Martes, 30 Abril 2019 17:04

David, Goliat y otras yerbas

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Pablo Javkin festejando el triunfo en su búnker Pablo Javkin festejando el triunfo en su búnker El Ciudadano

Por segunda vez consecutiva en una elección de cargos ejecutivos y en menos de cuatro años en el interregno de tres décadas, el socialismo rosarino veía amenazada su continuidad en el cargo a manos de Pablo Javkin. En la interna de 2015 la relación de 6 a 4 en favor de la actual intendenta Mónica Fein, obligó a los hombres y mujeres del partido de la rosa a sumar al gabinete al ex radical, quien inicialmente aceptó el convite, pero en poco tiempo entendió que lo suyo era otra cosa y terminó compitiendo (y accediendo) en 2017 por una concejalía. Esta vez también tuvo enfrente a una dirigente de pura cepa socialista, Verónica Irizar, aunque en términos de antecedentes contaban, detalle más, detalle menos, con un currículum parecido.

El oficialismo rosarino rápidamente entendió que no las tenía todas consigo. Como en tantas oportunidades, apeló a la instalación apurada de la nueva figura. Especuló con el manejo de los resortes del Estado para hacer conocida a la “Vero”. Pero esta vez equivocó, en parte, el camino. Eligió como herramienta central (a falta de tiempos políticos) el sobredimensionamiento de la figura en campaña: imágenes callejeras a lo largo y ancho de la ciudad, instalación fenomenal en los medios y gastos abrumadores en merchandising electoral que ruborizan a los partidarios de las campañas austeras. Algo de esto planteó el contrincante cuando la semana previa a las elecciones afirmó que era una pelea entre David y Goliat. Y ganó David nomás, con mucha convicción, con mucha caminata barrial y contacto con los vecinos. Javkin plantea la necesidad de una renovación. La mayoría de los votantes de la interna del Frente Progresista esta vez le aceptaron el convite.

Una vez confirmada la derrota, negada hasta el borde del ridículo en la noche del domingo, las principales espadas socialistas salieron el día lunes a “celebrar” la fortaleza del espacio común. No les queda otra opción por un par de cuestiones: sobrevivencia política de los próximos cuatro años por un lado y el hecho determinante que, en la elección a gobernador, Antonio Bonfatti deberá mejorar una magra elección en Rosario que no le garantiza al día de hoy la vuelta a la Casa Gris, por el otro.

Así las cosas, vale decir que por primera vez en treinta años el Palacio de los Leones no será presidido por un socialista. Dato no menor para una fuerza política que, coincidamos o no con su recorrido político, dejó una marca indeleble en la otrora segunda ciudad del país. Nada es para siempre. Queda flotando una duda en el aire. Con apoyo socialista incluido, ahora, ¿David se convertirá en Goliat? En pocas semanas lo sabremos.

(*) Analista político de Fundamentar.com

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