Si revisáramos el cúmulo de noticias de la semana que acaba de concluir, en una lectura rápida y sin detalles, notaríamos que el saldo de la cuenta debería dar a favor del oficialismo que conducen Alberto Fernández a nivel nacional y Omar Perotti a nivel provincial: se confirmó la tendencia a la baja de casos de Covid, se desarrolla una campaña de vacunación que avanza a muy buen ritmo a lo largo y ancho del país, se han alcanzado nuevos acuerdos para la adquisición de millones de vacunas y el Parlamento, otra vez, se distinguió con la sanción de proyectos que consagran nuevos derechos o que alivian bolsillos. Pero el clima político es otro. Evidentemente, pasaron cosas. La pregunta que queda flotando es a qué cosa le damos prioridad. Repasemos.
El primer “poroto” a favor del gobierno estuvo en la presencia de gerentes de laboratorios y farmacéuticas en el Congreso de la Nación. La jugada (riesgosa) que había diseñado Sergio Massa cumplió su objetivo: Pfizer reconoció que no había existido intento de retornos ni de pedidos de “representación” de parte de las autoridades (qué otra cosa podría decir), informó del cronograma tentativo que se había trabajado en las negociaciones (ni de casualidad se llegaba a los 14 millones de vacunas que alegremente afirmaron algunos dirigentes de Juntos por el Cambio) y confirmó que la principal diferencia había residido en la ley que habilita la adquisición de vacunas a partir de la pandemia.
Traducido en lenguaje clarito y conciso: el Estado Nacional no había llegado a un acuerdo con el laboratorio multinacional por cumplir con la ley. Marco legal que, no casualmente, había sido sancionado por unanimidad por ese mismo cuerpo legislativo. Si tomamos en cuenta la historia del radicalismo y el tristemente célebre derrocamiento de Arturo Illia, entenderíamos que el tuit de Mario Negri es una pieza más de su pusilanimidad política. Punto para el gobierno.
https://twitter.com/marioraulnegri/status/1402280215229968394
Pero el camino a la redención está lleno de espinas. En términos políticos, como si no bastara con el malestar social que ha provocado la pandemia y el constante repiqueteo desestabilizante de la corporación mediática y de la oposición que encarna Juntos por el Cambio, el presidente acuñó una frase por la que paga un costo político innecesario. Su definición de la evolución etnográfica y migratoria de argentinos, brasileños y mexicanos no sólo lo expone en el ámbito interno, sino que se proyecta al enojo y crítica de los ciudadanos de los países hermanos. Que el negador y fascista de Jair Bolsonaro tome el asunto desde la burla no debería sorprendernos, pero lo que sí debe preocuparnos es lo que viene para adelante en materia de relaciones internacionales.
Además de lo ofensivo que pueda resultar la afirmación, parte de un pre concepto también equivocado. Algunos estudios comenzaron a demostrar que, si bien es cierto el peso de fenómeno migratorio que se produjo en la Argentina durante el modelo agroexportador, debe relativizarse esa idea romántica de que los argentinos descendemos de los barcos.
Pero, en definitiva, el error de Fernández, no es más que eso: una frase equivocada. Y si bien es cierto que en política la palabra es determinante, más lo es su vinculación con la acción que deviene de algún modo justificadora y legitimante de aquello que se dice. Por ejemplo, a la hora de medir la gravedad de las afirmaciones y su relación con los hechos: ¿resulta más gravoso el error albertiano o aquella máxima macrista que decía que la elección del 8 de agosto de 2019, donde había sufrido una derrota electoral histórica, “no había sucedido"? Preguntamos esto porque a partir de aquella negación pudo entenderse la demora en enviar señales económicas que evitaran el corrimiento del dólar con la consiguiente devaluación y deterioro en el bolsillo de todos los argentinos. Primer pregunta y tarea para el hogar: ¿a qué le damos prioridad? ¿A las frases equivocadas que terminan siendo irrelevantes en el devenir de cada argentino o aquellas afirmaciones que, aunque sean dichas al pasar, terminan provocando hechos políticos, sociales y económicas que dañan durante años a la enorme mayoría de la población? “Lo dejo a tu criterio”, afirmaba una reconocida ¿modelo?
Subyace un persistente error en la comunicación presidencial que deviene en costos políticos que podrían evitarse. No por reiterado, nos cansaremos de afirmarlo: la voz presidencial debe ser valorizada. En este caso, revalorizada. Los grandes líderes no hablan en una mañana tres veces con medios para explicar una medida, con alocuciones eternas, donde el protagonista se expone una y otra vez a contestar preguntas reiteradas, con los posibles “furcios” que terminan quitando peso a la palabra.
La voz presidencial debe ser UNA, desarrollada en conferencias de prensa, y los diálogos con las distintas plataformas de comunicación deben producirse como algo esporádico. No dejan de ser un hallazgo interesante las recientes charlas con periodistas e influencers vía Youtube, referentes que llegan a otro público, lejos de la formalidad de los grandes medios. Pero como todo exceso, la sobreabundancia comunicacional genera más perjuicios que beneficios políticos.
