Corría el año 2002 y la televisión argentina se asomaba a una de sus tantas crisis. Privilegiando la viabilidad del negocio antes que al hecho artístico, la pantalla se llenaba de “enlatados” que abarataban costos dejando el tendal de actores, actrices, trabajadores y trabajadoras del sector que había sabido convertirse en referencia en América Latina. En ese contexto, y en el marco de una entrega de premios, la reconocida actriz María del Carmen Valenzuela se animó a denunciar la situación y cerró sus dichos con una frase de la mejor estirpe maradoniana: “aguante la ficción, carajo!!!!”. En la Argentina mileista, política y economía se estructuran sobre un relato ficcional que se retroalimenta por un verano donde, como entonaba el ahora libertario Andrés Calamaro, nadie quiere enterarse de nada hoy ya que así es el calor.
Dólar barato y supuesta estabilidad macro no son una novedad en la Argentina de los últimos 50 años. La plata dulce de los 80’ y la convertibilidad menemista actúan como referencia insoslayable a la hora de las comparaciones. Mientras en la primera la dictadura había servido como disciplinadora social, la relación del uno a uno en los tiempos del presidente riojano, había seducido a no pocos sectores sociales que venían de sufrir el drama de la hiperinflación. Que en el camino se dejara un reguero de productores agropecuarios y empresas industriales fundidas, un crecimiento exponencial del desempleo y una precarización e informalidad laboral nunca producidas en el pasado, eran las consecuencias sobre las que buena parte de la sociedad prefirió hacerse la distraída, como los infantes que se esconden detrás de una servilleta porque si no lo veo, no existe.
El dólar barato, como toda acción de la macroeconomía, trae ganadores y perdedores. En esto, libertarios y defensores de la convertibilidad se parecen y mucho. En el contexto de una inflación con tendencia a la baja, el mileismo empieza a utilizar el remanido discurso de los ingresos en dólares como argumento de la mejora, sin tener en cuenta el precio de la vida cotidiana en el país.
Privatizamos Impsa.
— totocaputo (@LuisCaputoAR) January 8, 2025
Gran trabajo en equipo de Juan Pazo, @PALavigne83 y el Gobernador @alfredocornejo
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Disfrutan los sectores medios que se animan a vacacionar en el exterior, los empresarios que tienen la suficiente espalda para pasar de fabricantes a importadores, aupados por un oficialismo que alienta la eliminación de los derechos de los trabajadores y por un sistema de medios que tiene el sueño húmedo de borrar del espectro político a todo aquello que tenga un tufillo peronista / kirchnerista.
Padecen la casta que representan los jubilados (mientras el gobierno hace rodar la versión de que mejorará los haberes de aquellos que no se jubilaron por la moratoria); los trabajadores del Estado en todos sus niveles que, paradojas del destino, en el examen que diseñó el ministerio de Modernización y que pretendía ser eliminatorio, fue aprobado por el 93% de los agentes; los sectores vinculados a la actividad primaria (otra paradoja) y el mundillo manufacturero que se debate entre cuestionar la medida o reclamar la baja de impuestos para competir en mejores condiciones.
Hay evidentes puntos de encuentro con la Convertibilidad de los 90’, pero también diferencias que le dan a este tiempo cierta especificidad. Si hace 30 años una persona era expulsada del mercado de trabajo y compraba un vehículo para hacer de remis trucho, hoy las aplicaciones como Uber le dan otra impronta a ese trabajador. Si alguien ponía un negocio en su casa (para fundirse en poco tiempo), hoy el perfil de “emprendedor” le da sustento a una forma de entender la vida.
Tecnología y redes dan el basamento para el desarrollo de estos tiempos. Tres décadas atrás el trabajador y la trabajadora expulsados del mercado formal de trabajo añoraban una vuelta al mismo con su garantía de ingresos estables, obra social y jubilación futura. Hoy, ese deseo no parece masivo. El emprendedurismo y todo su halo en un país genéticamente inestable como la Argentina, encuentra eco en no pocos sectores de una sociedad que no conoció los beneficios del ya viejo y vapuleado Estado de Bienestar o, simplemente, descree del mismo.
Los últimos datos de empleo muestran que la expulsión no ha sido masiva, sino que, en línea con lo que sucede desde la pandemia para acá, el monotributrismo se consolida y en el mientras tanto, Instagram y Whatsapp mediante, no son pocos los que se la “rebuscan” con ventas de ocasión.
