Mucho se ha dicho desde que YPF firmó el acuerdo con Chevron para desarrollar un yacimiento de calidad mundial, un recurso estratégico para conseguir el autoabastecimiento energético.
Para todos los que estuvimos involucrados en la negociación del acuerdo, su firma fue un motivo de orgullo y estamos convencidos de que va a ser muy beneficioso para la compañía y para el país. Por esa razón, lamento las irresponsables afirmaciones que desde distintos sectores se levantaron en contra del acuerdo. Llama la atención la opinión de economistas -incluso directivos de bancos-, consultores, expertos y hasta ex funcionarios de energía, que tildan a este acuerdo de “estafa” o “reprivatización” por el solo hecho de no conocer sus detalles.
El acuerdo confirma la clase internacional del recurso que se encuentra en Vaca Muerta y permite a YPF monetizar parte de su valor.
Las sociedades anónimas que cotizan en bolsa siempre realizan este tipo de negociaciones en la más estricta confidencialidad, porque así lo exigen tanto los reguladores del mercado como sus accionistas.
YPF es una sociedad anónima que cotiza en la Bolsa de Buenos Aires y en la de Nueva York y toma muy en serio sus responsabilidades como tal.
La confidencialidad con la que se llevó adelante la negociación nos permite proteger la información y el conocimiento que son patrimonio de YPF y a la cual seguramente querrían tener acceso muchos actores en esta industria. Si nos hubiéramos permitido hacer lo que nos piden, hoy seríamos criticados por ellos mismos por haber puesto a YPF en desventaja frente a potenciales nuevos acuerdos o frente a otros que no necesariamente buscan lo mejor para nuestra compañía.
Este manejo responsable de la información es parte del profesionalismo con el que todos queremos que se gestione YPF.
Otro lugar común del discurso crítico fue el de la “reprivatización” que el mismo podría implicar. Nada más lejos de la realidad. Pareciera que tampoco quieren ver que el área objeto del acuerdo sólo representa el 3% de la superficie de Vaca Muerta donde YPF tiene derechos de concesión, lo que equivale al 1,2% del total de Vaca Muerta. Los 1.240 millones de dólares que se van a invertir durante el próximo año le dan a Chevron el derecho al 0,6% de Vaca Muerta, en calidad de socio y donde YPF es el operador. Esos “pocos dólares”, según palabras de algunos, son inversión extranjera genuina que ingresa al país; y es una inversión de riesgo que le permite a YPF compartir el riesgo petrolero, como lo hacen las grandes compañías en esta industria.
Es evidente que los detractores del acuerdo YPF-Chevron desconocen la materia de la cual opinan o atacan al acuerdo con un objetivo político.
El acuerdo confirma la clase internacional del recurso que se encuentra en Vaca Muerta y permite a YPF monetizar parte de su valor. Además, pone en valor el resto de la superficie que tiene YPF en Vaca Muerta; los recursos hidrocarburíferos solo tienen valor en la medida que se realicen las inversiones necesarias para su desarrollo económicamente viable.
Esta inversión, que nos asocia con un líder mundial en materia de hidrocarburos, nos permitirá desplegar una intensa actividad que va a contribuir al crecimiento de la economía regional y constituye un paso importantísimo hacia la recuperación de la autosuficiencia hidrocarburífera. Por estas razones, entre otras, este acuerdo constituye un hito no sólo para YPF sino para la energía del país.
(*) Vicepresidente Financiero (CFO) de YPF
FUENTE: Clarín