Lunes, 01 Julio 2013 04:40

La Revolución que Cambiará el Mapa Energético Mundial

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Giro en el statu quo de los gigantes de la energía. Gracias a sus grandes reservas de hidrocarburos no convencionales, Estados Unidos se erigirá en 2017 en el mayor productor mundial de petróleo e incluso antes, en 2015, también en líder global en producción de gas. El gigante americano logrará reducir drásticamente sus importaciones de petróleo en dos décadas e incluso ser exportador de gas, lo que le hará autosuficiente en términos netos en 2035, según la AIE. El ascenso norteamericano provocará cambios de calado en las relaciones económicas: la pujanza energética de EEUU podría mantenerle como mayor economía mundial más tiempo del previsto en detrimento de China y redefinirá su política exterior, o al menos la matizará de forma sustancial, al reducir casi a cero sus importaciones de crudo de Oriente Medio.

Estados Unidos ya es el gran protagonista de un nuevo boom energético... y promete serlo aún más. El gigante americano cuenta con las mayores reservas de hidrocarburos no convencionales (petróleo ligero y gas pizarra). Productos que hasta ahora le servían de poco o nada tenerlos en su territorio por la dificultad de aprovecharlos, pero que con los avances tecnológicos pueden ya extraerse más fácilmente y a precios razonables. Y con ello, se han convertido en un factor clave de su futuro energético, hasta el punto de que Estados Unidos se erigirá de nuevo en gran potencia energética global.


"Estados Unidos se encuentra a la vanguardia de una radical transformación en la producción de petróleo y de gas que afectará a todas las regiones del mundo", advierte Maria van der Hoeven, directora general de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El organismo, dependiente de la OCDE, publica cada año un informe con sus previsiones sobre las tendencias globales de producción y consumo de energía para las próximas dos décadas. En el documento de este año, presentado en Londres, la AIE ha revisado profundamente al alza sus estimaciones para Estados Unidos y anticipa una revolución en el mapa energético global.

 

NUEVO GIGANTE DEL CRUDO Y DEL GAS

la explotación de esos hidrocarburos no convencionales convertirá a Estados Unidos en el mayor productor mundial de petróleo en 2017, dejando atrás a Arabia Saudí, y lo encaramará también al liderato de la producción de gas ya en 2015, desbancando a Rusia


Según el nuevo escenario que dibuja la AIE (más optimista que las previsiones que maneja el propio Gobierno estadounidense), la explotación de esos hidrocarburos no convencionales convertirá a Estados Unidos en el mayor productor mundial de petróleo en 2017, dejando atrás a Arabia Saudí, y lo encaramará también al liderato de la producción de gas ya en 2015, desbancando a Rusia. Además, esas reservas de shale gas y tight oil, junto a las mejoras de eficiencia energética para reducir el consumo, permitirían a EEUU ser exportador neto de gas en 2020 y recortar drásticamente sus importaciones de crudo en las próximas décadas. De hecho, según la AIE, Estados Unidos pasaría de importar actualmente cerca de un 20% de todas sus necesidades energéticas a ser casi autosuficiente en 2035.


Estados Unidos retoma así el protagonismo en el nuevo mapa global de la energía, incluso a pesar de algunos matices del World Energy Outlook de la AIE que hay que tener en cuenta. Y es que EEUU efectivamente desbancará a Arabia Saudí como primer productor mundial de petróleo en 2017, pero solo durante una década: en 2027 los yacimientos saudíes volverán a ser principal suministrador de crudo del mercado mundial. Asimismo, su papel de mayor productor de gas tendrá igualmente caducidad, y solo lo ostentará durante apenas un lustro. En paralelo, la potencia norteamericana se convertirá en exportador neto de gas, no de petróleo, aunque las importaciones de crudo caigan drásticamente: la AIE prevé que EEUU pasará de importar casi el 60% de su petróleo en 2010 a solo en torno al 25% en 2035; mientras que en gas pasa de comprar fuera el 10% de sus necesidades a exportar cerca de un 5% de su producción en el mismo periodo.

