Jueves, 28 Noviembre 2013 15:36

Los Frentes de India

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Un nuevo mundo se avecina con la emergencia de pujantes potencias económicas que permanecían relegadas en la escena internacional y que hoy ansían un lugar entre los grandes. El deseo de India de ser parte de la futura elite del poder, sin embargo, colisiona con graves fracturas sociales y una región a punto de estallar.

De todos los Estados emergentes, India es, sin lugar a dudas, el que cuestiona de forma más agresiva a la elite política mundial. La diplomacia que lidera en todos los frentes, desde el ámbito militar hasta el ambiental, no busca más que dotarse de un poder en la política internacional que esté a la altura de su economía y su peso demográfico. Pero la tarea es harto difícil ya que sus intereses colisionan con las pretensiones de las grandes potencias de perpetuar el statu quo en la estructura de poder.

Aunque su política hoy se diseñe en clave realista, las batallas que libra dentro de las instituciones internacionales, generalmente de la mano de otros Estados emergentes, derivan en un régimen internacional más justo, pues sus victorias son también usufructuadas por los más débiles. No sucede lo mismo cuando India despliega en su forma más cruda la realpolitik al deslindarse tanto de la legalidad del sistema internacional como de los otros emergentes, como lo hizo al no someterse al Tratado de No Proliferación nuclear.

Su proyección geopolítica hasta ahora ha sido agresiva pero certera: aprovechó la convergencia de un interés compartido con Estados Unidos –la necesidad de generar un contrapeso de China en la región asiática– para instaurarse de facto como potencia nuclear con la connivencia del miembro más importante de la elite mundial y, así, asegurarse además un aliado no sólo para contrarrestar a Pekín sino también a Islamabad.

Su proyección geopolítica hasta ahora ha sido agresiva pero certera: aprovechó la convergencia de un interés compartido con Estados Unidos –la necesidad de generar un contrapeso de China en la región asiática– para instaurarse de facto como potencia nuclear con la connivencia del miembro más importante de la elite mundial y, así, asegurarse además un aliado no sólo para contrarrestar a Pekín sino también a Islamabad.

EN EL CERCO ASIÁTICO 

Epicentro de una región poco integrada y siempre a punto de estallar, India mantiene aún importantes disputas territoriales tanto con China (Aksai Chin) como con Pakistán (Cachemira) y una relación tensa con Bangladesh, frente al que construye desde hace veinticinco años un muro de 3.286 kilómetros, la barrera geopolítica más larga del mundo, destinada a contener a los bangladesíes.

Los intercambios comerciales entre los Estados de Asia del Sur son realmente magros y no ayudan a destrabar los conflictos latentes en la región. Con China, su vecino del Norte, logró en cambio un sustancial incremento del comercio –que pasó de 3.000 a 73.900 millones de dólares en diez años, esto es, un aumento del ¡2.463%!–, que sin embargo no alcanzó para atemperar la candente relación que mantienen en el ámbito geoestratégico y militar.

A la rivalidad histórica, los diferendos territoriales y el temor indio al ascenso chino, se suma la alianza geoestratégica de Pekín con Islamabad, con quien Nueva Delhi tiene desde hace casi setenta años una relación explosiva por Cachemira.

La paridad estratégica que India y Pakistán alcanzaron al dotarse del arma nuclear presagia un futuro lúgubre. Más aun cuando el stock nuclear del último país presentó el más rápido crecimiento del mundo en los últimos años, y la relación bilateral vuelve a atravesar por un mal momento tras las presuntas violaciones de ambos Estados en enero de 2013 de la línea de control que divide Cachemira. La demostración paquistaní de sus avances atómicos, en un período delicado, probando un misil balístico de alcance intermedio con capacidad para cargar una ojiva nuclear unos mil kilómetros, no promueve precisamente una distensión en las relaciones bilaterales.

India, por su parte, se embarcó en los últimos años en una modernización sin precedentes de su aparato militar hasta instalarse como primer importador de armas del mundo. China, a su vez, se erigió como quinto exportador de material bélico del planeta, destinando más del 50% del mismo a su aliado paquistaní. Una carrera por el poder duro que impregna a toda la región, atrae injerencias externas y llena de escollos el camino hacia la paz y la cohesión en Asia.

"LA MAYOR DEMOCRACIA DEL MUNDO"

La desigualdad social es rampante: el índice de pobreza alcanza a más del 30% de la población, la riqueza nacional tiende a concentrarse cada vez más en menos manos –los multimillonarios pasaron a apoderarse del 1,8% al 10% de la misma entre 2003 y 2012–, y prevalece un arraigado sistema de estratificación social: las castas

El vertiginoso y sostenido crecimiento que vive la economía india desde hace tres décadas, de un 6% anual aproximadamente, impulsado principalmente por el sector de servicios, la coloca como una de las futuras grandes potencias del siglo XXI. Pero en las mismas tres décadas también presentó indicadores sociales menos auspiciosos: el Índice de Desarrollo Humano sigue estando, casi como en 1980, en el puesto 136. Otras cifras sociales, lejos de estabilizarse, empeoraron. ¡La malnutrición infantil alcanzó en 2011 el 44%!

La desigualdad social es rampante: el índice de pobreza alcanza a más del 30% de la población, la riqueza nacional tiende a concentrarse cada vez más en menos manos –los multimillonarios pasaron a apoderarse del 1,8% al 10% de la misma entre 2003 y 2012–, y prevalece un arraigado sistema de estratificación social: las castas.

Pero también persisten otras diferencias, como las religiosas. En una sociedad mayoritariamente hindú, con frecuencia se somete a los musulmanes (primera minoría) a una situación inferior a la de las castas más bajas de la sociedad. La violencia se extiende además a las relaciones de género: la mujer muchas veces sufre situaciones humillantes, como el pago de la dote de los padres de la novia a la familia de su futuro marido, que la equipara a una mercancía.

Lo tradicional y lo moderno no colisionan en la sociedad india, simplemente conviven con sus contradicciones. India es la mayor democracia del mundo –en 20 años superaría a China en población y en 40 en personas activas– y la única donde la participación electoral sigue aumentando. Aunque la voz del ciudadano muchas veces no tiene peso real en el espacio público por las fracturas sociales propias de una nación heterogénea.

Una potencia demográfica, económica y militar que hoy se instala como futuro miembro de la elite del poder mundial. Pero como todo emergente, además del frente interno, deberá librar la batalla por el poder primero en el campo regional, para después sumergirse en el fuego internacional. 

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Desde agosto de 2006 es redactora de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur. Formó parte del equipo de redacción de la revista Psicoanálisis y Cultura y desempeñó actividades de investigación bajo la dirección de Adriana Rossi en Acción Sur.

 

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Rafael Pansa

FUENTE: ElDiplo

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