Miércoles, 06 Mayo 2015 08:33

150 Años de la Triple Alianza

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La guerra de la Triple Alianza significó una página negra en la historia de nuestros pueblos y un evento único en la región, no solo por su duración, sino también por la cantidad de muertos que la misma dejó y por las importantes consecuencias que la contienda produjo en los beligerantes. 

El 1º de mayo se conmemoró una triste efeméride para la región: los 150 años de la firma del Tratado de la Triple Alianza, por medio del cual Argentina, Brasil y Uruguay se unieron para declararle la guerra al Paraguay del mariscal Francisco Solano López. La guerra de la Triple Alianza fue un enfrentamiento bélico que significó una página negra en la historia de nuestros pueblos y un evento único en la región, no solo por su duración, sino también por la cantidad de muertos que la misma dejó y por las importantes consecuencias que la contienda produjo en los beligerantes.

Por aquellos años, Paraguay estaba gobernado por el mariscal Francisco Solano López, quien había logrado generar un cierto desarrollo autónomo para su país, manteniéndolo al margen de las influencias externas. A pesar de la mutua desconfianza que existía por aquella época entre Argentina y Brasil, ambos compartían su desconfianza hacia el régimen de López, al cual consideraban un tirano. Asimismo, Paraguay no permitía la libre navegación de los ríos interiores lo que molestaba a la monarquía brasileña que se veía impedida conectar la región del Mato Grosso con el resto del país.

Es en este contexto cuando en 1864 se produjo, con el visto bueno de Argentina y Brasil, un golpe de Estado en Uruguay comandado por el general colorado Venancio Flores contra el gobierno blanco, único aliado de Paraguay en la región. Viendo como el equilibrio de poder en el Rio de la Plata se rompía con el golpe y temiendo ser el próximo en la lista, el mariscal López intervino en defensa del gobierno uruguayo y le declaró la guerra a Brasil. Luego López hizo lo mismo con la Argentina cuando, a pesar de haberse declarado como país neutral, el gobierno de Mitre le negó al mariscal el paso de sus tropas por la provincia de Corrientes. Luego de estos hechos, Brasil, la Argentina y el nuevo gobierno uruguayo le declararon la guerra a Paraguay con la firma, el 1 de mayo de 1865, del Tratado de la Triple Alianza. La contienda se extendió hasta el 1° de marzo de 1870, cuando las fuerzas brasileñas terminaron con la vida del mariscal López.

La guerra dejó importantes consecuencias no solo en el vencido, sino también en los vencedores. Para Paraguay, su derrota significó el fin de su incipiente desarrollo autónomo y la consiguiente apertura de su maltrecha economía a los mercados externos, divisiones políticas, la merma de casi la mitad de su población, la ocupación militar y la perdida de parte de su territorio en mano de los vencedores. Para Brasil significó el ascenso del ejército como un actor de suma importancia política y el principio del fin de la monarquía. Para la Argentina, en cambio, la guerra favoreció el proyecto mitrista de consolidación del Estado Nación centralizado. 

Hoy la región se encuentra lejos de todo conflicto bélico y los viejos enemigos se encuentran insertos en procesos de integración común como el Mercosur o la Unasur, que más allá de sus limitaciones o diferencias internas, han  contribuido a consolidar las relaciones entre los países miembros, y por lo tanto, han favorecido también al fortalecimiento de la estabilidad regional.

Durante mucho tiempo, uno de los aspectos más controversiales de la guerra contra el Paraguay fue la identificación de sus causas, existiendo, aun en la actualidad, diferentes interpretaciones sobre las mismas. En este sentido, se puede identificar dos principales corrientes: la liberal, que ve en el mariscal López y a su régimen como los responsables de la guerra, y la revisionista, que considera que detrás de la guerra llevada a cabo por la monarquía brasileña y el gobierno mitrista de Argentina se encontraba el imperio británico, impedido de ingresar sus productos en un Paraguay que había desarrollado una floreciente industria propia. Estas visiones consideran que la derrota de Paraguay trajo como consecuencia el acceso del Reino Unido a sus materias primas, en especial el algodón. Aquellos que siguen esta línea histórica ponen el acento en el hecho de que la guerra de la Triple Alianza haya comenzado un año después del fin de la guerra civil norteamericana, donde el norte industrialista se impuso sobre el sur esclavista y agrario, lo que hizo que el Reino Unido perdiera un importante proveedor de algodón.

Otros autores, en cambio, afirman que a Londres no le interesaba inmiscuirse en la guerra con el Paraguay debido a que tenía nulos intereses en juego en el país guaraní. Sin embargo, resulta difícil pensar que la corona británica no haya estado involucrada de alguna manera, aunque sea de forma indirecta, sobre todo si tenemos en cuenta la enorme influencia y los fuertes intereses económicos que tenía en la región, principalmente en Argentina y Brasil.

A 150 años de la firma de aquel indigno tratado, la guerra de la Triple Alianza sigue estando presente en la memoria de nuestros pueblos. Afortunadamente los actuales gobiernos de los antiguos beligerantes han comprendido la infamia que representó esta guerra y han ensayado algunos gestos hacia el pueblo paraguayo a modo de reparación histórica. En el 2014, por ejemplo, la presidenta Cristina Fernández devolvió a su par paraguayo, Horacio Cartes, los trofeos de la guerra de la Triple Alianza y se refirió a la contienda como “la masacre y el genocidio paraguayo”.

Hoy la región se encuentra lejos de todo conflicto bélico y los viejos enemigos se encuentran insertos en procesos de integración común como el Mercosur o la Unasur, que más allá de sus limitaciones o diferencias internas, han  contribuido a consolidar las relaciones entre los países miembros, y por lo tanto, han favorecido también al fortalecimiento de la estabilidad regional.  

 

(*) Investigador de la Fundación para la Integracion Federal

 

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