Y además, vale preguntarse también si no es hora de modificar y especificar más detalladamente la comunicación oficial. Como muestra va otro botón en las imágenes de más abajo. Hablando de frases y política, Mauricio Macri había prometido 3000 jardines de infantes de los cuales se construyeron muy pocos. Uno de ellos, muy cerca de Rosario, en la ciudad de Pueblo Esther. En abril de 2019 esa era la foto de una obra anunciada y parada. La siguiente es de junio de 2021, pandemia incluida, con avances de obra significativos, donde el Estado nacional aporta los fondos y el provincial dirige la obra. ¿Por qué ninguna de las dos administraciones muestra esos avances, lo que permitiría reflejar que hay otra gestión, pequeña si se quiere, pero que se construye para el día después del Covid? Misterios de la naturaleza humana.
Por otro lado, digamos que más allá de los detalles comunicacionales, los oficialismos comienzan a encontrar un camino político de la mano de la llegada de las vacunas, pero, fundamentalmente, de la histórica campaña de vacunación que llevan adelante. Santa Fe no es la excepción, y el anuncio del día viernes de Omar Perotti, anunciando el acuerdo para la adquisición de 1.000.000 de vacunas al laboratorio CanSino, representa una excelente noticia.
No las tiene todas consigo el articulista dirá algún desprevenido si toma en cuenta el caso del mal llamado "vacunatorio vip" que se conoció esta semana en la provincia, con convocatoria para una interpelación incluida al ministro de Bobierno Roberto Sukerman en el Congreso santafesino.
Valen un par de aclaraciones. Cuatro casos de personajes políticos relativamente conocidos no pueden titularse como vacunatorio vip, lo cual supondría una estructura que, hasta ahora, nadie ha confirmado que existiese. La apertura del expediente investigativo de parte del organismo pertinente, en tiempo y forma, realizado con anterioridad a la denuncia que se conoció vía mediática, también lo demuestran. La renuncia del funcionario involucrado termina de cerrar el círculo a los fines de frenar la onda expansiva del daño político sobre el gobernador, única autoridad que debe ser cuidada del deterioro político.
Lo que opera con el llamado "vacunatorio vip" santafesino es la construcción del sentido. Esto es, deslegitimar a una clase política que siempre reditúa en tiempos de incertidumbre y angustia social. A quién conviene un escenario de enojo y frustración es lo que cada ciudadano debería poder contestar en esta coyuntura.
Pero no es muy distinto de la tarea que empiezan a reflejar los grandes medios en la Argentina, naturalmente opositores a todo aquello que tenga tufillo K, cuando dedican grandes columnas a mostrar los casos de las personas fallecidas con, incluso, las dosis completas de inoculación aplicadas.
Desde siempre se insistió de parte de sanitaristas, biólogos e epidemiólogos, que ninguna vacuna garantiza el 100% de inmunidad. Lo dicen las estadísticas históricas y las presentes. Pero lo que demuestra la miserabilidad de algunos textos mediáticos se sustancian en el énfasis puesto sobre los casos de Sputnik V, vacuna que ha sabido ganarse un lugar en la consideración mundial, pese a los prejuicios y los intereses de cierto juego geopolítico. La frutilla del postre la vino a poner el contagio de una famosa presentadora que llama a nuestro país "Argenzuela" y que con dos dosis de Pfizer terminó contagiada, en el hermano Uruguay, internada y pidiendo volver al país para continuar con su internación. Otra vez: a veces el virus enseña.
Si el mayor éxito que pueden mostrar desde algunos oficialismos es el proceso vacunatorio, “peguémosle a ciertas vacunas” parece haber sido la decisión editorial de algunos portales. Pero a veces, tapar la realidad, puede que no alcance.
La segunda aclaración del caso santafesino refiere a la definición de "crisis política" con la que calificaron parte de la oposición y parte del oficialismo (¿oficialistas votando en contra del gobierno que decían que había que votar? ¿Está seguro articulista?) para justificar la interpelación, ya no a la ministra de Salud, sino al de Gobierno; situación que de alguna manera demuestra por un lado que la indignaditis opositora se potencia en situación de fortaleza política y que el gobierno provincial no tiene todos los elementos a su favor.
Convengamos, a fuerza de ser sinceros, que este fenómeno de enojo opositor resulta bastante selectivo ya que algunos de sus aliados andan negándole a la Justicia la información de algunos hechos graves como el robo de vacunas. Tal vez sea como dice un reconocido comunicador porteño: “es notable la mejora de algunos dirigentes en su rol de opositores”.
https://twitter.com/elciudadanoweb/status/1403311141326049286
La política es, en su esencia, esa actividad que desde la construcción de un “nosotros” común, define prioridades a cada paso. Los recursos nunca son suficientes y mucho menos por estos arrabales del mundo. Desde esa finitud vamos desandando una crisis sanitaria que derivó en incontables frentes de conflicto. Con errores y aciertos incluidos. La gran pregunta es una que se repite, una y otra vez, desde la modernidad para acá: ¿Los derechos y las acciones de quiénes priorizamos y valoramos? Última pregunta del fin de semana (Pero prometo volver).
(*) Analista político de Fundamentar