La última semana de mayo parece haber transcurrido con el devenir, si se quiere, cansino que la pandemia de la Covid y las consiguientes restricciones, imponen. No puede afirmarse que nada importante haya sucedido, sino que, ciertos hechos vienen a confirmar estrategias que oficialismo y oposición vienen desplegando desde hace tiempo. Aunque suponga una contradicción en sí misma, en algunos casos estos representan una forma de novedad. Pasen y vean.
A este momento del fin de semana (mañana del sábado 29), todo parece indicar que el gobierno no se correrá de lo planteado por Alberto Fernández en la última cadena nacional, cuando notificó que mediante un decreto de necesidad y urgencia impondría una profundización de las restricciones por un plazo de nueve días que suponían, en los hechos, la vuelta a fase 1 por tres días hábiles. Da la sensación, desde el micro mundo que puede representar nuestra mirada, que más allá del empeño de muchos medios en mostrar un no acatamiento de la medida, la sociedad argentina acompañó (a su modo) la decisión presidencial. Mayo de 2021 no es marzo de 2020. Huelga explicar las razones (cansancio social, necesidad económica, cierta rebelión de grupos sociales minúsculos), pero es evidente que la menor circulación fue notoria.
Pero lo que se confirma este fin de semana no estuvo exento de presiones y operaciones que comentaban que las restricciones se extenderían más allá del 30 de mayo. Como diría mi abuela, “para muestra basta un botón”, y el día martes algún operador periodístico que dice versar en el mundillo empresarial, salió por redes y medios a anunciar que el gobierno estudiaba una prórroga ->VER
El mensaje cumple una doble y perversa función: a la vez que sirve de presión al gobierno, profundiza el malestar en aquellos sectores más afectados por las restricciones. Al mejor estilo clarinezco. Nada nuevo bajo el sol.
Y si bien afirmamos que la población parece haber acompañado las medidas anunciadas el 20 de mayo, no es menos cierto que las mismas han convivido (conviven y convivirán) con una marcada tensión entre los comerciantes no esenciales y los sanitaristas y epidemiólogos que desean una duración más larga de las limitaciones a la movilidad. En Rosario, por ejemplo, los primeros se declararon en rebelión fiscal dejando de cumplir con todas sus obligaciones fiscales en los tres niveles estatales. A través de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario (AEHGAR) la entidad que los nuclea a dueños de bares y restaurant, declamaron que si no hay recaudación no hay tributo, más allá de la ayuda estatal que puedan recibir. Y si bien es entendible el enojo, también debe decirse que no es ilógica la respuesta desde un sector que sabe, y mucho, de precarización laboral y evasión.
En la cuestión de la presencialidad escolar también parecen plantearse varias confirmaciones. La más importante de todas es que, más allá de lo que afirme el ministro Nicolás Trotta al notificar que las clases presenciales deben quedar sujetas a la situación (o no) de alarma sanitaria, cada jurisdicción hace lo que cree pertinente. Allí están los casos de Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Córdoba que, amparados en el fallo cortesano de comienzos de mayo, han decidido la vuelta de la presencialidad en algunos niveles. Porteñismo y cordobesismo al palo. ¿Y por casa cómo andamos?, preguntará algún coterráneo santafesino. Todo parece indicar que la preocupación dura lo suficiente para que la ministra Adriana Cantero se haya apurado a firmar la resolución que extiende el plazo de vigencia de la virtualidad el día viernes, dos días antes del vencimiento del plazo.
Así las cosas, el gobierno nacional ha decidido seguir (y mostrar) una hoja de ruta que se planteó hace unos pocos días y al que muchos parecieron no prestarle mucha atención ya que el próximo fin de semana habrá un nuevo cierre modelo fase 1. El plan está a la vista: cierres cortos, focalizados por región y la apuesta al sostenimiento permanente del proceso de vacunación que en las últimas dos semanas (y de cara a lo que viene para junio y julio) parece haberse encaminado en la llegada de dosis que, ahora sí, se cuentan por millones. Y lo que ayer era la pregunta deslegitimante desde redes y la corporación mediática “¿dónde están las vacunas?”, hoy es preocupación por el cuello de botella que podrían generar el arribo masivo de distintas dosis (VER). Más cortoplacista no se consigue.
Otra muestra de las confirmaciones semanales, basado en el sistemático intento amarillo de apostar por la desestabilización gubernamental, fue la denuncia de la descontadora de sueldos de estatales y jubilados y ex ministra de seguridad Patricia Bullrich, quien salió a denunciar supuestos pedidos de retornos de parte de funcionarios públicos (Ginés Gónzalez García y Alberto Fernández incluidos) a la farmacéutica Pfizer para que la vacuna llegara al país. La empresa se habría negado (ya sabemos que, para cierta dirigencia política y corporación mediática, la corrupción en el gran país del norte no existe) y eso explicaría la imposibilidad haber llegado a un acuerdo. Rápida de reflejos, la firma emitió un comunicado donde negaba tales hechos y por su parte, tanto el primer mandatario como el ex ministro de salud, anunciaron el inicio de sendas demandas a la presidenta de la principal alianza opositora.
En el devenir semanal Bullrich quedó bastante aislada de apoyos políticos. Sólo Mauricio Macri quien, cada vez más se afirma en su necedad política, (ver entrevista que le dio al medio CNN) y el fanatismo de unos pocos dirigentes de tercera línea (entre ellos la politóloga Laura Alonso), salieron en socorro de la denunciante. Del amplio espectro dirigencial que compone Juntos por el Cambio, podemos decir que jugaron el rol de mago de galera y bastón: nada por aquí, nada por allá. Cuestiones de la interna partidaria.
Pero, además, la “Pato” no las tuvo todas consigo, lo cual explica su silencio del resto de la semana. Por un lado, se hizo publica una investigación periodística del portal El destape, que la vincula en una serie de reuniones con fiscales que entendían en un buen número de causas judiciales que referían a la supuesta corrupción del kirchnerismo. Si bien parece que la ex ministra no integraba la mesa judicial que tenía como principal referente al profugado Fabián Rodríguez Simón (“Pepín” para los amigos del Colegio Cardenal Newman), el trabajo periodístico la muestra como coordinadora de una red que incluía espías de la Agencia Federal de Inteligencia. No se ha producido declaración alguna de la ex funcionaria y los medios afines a su figura tampoco han tomado ninguna referencia del trabajo periodístico. Todo muy republicano, por cierto.
Y para completar una semanita donde las confirmaciones abundaron. La Justicia demostró una vez más que el modelo salomónico no es exclusivo de los jueces supremos. Ayer viernes, se conoció el fallo sobre el caso del policía Luis Chocobar que asesinó por la espalda a un delincuente que escapaba, luego de haberle robado a un turista extranjero. “Culpable” dictaminó la señora de los ojos (supuestamente) vendados. Pero la condena es de dos años y en suspenso, lo cual lo exime de ir a prisión más una inhabilitación de cinco años para ejercer cargos públicos. Usted dirá señor lector, señora lectora, si cree que se hizo Justicia.
“Pero si insisto, yo sé muy bien te conseguiré” canta el autor del epígrafe. La sola persistencia de actitudes de profunda miserabilidad permite suponer que, de alguna manera, como se cuenta en Cerca de la Revolución, “el pueblo pide sangre”, suponiendo, erróneamente, que son impermeables a ciertos hechos sociales. Olvidan cierto pasado que los tuvo como protagonistas de escraches y persecuciones. Nadie eligió este mundo y, fundamentalmente, este tiempo que nos toca vivir. Tal vez sea cuestión de empezar a querernos, entre todos, un poco más.
Analista político de Fundamentar