Las actuales elecciones en India pueden definir el orden y la distribución regional de poder: no solo resultarían en una profundización o inflexión del modelo de crecimiento y expansión económica, sino que pueden implicar una reconfiguración en un tema altamente sensible, como lo es la política nuclear. Desde 1998, el Bharatiya Janata Party (BJP) elaboró un modelo de política nuclear basado en la premisa de ser “defensiva”, es decir, teniendo como eje principal la exclusividad de ser desarrollado con intenciones de protección y defensa nacionales. La política elaborada por el entonces primer ministro, Atal Behari Vajpayee, se basa en descartar la posibilidad de que India, evocando su herencia cultural y el rol de liderazgo regional propio, no sería el primero en disparar un arma nuclear.
La constante rivalidad con su vecino Pakistán, y la complejidad latente, tanto étnica como social y religiosa, hacen de ésta una de las áreas más inestables del mundo. Ambos países continúan desarrollando e implementando estrategias de defensa con un claro componente nuclear, teniendo en cuenta que ninguno de ellos se incorporó al paraguas de seguridad de armamento nuclear contenido en el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968. Este tratado es uno de los regímenes con mayor aceptación internacional, restringiendo el uso, producción y ensayos nucleares a los “Estados Nuclearmente Armados” o NWS. La exclusión voluntaria tanto de India como de Pakistán de este acuerdo demuestra que ambos países han estado históricamente dispuestos a utilizar las armas nucleares como recurso de disuasión o amenaza válido y efectivo.
En la actualidad, el BJP posee alrededor de 25 partidos aliados y se divisa como la mayor fuerza de cara a las elecciones, que podrían implicar el fracaso más rutilante del denominado Partido del Congreso.
La posición de India como líder regional es un tanto difusa: por un lado, se observa que iniciativas como IBSA (foro creado en 2003, en donde participan India, Brasil y Sudáfrica, que fomenta un dialogo más fluido y una cooperación genuina de países en vías de desarrollo), el grupo BRICS del grupo Goldman Sachs, o G4 para la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, fomentan el rol de liderazgo internacional indio, bajo el modelo de un país surgido del tercer mundo y con pretensiones pacíficas. Así, se evidencia el deseo manifiesto de tener un lugar relevante en los espacios de decisión internacional más influyentes. Pero por otro lado, se puede observar que regionalmente, India muestra una ambivalencia relativa, a partir de una relación conflictiva con Pakistán, una postura titubeante en relación al rol de China como potencia internacional, o una influencia marcada en países como Sri Lanka o Bután, sin dejar de lado la reconsideración de la relación con Estados Unidos a partir de las conexiones de Pakistán con el terrorismo internacional.
Esta complejidad regional provoca que los países occidentales se muestren vacilantes en sus políticas de apoyo al impulso indio. Ello explica que este país procure, en múltiples ocasiones, establecer alianzas con países que cobran una nueva relevancia internacional, como Brasil o Sudáfrica, y de este modo ampliar su influencia en vastos espacios de cooperación internacional.
En la actualidad, el BJP posee alrededor de 25 partidos aliados y se divisa como la mayor fuerza de cara a las elecciones, que podrían implicar el fracaso más rutilante del denominado Partido del Congreso. Esta coalición se caracteriza por un marcado nacionalismo ortodoxo con base hindú y una tendencia autoritaria, que fue destacada ante su inacción en 2002 en una serie de atentados antimusulmanes. Los recientes conflictos sociales desatados en Cachemira, vuelven a poner a India en el centro de las miradas internacionales, siendo una de las regiones más violentas e inestables del mundo.
El clima de elecciones aumenta las probabilidades de conflictividad, ante un país fragmentado por regionalidades, principalmente étnicas. El reto indio se basará en adaptar su idiosincrasia y valores nacionales a su eminente rol de líder internacional, teniendo en cuenta que su política nuclear es uno de los temas más controvertidos para su vecindario cercano. Tanto los Organismos Internacionales como los países del mundo deberán analizar los cambios políticos de India como una instancia factible para generar canales de negociación en la región, evitando así una competencia armamentística y nuclear que ponga en jaque la seguridad internacional, vinculada a un concepto que abarque aspectos tanto militares como humanos y sociales.
(*) Investigadora de la Fundación para la Integración Federal