El día lunes 20 Nicolás Maduro reconoció los contactos entre el “gobierno oficial” y la “oposición” a través de la mediación internacional y declaró que “La primera jornada con la mediación del Gobierno de Noruega ha sido muy positiva”. De esta forma, la esperanza para una solución madura, pacífica y que responda a las necesidades de la sociedad, está con la vista puesta en Noruega.
En el mismo acto, y con la frase de “vamos para buscar una solución pacífica, democrática y electoral”, propuso adelantar las elecciones parlamentarias que tendrían lugar durante 2020 para este año, pero aún sin fecha cierta. Las elecciones serían para los miembros de la Asamblea Nacional, única institución que es controlada por la oposición. En parte responde a la solicitud de la comunidad internacional de realizar elecciones libres y transparentes en el país, lo irónico que sean para el único espacio que controla la oposición, no así las presidenciales.
No es la primera vez que se propone, como parte de su estrategia de disminuir la legitimidad de la oposición. Pero el interrogante siempre es el mismo, cómo se mantendrán las garantías para un proceso electoral formal. Esto fue discutido por Juan Guaidó quien catalogó a Maduro como ‘cínico’ al “insinuar que está dispuesto a someterse a unas elecciones cuando se las robó en el 2018”.
¿Cuál es la situación actual en Venezuela?
En medio de una crisis político-social, por la disputa de poder entre Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, cargo obtenido en las últimas elecciones en 2018, pero no reconocidas por gran parte de la comunidad internacional, y Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, autoproclamado presidente interino del país y reconocido en este rol por cerca de 50 países. En medio de esta disputa se encuentra una población en situación de desesperación.
Algunas de las cifras realmente asustan sobre la situación venezolana, pero demuestran cómo es la vida cotidiana en el país caribeño. Cerca de 3 millones de personas abandonaron Venezuela desde 2015 año en que comenzó a complicarse la situación política y social según indica el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), casi un tercio está en Colombia en calidad de refugiados, seguido por Perú, Chile y Ecuador, a través de visas humanitarias o de trabajo y condición de asilo. Sólo por dar un ejemplo, según datos oficiales del gobierno argentino, el país recibió 180.000 venezolanos, y se espera que en los próximos meses lleguen 100.000 más, lo cual constituye la principal ola migratoria de los últimos tiempos.
El desempleo que alcanzo a poco menos de la mitad de la población, y el salario mínimo promedio es de 5 dólares al mes. En lo que va del 2019 se registraron más de 6000 manifestaciones según el Observatorio de Conflictividad Social de Venezuela, en los cuales, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) existen casos de detenciones arbitrarias e incluso de muertes en ejecuciones extrajudiciales, datos que muestran violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos.
Según el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, casi 7 millones de personas requieren asistencia humanitaria, es decir, un cuarto de la población nacional. Desde asistencia nutricional, asistencia médica para enfermedades prevenibles y acceso a agua potable.
En el ámbito económico-financiero, los números no mejoran. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el PBI de Venezuela cayó un 18% en 2018 y los números de este año llevan a una caída de casi el 25%, acompañado de una inflación proyectada de 10.000.000%. Además, la producción petrolera de la cual el país es dependiente, cayó a 732.000 barriles diarios en 2019 mientras que en 2017 representaba 1.911.000 barriles diarios según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
¿Qué está haciendo la Comunidad Internacional?
El pasado lunes se oficializaron los contactos entre el oficialismo y la oposición venezolana en Oslo como intento de mediación noruega entre ambas partes. Noruega es un país con amplia trayectoria en diplomacia, mediaciones y arbitrajes internacionales, como, por ejemplo, la firma de los acuerdos entre Palestina e Israel, o su participación en el proceso de paz colombiano. La importancia de que sea este país quien realice los contactos es porque sigue reconociendo a Maduro como jefe de Estado de Venezuela, además de formar parte en la OTAN y, por lo tanto, ser aliado de Estados Unidos, y paradójicamente, tener buenos vínculos con Cuba con quienes fueron co-mediadores en el proceso de paz colombiano, por lo que puede instar a este país a colaborar en esta situación.
