La gira de Cristina Fernández por el país africano ha despertado críticas de parte de ciertos medios y periodistas que se autoproclaman como "progresistas". ¿Qué ocultan cuando critican lo que critican? ¿Qué obvian cuando lanzan sus dardos sobre los supuestos malos antecedentes en materia de Derechos Humanos del gobierno angoleño?
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La visita de nuestra Presidenta al continente africano y su estancia en Angola recientemente ha dado mucha tela que cortar, desde todas las miradas. Pero fundamentalmente ha puesto una vez más sobre el tapete la crítica acerca de un doble estándar en la defensa de los Derechos Humanos por parte de nuestro país.
Más aún, con una ignorancia casi devastadora y un quizá inconsciente menosprecio de nuestros pares africanos, Jorge Lanata ha cuestionado irónicamente "¿Así que el futuro está en África?". La respuesta a esta pregunta asentada en el desconocimiento es SI.
También han aparecido otros autores como Martín Caparrós hablando de la necesidad de salvar al continente de la violación sistemática de Derechos Humanos: en Salvar Angola apela a la consciencia de muchos para mostrarnos que nuestra Presidenta defiende la bandera de los Derechos Humanos por un lado, y se reúne con dictadores, por otro. Lo que nunca dirá sin embargo su artículo son todas las veces que países como España, nacionalidad del diario que publica su blog, han obviado salvar a Angola y es más, han usado las debilidades estructurales de innumerables países africanos a favor de sus beneficios económicos; de seguro su artículo tampoco nos contará de los acuerdos de cooperación financiera firmados entre Angola y España en el año 2007 de puño y letra con José Eduardo Dos Santos.
Peor aún, en artículos y publicaciones como estas jamás nos dirán frontalmente lo que piensan para luego no tener que hacerse cargo. Jamás dirán que cortemos relaciones económicas con Angola y con todos los países dictadores del mundo o que violan o son sospechados de violar Derechos Humanos porque de ser así deberíamos suspender vínculos económicos con China porque viola derechos dentro de sus fronteras, con los Estados Unidos por la situación de Guantánamo, con Brasil porque nunca se juzgaron las violaciones de Derechos Humanos durante su última dictadura, con Chile con pactar la democracia con los militares, y así podríamos inducir infinidad de posibilidades descabelladas de las cuales sus artículos jamás se harán cargo.
La Declaración Universal de Derechos Humanos se define a sí misma como un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades.
Como ella misma reza, es un IDEAL en el cual debemos inspirarnos, no un manual de procedimiento para armar un automóvil. ¿Implica defender dicha Declaración liquidar todos nuestros vínculos internacionales haciendo un juicio sobre el cariz de los regímenes que los gobiernan? No precisamente. Si algo aprendimos de Max Weber es que un tipo ideal está formado por la acentuación unidimensional de uno o más puntos de vista y por la cantidad de síntesis de fenómenos concretos difusos; es una construcción mental puramente conceptual que no puede ser encontrada empíricamente en la realidad. ¿Por qué nos sirve? Porque nos empuja y nos moviliza para ir hacia una meta en aspiración a la cual construyamos positivamente nuestra realidad cotidiana.
Jorge Lanata en su programa aseveró: "No se sabe muy bien a qué fuimos a Angola. No hubo anuncio sobre nada". Quizá simplemente él no lo sepa por falta de lectura; hablar de Angola en estas semanas se ha puesto de moda para usar como carne de cañón la visita de la Presidenta a dicho país. No obstante, Argentina ha mantenido relaciones con países africanos desde la década del cincuenta y luego de haber pasado por largos procesos de carente sintonía con ellos, al fin parecen comenzar a reaparecer las políticas destinadas a apoyar y acompañar las necesidades locales con nuestra política exterior. Este viaje ha sido largamente esperado no sólo por empresarios argentinos que ya se encuentran realizando negocios en Angola sino también por aquellos que necesitaban este guiño político para poder desembarcar definitivamente en territorio angoleño.
Por otro lado, en la sociedad africana, las relaciones personales y la vida social son un pilar básico de la cultura donde en el trato con personas de alto status o instituciones públicas es fundamental la figura de un intermediario y los primeros contactos se utilizan para establecer una relación de mutua confianza. En general, las sociedades africanas conciben la negociación como una interacción social y personal en que no se debe presionar y apresurar los tratos o acuerdos, hecho que puede ser percibido negativamente. Quizá esto pueda echar un poco de luz al cuestionamiento lanzado por Lanata en la noche del domingo, el cual no ha tenido más base de la falta de conocimiento fundado.
Argentina se declara por medio de su actual gobierno como un país pro paz que lleva la bandera de los Derechos Humanos. ¿Se violan Derechos Humanos en Argentina? No. ¿Debemos perseguir como ideal el respeto de estos derechos más allá de nuestras fronteras? Sí. ¿Están dadas las condiciones mundiales y nacionales para construir nuestra política exterior en base a la moralpolitik y en función de ello deshacer vínculos con todos los países cuya realidad cultural y política es diferente de la nuestra? No.
En su visita Cristina Fernández afirmó acertadamente que nuestras economías son complementarias, producto de las inmensas riquezas como petróleo, diamantes o gas que tiene Angola y que nuestro potencial es ser uno de los principales productores de alimentos del mundo. Dicho esto agregó que nuestro objetivo "no es vender pollos en Angola, sino enseñar a los angoleños a criarlos". Afirmación en profunda sintonía con lo que nos dijera el doctor Mbuyi Kabunda durante su visita el año pasado a la ciudad de Rosario: "ha llegado la hora de crear con América Latina un frente común para poder tener un peso en las negociaciones y foros internacionales y, por otra parte, para poder crear esta alternativa a la cooperación Norte-Sur, una cooperación que ha tenido como principal objetivo en el caso africano no la lucha contra la pobreza sino obtener intereses políticos, económicos, comerciales y geoestratégicos. Por tanto, la cooperación con Latinoamérica podría fundamentarse en el trueque, en una reciprocidad de beneficios, para acabar de una vez por todas con las asimetrías que suelen caracterizar las inequidades y las relaciones entre el Norte y el Sur" .
Tal vez luego de pasada la psicosis post visita a Angola, algunos analistas –quizá los mismos que hablaban de la oportunidad del mercado angoleño para Argentina hace años– se tomen el trabajo de investigar sobre las realidades africanas deshaciéndose en lo posible de afirmaciones apresuradas y mejor aún, reflexionando sobre las oportunidades que los vínculos en el marco de una cooperación Sur-Sur pueden ofrecernos mutuamente.
Sería interesante entonces, que quede de lado el lastimero llanto que algunos periodistas lanzan, diciendo que Angola tiene una de las poblaciones más pobres del mundo y por ello no obtendremos ningún beneficio de la relación, supeditando los vínculos de este tipo a conexiones basadas en el vaciamiento de los recursos de países del continente africano como siempre nos han enseñado las potencias occidentales a hacer y quizá nosotros no queramos emular.
(*) Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista Internacional para la Fundación para la Integración Federal
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