Con todo lo dicho, vale hacerse la “pequeña” pregunta de a quién representa y representará el peronismo en este tiempo y en los que vienen. Como movimiento formateado al calor del “welfare estate” en sus distintas versiones, nacido y desarrollado como expresión de los sectores que no tenían representación y con la impronta de tiempos sociales donde esa aspiración no resulta tan potente, las dudas no se quedan allí y se extienden a intentar descular a qué grupos sociales deberá interpelar, con qué métodos, con qué estructura de participación y qué modelo de dirigentes. Preguntas para la almohada y como tarea de vacaciones.
En ese espíritu de época y con evidente eficiencia en el alcance de ciertos logros (entiéndase eficiencia en cuanto a los objetivos perseguidos por el libertarismo, no como valorización de lo logrado), el gobierno se siente lo suficientemente fuerte como para mantener cuatro frentes abiertos:
1. Disputa con el PRO. Jugando al policía bueno y al policía malo y mientras discuten la misma clientela política, el mileismo ha ido debilitando a tal extremo al PRO en general y a Mauricio Macri en particular, que la semana que se va mostró a este último en una especie de sujeción (propuesta política vía redes) que debe haber generado no poco regocijo en el tándem Milei (Karina) – Caputo (Santiago). La crisis amarilla ha quedado más expuesta que nunca y no deja de tener su propio capítulo santafesino en la disputa vía medios entre la vicegobernadora Gisela Scaglia que pretende fungir como jefa comarcal del PRO y el diputado José Nuñez que se imagina integrando la lista de candidatos libertarios en octubre de 2025.
2. Interna propia. Con la diputada Lilia Lemoine como portadora del estandarte que cada tanto agita el propio Javier Milei, el desgaste hacia la vicepresidenta Victoria Villarruel cada vez se parece más a una telenovela de bajo presupuesto, al punto de discutir la situación financiera de la defensora de represores y asesinos de la dictadura. Los números de las encuestas muestran que el presidente no ha perdido capital político y ante la circunstancia de contar entre sus filas a alguien con un proyecto propio el desgaste se hace constante.
Toda mi solidaridad. Termino de pintar mi casa y le voy a dar una mano! https://t.co/R5EYTGWCy3 pic.twitter.com/p3c0hALyPB
— Lilia Lemoine ? (@lilialemoine) January 7, 2025
3. Ordenar al sindicalismo. El acuerdo paritario en el sector camionero, donde el gobierno homologó menos de lo que la patronal estaba dispuesta a abonar, busca actuar como una referencia de lo que viene en este año para el conjunto del sistema, administraciones provinciales y municipales incluidas. Las declaraciones de Hector Daer afirmando que para este 2025 la CGT prioriza la unidad del movimiento obrero, el cual debería “elaborar una estrategia que les permita a las organizaciones sindicales sostener los reclamos y conseguir mejoras en el contexto de crisis que provocó el modelo presidencial”, se enmarcan en la idea de desensillar hasta que aclare. Habrá que ver aquí si las bases también están convencidas de lo mismo.
4. Convocatoria al Congreso. Sin que nadie tenga las certezas suficientes (libertarios incluidos) el Gobierno convocó a sesiones extraordinarias para aprobar la eliminación de las PASO, los juicios en ausencia, Ficha Limpia y los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para la Corte Suprema de Justicia. La que viene será una semana de multiplicidad de encuentros, donde reaparecerán legisladores que estaban de vacaciones, donde se pondrá especial atención en alguna novedad que pueda traer la relación LLA – PRO y con terminales en todos los sentidos ya que el oficialismo mientras agita un nuevo proyecto de Ficha Limpia (que nadie conoce del todo), propone la designación de los candidatos a cortesanos Lijo y Mansilla necesitando de los votos del peronismo. En esa mescolanza temática y con sistema político lo suficientemente atomizado, el oficialismo se imagina domando al conjunto de los actores que no le responden o que resultan sus enemigos. Ver para creer.
Los relatos ficcionales no aguantan para siempre. No son pocas las voces cercanas al oficialismo que le tratan de hacer ver los límites de lo que algunos llaman “veranito” financiero. En el mientras tanto, y como canta el Fito del epígrafe, buena parte de la sociedad se dispone a rememorar ciertos gustos y placeres. Dos días en la vida nunca vienen nada mal. Para las preocupaciones del mediano plazo ya habrá tiempo.
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez