Viernes, 13 Mayo 2016 23:20

Los Números No Cierran donde Reina el Verso Neoliberal

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El presidente del BCRA, Federico Sturzenegger y el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay El presidente del BCRA, Federico Sturzenegger y el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay

Se prometió generar empleo, bajar la inflación y reactivar la economía. No sólo no hay contrataciones sino que hay despidos, la inflación es más alta que durante el kirchnerismo y por primera vez desde 2002 habrá recesión. ¿Y ahora?

La crisis en la cual está comenzando a sumergirse la economía de nuestro país claramente tiene su origen en la política económica aplicada por el gobierno de Macri. Los que no comulgaron nunca con el neoliberalismo monetarista entienden rápidamente que el ajuste del gasto, la apertura indiscriminada de las importaciones y la fuga de capitales permitida por el Estado son justamente la principal causa de la brutal caída de los niveles de consumo e inversión[1]. No obstante, hoy las dudas acerca de las políticas aplicadas no surgen desde este lado del mostrador de los que nunca compraron el “chamuyo de la pesada herencia”[2]. Los de este lado entienden que el gobierno de Macri ha llegado a redistribuir el ingreso a favor de los sectores más concentrados de la economía y para esto hay que bajar los salarios reales, es decir, que los salarios empiecen a crecer por debajo de la inflación.  En cambio, de la vereda de enfrente hay más dudas que certezas.

Es justamente entre los adherentes al gobierno actual (entre ellos, grandes conglomerados de medios) donde han comenzado a impacientarse: ya van cinco meses, atacar la inflación era la meta primordial y esta se ha disparado. Si confiaron en que con el sólo hecho de bajar la inflación la economía mejoraría, es lógico que reclamen hacerlo con urgencia. La impaciencia obviamente generó tensiones y la forma en que estas se resuelvan tiene implicancias enormes para la economía. En el gobierno no ven incongruencias en su plan de ruta original y promesas electorales, es decir, parecería que eliminar las retenciones no agrava el déficit fiscal, que el “plan de obra pública más importante de la historia” puede llevarse a cabo en medio de un ajuste fiscal o que la educación de calidad es posible de lograr con salarios docentes por el suelo.

Hace 12 años repiten que la emisión monetaria es la causa de todos los males. Acceden al gobierno y bajan la emisión monetaria del 40 al 25%, pero los precios dejan de crecer al 25% para pasar a crecer al 35%. Comienzan las preguntas. Se lo felicita a Sturzenegger y se buscan otras causas. Dicen “bajó la emisión pero falta credibilidad, hay que bajar aún más el gasto público sino el plan es insostenible”.

Lo cierto es que el ajuste del gasto público ya se materializó en despidos masivos de empleados públicos, quita de subsidios, pulverización de los niveles de obra pública y menores transferencias de fondos a provincias. Hoy los gobernadores ponen el grito en el cielo, los rectores no pueden pagar la cuenta de la luz y el déficit primario del primer trimestre incluso aumentó en $5 mil millones con respecto al 2015. Y es más, cuanto mayor sea el derrumbe de la actividad económica más se incrementará el déficit público, producto de un menor crecimiento de la recaudación.

En este marco, se ha dado un escenario de prueba y error en el que el gobierno ha tenido que resignar parte de su relato y comenzar a caer en contradicciones… ¡lo que agrava más aún la confusión del liberalismo! Ayer parecía que los grandes empresarios argentinos eran víctimas y el Estado el victimario que generaba inflación de forma adrede, hoy los empresarios comienzan poco a poco a ser los culpables de la suba de precios. A su vez, el monitoreo de estos precios era uno de los ámbitos donde nada tenía que hacer el Estado y hoy se anuncia que es justamente esa es la gran apuesta del gobierno para bajar la inflación. En el mismo sentido, quienes vinieron a generar empleo de calidad en la Argentina, negaron despidos luego de asumir y hoy piden una tregua de noventa días a los empresarios.

¿Cuándo bajará la inflación? Dejará de haber culpables porque la inflación no baja, cuando aparezcan culpables de que la actividad económica y el empleo no se recuperan, o sea, luego de la brusca recesión económica. Recesión cuyo único límite será político y estará dado en la oposición que muestren los diversos actores al ajuste. Cuando la resistencia al ajuste aumenta, abundan más aún las contradicciones y con ellas los anuncios de apuro, como el plan de obra pública de $200 mil millones que no se sabe cómo será financiado o los $500 millones para las universidades que sólo patean el problema de acá a unos meses.

Para resumir un poco y no agobiar entre las incongruencias que median entre un cruento ajuste del Estado y la revolución de la alegría, desde aquél lado del mostrador se seguirán buscando responsables. Ya pasó en los noventa cuando al final de la convertibilidad se sostenía que esta era brillante pero que el problema estaba en cómo se aplicaba. Hoy esos mismos aplauden la política monetaria contractiva de Sturzenegger que dilapida la industria argentina mientras piden a Prat Gay que endurezca el ajuste y apure con el achique del Estado. Con esa visión de la economía las buenas noticias deberán esperar muchos semestres antes de aparecer y la recesión será profunda, sólo resta ver el nivel de resistencia que se le opone.

 

(*) Economista de la Fundación para la Integración Federal

 

[1] Ejemplos de la retracción del consumo y la inversión son por ejemplo la caída en más de 12%  en la cantidad de unidades vendidas de electrodomésticos denunciada por CAME o más del 22% en los insumos de la construcción que releva el índice construya (ambos datos corresponden a las variaciones interanuales para el mes de abril).

[2] Quien fuera Ministro de Economía, Axel Kicillof, ha explicado a la perfección como se infló con contabilidad creativa el déficit fiscal, la supuesta falta de crecimiento del PBI o de generación de empleo. Su última nota es ejemplo de esto: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-298834-2016-05-08.html.

 

 

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