuanto al resto de los rubros de la cuenta, presentaron saldos negativos.
Los préstamos financieros y líneas de crédito presentaron un rojo de 725 millones, con una caída interanual de casi 3.900 millones. Esto se debió a la mayor retirada de depósitos en dólares así como a la menor conformación de los mismos.
Por el lado de los pagos de deuda, el rojo con los organismos internacionales fue de 2.082 millones en tanto que el correspondiente al resto de los pagos de deuda hechos con reservas fue de aproximadamente 3.200 millones, totalizando un incremento interanual de 4.000 millones en concepto de desendeudamiento.
Por último, el dato más importante: sólo en el primer semestre, la fuga de capitales ya se redujo en 6.300 millones. Este dato se desprende del rubro Formación de Activos Externos del Sector Privado No Financiero, que fue de 9.800 millones en el primer semestre de 2011 a 3.572 millones en la primera mitad de 2012. Este es el dato clave para comprender la efectividad de las medidas tomadas: las molestias que han implicado las nuevas regulaciones cambiarias han tenido como contracara la excelente noticia que significa la brusca detención de la sangría de reservas.
Igualmente importante es el hecho de que a partir de estos datos los ciudadanos aprecien que las reglas han sido parejas para todos y que sus sacrificios individuales están dando fruto. Así, cuando algunos actores económicos han puesto en peligro a la economía por no coordinar correctamente sus comportamientos individuales, ha sido el Estado quien impuso los medios para subsanar esta dalla y procurar un mejor resultado a nivel de toda la sociedad.
(*) Licenciado en Economía. Economista de la Fundación para la Integración Federal
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