Jueves, 14 Junio 2012 16:54

Desorientados en Río

Valora este artículo
(0 votos)

paneles_solaresEl próximo inicio de la Cumbre de la Tierra, Río+20, de la ONU buscará revitalizar el debate sobre el calentamiento global. Sin embargo, ¿es este tema de importancia central para los países más pobres y atrasados del mundo? Un análisis que invita a la reflexión desde una perspectiva poco habitual

 

El próximo inicio de la Cumbre de la Tierra, Río+20, de la ONU buscará revitalizar el debate sobre el calentamiento global. Sin embargo, ¿es este tema de importancia central para los países más pobres y atrasados del mundo? Un análisis que invita a la reflexión desde una perspectiva poco habitual

_________________________________________

paneles_solaresDecenas de miles de personas se congregarán en poco tiempo más en Río de Janeiro para la Cumbre de la Tierra de las Naciones Unidas. Los participantes –que van desde aburridos políticos hasta militantes entusiastas– deberán, supuestamente, revitalizar la preocupación mundial por el medio ambiente. Lamentablemente, lo más probable es que la cumbre sea una nueva oportunidad perdida.

Las Naciones Unidas están exhibiendo la atractiva promesa de una "economía verde", centrada en la lucha contra el calentamiento planetario. Pero lo cierto es que la cumbre está apuntando hacia objetivos erróneos al pasar por alto los principales motivos de preocupación ambiental de la inmensa mayoría del mundo.

El calentamiento global no es, en modo alguno, nuestra principal amenaza ambiental. Aun cuando diéramos por sentado –erróneamente– que este fenómeno es responsable por todas las muertes provocadas por inundaciones, sequías, olas de calor y tormentas, el total ascendería a tan sólo el 0,06 por ciento de todas las muertes en los países en desarrollo. En comparación, el 13 por ciento de todas las muertes en el Tercer Mundo es consecuencia de la contaminación del agua y del aire.

Así, pues, por cada persona que podría morir a consecuencia del calentamiento global, unas 210 mueren a consecuencia de problemas de salud resultantes de la falta de agua potable y de condiciones de higiene adecuadas, de respirar el humo producido por la quema de combustibles sucios (como excrementos animales secos) en el interior de las viviendas y de respirar aire contaminado fuera de ellas.

Al centrarse en medidas para prevenir el calentamiento global, los países avanzados podrían ayudar a prevenir la muerte de muchas personas. Esto parece algo positivo hasta que se toma conciencia que significa que 210 veces más cantidad de personas en los países pobres podrían morir innecesariamente, porque los recursos que podrían haberlas salvado se gastaron en molinos de viento, paneles solares, biocombustibles y otras fijaciones del mundo rico.

Pero, naturalmente, los problemas de la contaminación reales en los países pobres no están de moda y no movilizan a quienes hacen campaña y levantan la voz ni a los medios de comunicación ni a los gobiernos de la forma en que lo hace el calentamiento global.

En ningún caso quedan mejor ilustradas las prioridades desacertadas que en el colorido folleto oficial de la Cumbre de las Naciones Unidas "Río+20". En él la ONU ofrece una útil explicación de la cumbre para los legos, junto con ejemplos de su visionaria "economía verde" en acción. Vemos terroríficas imágenes de lechos de ríos secos (a consecuencia del calentamiento global), junto con numerosas y bellas soluciones como turbinas eólicas y paneles solares.

El problema es que la energía verde sigue siendo en la mayoría de los casos mucho más cara, menos eficaz y más intermitente que sus opciones alternativas. Aun así, la documentación para la cumbre afirma que impulsará el crecimiento económico y erradicará la pobreza. Pero, en serio, ¿por qué creen las personas bienintencionadas del Primer Mundo que el Tercer Mundo debe tener tecnologías energéticas que son mucho más caras, más débiles y menos fiables que las que ya tienen?

Con un dejo de ironía, el folleto lleva por título "El Futuro que Queremos". Pero en un mundo en el que mil millones de personas se van a la cama con hambre y en el que seis millones mueren cada año a consecuencia de la contaminación del aire y del agua, la mayor parte del mundo en desarrollo probablemente tendrá un conjunto muy diferente de prioridades para su futuro.

En el folleto se afirma alegremente que la adopción de China de "una estrategia de crecimiento con menor recurso al carbono y basada en el desarrollo de las fuentes de energía renovables [ha] creado puestos de trabajo, ingresos y renta". En realidad, a lo largo de los pasados 25 años China ha cuadruplicado sus emisiones de CO2. Si bien es cierto que China produce la mitad, aproximadamente, de los paneles solares del mundo, el 98 por ciento de ellos son exportados para recibir subvenciones generosas de los mercados del mundo rico. Sólo el 0,005 por ciento de la energía de China procede de paneles solares. La expansión económica de China durante varios decenios ha sacado a 600 millones de personas de la pobreza, pero la enorme contaminación resultante no encaja en el relato verde de Río+20.

Asimismo, el folleto explica que algunos agricultores de Uganda han adoptado la agricultura orgánica. Lamentablemente, África es casi totalmente orgánica ahora, lo que provoca cosechas escasas, hambre y desforestación. África necesita impulsar sus cosechas y eso significa permitir a los agricultores la utilización de cultivos modernos, fertilizantes y plaguicidas. Producir menos con mayor esfuerzo podría resultar atractivo para habitantes del Primer Mundo, pero está, literalmente, matando de hambre a los pobres.

Si seguimos leyendo el folleto, vemos que afirma con entusiasmo que Francia ha creado 90.000 puestos de trabajo en la economía verde. Pero la cruda realidad sigue oculta: el costo medio de cada uno de los puestos de trabajo verdes asciende a más de 200.000 dólares al año, lujo que los contribuyentes franceses no pueden permitirse. Y los modelos económicos muestran que Francia ha perdido tantos o más puestos de trabajo a consecuencia de los costos extra derivados de los subsidios.

Añadiendo un insulto a la ofensa, una hermosa fotografía muestra a una serie de coches eléctricos que están llegando a la meta de la "Carrera de Emisiones Cero" en Ginebra. Pero en ella se omite que la mayor parte de la electricidad procede de la quema de combustibles fósiles, por lo que los coches son cualquier cosa menos "emisión cero". Y lo que es más importante, la mayoría de los habitantes de nuestro planeta siguen soñando con poseer alguna forma de transporte mecanizado, que probablemente no sea un vehículo eléctrico con un precio de 50.000 dólares o más.

En un mundo plagado de graves problemas causados por la contaminación del aire y del agua, esa despreocupada forma de enfocarse en asuntos que están de moda y en soluciones carentes de realismo resulta profundamente preocupante. Una minoría mundial desconectada del resto de la Humanidad va a volar hasta Río para decirles a los pobres del mundo que tengan paneles solares.

En lugar de satisfacer las obsesiones de los países adelantados, Río+20 podría hacer algo más por la Humanidad –y el planeta– enfocándose en los principales problemas ambientales y sus sencillas soluciones.

 

(*) Profesor Adjunto en la Copenhagen Business School donde fundó y dirige el Copenhagen Consensus Center, el cual estudia los problemas ambientales y sus posibles soluciones mediante el uso de los mejores métodos analíticos disponibles. Es autor del libro "The Skeptical Environmentalist" (El Ambientalista Escéptico).

 

FUENTE: The Project Syndicate 

Inicia sesión para enviar comentarios