Miércoles, 13 Mayo 2015 16:57

A 100 Años del Genocidio Armenio

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Este mes se cumplieron 100 años del comienzo de uno de los procesos más oscuros del siglo XX: el genocidio de la población armenia en el imperio otomano, el cual sigue aún con heridas abiertas al no poder reconciliares el moderno Estado Turco con la República de Armenia.

Hace un siglo, el Imperio Otomano, con casi 700 años, poseía ya su estructura institucional y política completamente desgastada. Hacia 1914 el califato entraba en una crisis de la que no podría salir, por lo que se apodaba al Imperio como un “viejo enfermo”. Para los inicios de la Primera Guerra Mundial, el predecesor de Turquía pertenecía, junto a Italia, Alemania y Austro-Hungría, a la Triple Alianza. La elección de esta fuerza la habría hecho en contraposición al Imperio Ruso, su gran amenaza.

Un siglo después, el pueblo armenio continúa sin encontrar la paz con sus vecinos debido a que el Estado turco no reconoce que se hubiera llevado a cabo tal persecución sistemática.

En este contexto, dentro de la política otomana estaba tomando fuerza una corriente modernizadora, conocida como los Jóvenes Turcos, que integraba el Comité de Unión y Progreso. Estos buscaban la sanción de su Estado, y la concreción de un Estado Pan-islámico. Este objetivo buscaba la comunión de todas las etnias turcas y expulsión de las ajenas.

Frente a este panorama, entre 1915 y 1918, el pueblo Armenio fue sometido a persecuciones, deportaciones, expropiaciones, secuestros y masacres por parte de la misma administración del gobierno del imperio otomano (liderado en aquel momento por los jóvenes turcos). Se estima que aproximadamente un millón y medio de armenios perdieron la vida bajo estas condiciones y cientos de miles fueron desplazados y obligados a vivir en condiciones precarias de refugiados en las periferias.

Un siglo después, el pueblo armenio continúa sin encontrar la paz con sus vecinos debido a que el Estado turco no reconoce que se hubiera llevado a cabo tal persecución sistemática.

Actualmente, más de una veintena de países reconocen y apoyan al Estado Armenio en sus reclamos. Entre estos, pueden destacarse a Alemania, Argentina, Rusia, Venezuela y el Vaticano. El mismo Papa, a pocos días de celebrarse el centenario, recordó tristemente el hecho definiéndolo como el “primer genocidio del siglo XX”. Este hecho creó un terremoto diplomático entre las partes y una fuerte condena por parte de Ankara por estas declaraciones. A pesar del creciente reconocimiento internacional que han logrado los armenios, Turquía permanece intransigente. Se puede pensar que por cada nuevo reconocimiento que logra Ereván, capital armenia, la diplomacia turca emprende una contraofensiva, no sólo contra sus vecinos, sino contra aquel que reconoce el genocidio.

El Estado turco se ha negado sistemáticamente a tratar el tema por ya casi un siglo pero, en los últimos años, se puede observar que hubo cierta flexibilización al hablar sobre el tema.

El Estado turco se ha negado sistemáticamente a tratar el tema por ya casi un siglo pero, en los últimos años, se puede observar que hubo cierta flexibilización al hablar sobre el tema. Por un lado, se reconoció la existencia de las matanzas. Por otro lado, el detalle de este reconocimiento es que los describieron como parte de la Gran Guerra y como parte de una guerra inter-etnias que tuvo lugar en la época, y no como una persecución sistemática llevada a cabo por el mismo Estado.

Ahora, si ha pasado tanto tiempo y la misma persona jurídica no existe más (paso de Imperio Otomano a la República de Turquía) ¿por qué no sentarse a hablar juntos sobre este tema? Se puede pensar que la presión que puede recibir un Estado para reconocer que ha llevado a cabo un genocidio conllevaría a una condena internacional para con éste, sin pensar de las posibles repercusiones económicas que pueda afrontar, ya sea por las posibles reparaciones que le puedan demandar o por los posibles convenios económicos y comerciales que se pudieran derribar por ser una “paria internacional”.

Lo que realmente se puede enunciar es que sin reconocimiento no habrá perdón ni entendimiento. Hoy en dia tal escollo evita que se puedan relacionar amistosamente, desaprovechando posibles fructíferas relaciones tanto bilaterales como multilaterales, al tener intereses comunes por “vivir en el mismo barrio”.

 

(*) Estudiante avanzado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UNR

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