En cualquier caso, las consecuencias del nuevo escenario van más allá de las meramente energéticas, y los efectos de la posición de EEUU como gran productor mundial de crudo y gas pueden tener efectos directos en el conjunto de la economía norteamericana y también en su política exterior. "Los cambios en el sector energético estadounidense conllevarán que su estatus económico mejorará muy rápido, ya que se fortalecerá su economía y el déficit podrá reducirse, al tiempo que el dólar se revalorizaría", indica el economista jefe de la AIE, Fatih Birol, en una entrevista con Efe. "Todo ello permitiría a EEUU seguir siendo una superpotencia. Los que eliminaron a este país de la ecuación energética mundial se equivocaron", sentencia.

Estados Unidos es el segundo mayor consumidor mundial de energía, solo por detrás de China, así que el fuerte aumento de su producción de petróleo y gas y la introducción de ambiciosas medidas de eficiencia, hasta rozar la autosuficiencia energética, supondrá un notable estímulo para el conjunto de su economía. El impacto de su nueva posición implicará una rebaja de costes energéticos para las compañías estadounidenses, con la consiguiente mejora de su competitividad. Algunos expertos incluso apuntan ya como probable que el ascenso de China como primera economía mundial, previsto por la OCDE o el FMI para mediados de esta década, probablemente en 2016, podría retrasarse unos años.

 

¿CAMBIOS EN SU POLÍTICA EXTERIOR? SÍ, PERO LIMITADOS


Con Estados Unidos disparando su producción de hidrocarburos y recortando muy fuertemente sus importaciones, los flujos del comercio energético mundial sufrirán variaciones en los próximos años. Por lo pronto, en dos décadas el 90% de las exportaciones de petróleo de Oriente Medio tendrán por destino exclusivamente el mercado asiático, mientras que EEUU prescindirá de casi de la totalidad de sus compras de crudo a países árabes (pasaría de los casi 2 millones de barriles diarios que importa ahora a prácticamente cero). "Las importaciones de petróleo desde Oriente Medio, que ahora constituyen un porcentaje importante [del consumo de EEUU], en diez años bajarán casi a cero, lo que tendrá efectos significativos en el mercado internacional de crudo e influirá en la política exterior", subraya Birol.

 "Las importaciones de petróleo desde Oriente Medio, que ahora constituyen un porcentaje importante [del consumo de EEUU], en diez años bajarán casi a cero, lo que tendrá efectos significativos en el mercado internacional de crudo e influirá en la política exterior"

Efectivamente el nuevo escenario "influirá" en su política exterior, pero la naturaleza misma del mercado petrolero hace difícil (¿imposible?) que Washington se desentienda del control de las cuestiones geopolíticas que condicionan los precios energéticos. Todos los gobiernos estadounidenses, también la Administración Obama, han tratado de recortar la dependencia del país de las importaciones de hidrocarburos para reducir su vulnerabilidad ante problemas geopolíticos, y minorar así los efectos de la eventual inestabilidad en los países del Golfo o Venezuela. Sin embargo, incluso si se cumpliera el optimista escenario de un EEUU casi autosuficiente que dibuja la AIE en su informe, el país seguiría viéndose afectado por los vaivenes de precio que sufre el mercado, así que la política exterior de la Casa Blanca -cualquiera que sea su inquilino en el futuro- seguirá velando por la seguridad energética a nivel global.


"Incluso si Estados Unidos consiguiera ser autosuficiente, se vería afectados por cualquier problema en los países productores que conllevara una subida de los precios internacionales. Siendo autosuficiente sería menos vulnerable a problemas de suministro, pero lo seguirá siendo al precio, incluso con menos importaciones", explica Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía del Real Instituto Elcano. "Washington será menos proactivo en sus relaciones exteriores energéticas, pero no se va a desentender por completo. EEUU se implicará menos en el control de la estabilidad de los productores, pero los cambios en su política exterior serán, en cualquier caso, muy graduales y limitados".

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: Expansión

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