Estos contactos se dan en un marco de fase preliminar, lo que significa que se tantean cuáles son los objetivos de las partes y cuáles son las líneas rojas. El problema central radica en la falta de flexibilidad de los involucrados.
Por el lado del gobierno oficialista se sostiene ser los representantes legítimos del pueblo, mientras que desde la oposición Guaidó sostiene que no va a negociar, que sólo se trata de un proceso de buenas intenciones por parte del gobierno de Noruega, pero que no caerán en la estrategia de manipulación de Maduro, e impone 3 exigencias: “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Mientras, en declaraciones públicas habla de enviados y no de mediadores. De esta forma, si no hay un mutuo reconocimiento entre las partes y cierta flexibilidad de posiciones la negociación no llegará a ningún punto.
Paralelamente, la Unión Europea (UE) en octubre del año pasado fundó el denominado Grupo de Contacto Internacional (GCI) en el que se encuentran Uruguay, México, Bolivia, Costa Rica, Portugal, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos, Suecia y Unión Europea, con el objetivo de llegar a una solución democrática, pacífica y mancomunada respetuosa de la Constitución venezolana. Se promovieron varias reuniones, una de ellas en Cuba, donde se realizó el primer contacto oficialismo-oposición y se determinó que el diálogo sería coordinado por Noruega. El 16 y 17 de mayo el GCI envió funcionarios a Caracas para estrechar vínculos y lograr una salida electoral negociada.
Los representantes en estas negociaciones son por parte del gobierno oficialista, el ministro de Comunicación Jorge Rodríguez y el gobernador del estado de Miranda, Héctor Rodríguez; mientras que por parte del gobierno opositor se encuentran el exdiputado Gerardo Blyde, el exministro Fernando Martínez Mottola y el vicepresidente de la Asamblea Nacional Stalin González.
Este procesos de negociar y mediar fue bien recibido por la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero recibieron críticas de la Organización de Estados Americanos (OEA). Su secretario general Luis Almagro declaró que la posición europea es equivocada porque “esto no es un conflicto, esto es una dictadura y se trata de cómo se sale de una dictadura, no de cómo se media en un conflicto”. Añadiendo, además, la necesidad de una salida latinoamericana, para los asuntos venezolanos.
Desde el lado latinoamericano, en estas semanas se evidenció un quiebre en la posición. Ante los hechos que demuestran una secuencia de victorias para Maduro, el Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú) cambió de posición, y optó por una estrategia mucho más realista y pragmática. Abandonó la obsesión de obligar a Maduro a abandonar la presidencia, posición alineada a la OEA y a Estados Unidos, y se inclinó por la salida negociada a la par de la UE, con el énfasis especial de llamar a Cuba a ser quien pueda acercar los vínculos entre ambas partes.
Cuba aparece como el país clave para acercar posiciones. Durante el chavismo fue el aliado estratégico, y logró avances sociales dentro de Venezuela, además de tener fuertes vínculos con el gobierno, y de tener trayectoria en mediación. Por lo que, si se quiere lograr una salida negociada, es necesario lograr vínculos con Maduro, y para eso es imperativa la participación cubana.
De esta forma, todo parece encaminado para comenzar a profundizar las negociaciones entre las partes, incluso el primer ministro canadiense Justin Trudeau conversó con Guaidó y le propuso optar por las negociaciones.
El gobierno de Estados Unidos en una posición distinta ofreció ayudar a la oposición venezolana a través del Comando Sur, la fuerza estadounidense que se encarga de las operaciones en toda América Latina y el Caribe. Lo cual puede representar la posibilidad de alguna acción militar.
Sin embargo, todo quedará entre las partes. Para avanzar en una salida electoral y negociada, será necesario el compromiso de Maduro de aceptar elecciones libres y sus resultados, mientras que Guaidó resalta que están evaluando las distintas vías de solución y no están enamorados de ninguna.
(*) Analista del Centro de Estudios Políticos Internacionales (CEPI)