En primer término, y desde un plano general, Mattos señala la existencia de tres características del capitalismo: la presencia de empresas transnacionales, los organismos internacionales y el mercado financiero, todas ellas atravesadas por una estrategia dual y complementaria: la desregulación estatal y la expansión militar. Añade luego que estos tres planos fueron abordados desde la geopolítica para mostrar el poder financiero y económico con que cuentan tanto los mercados como las empresas transnacionales (CitiGroup, JP Morgan, Goldman Sachs) y los organismos de crédito (FMI, Banco Mundial). Mattos incluso retrocede aún más en el tiempo, señalando que estos temas fueron desarrollados desde la economía política, con Adam Smith y David Ricardo, exponentes de la escuela clásica. Mattos asevera que estas tendencias se expresaron en los ´80 con el neoliberalismo, a partir de dos elementos fundamentales del mismo: el individualismo y el libre comercio. El auge del neoliberalismo llevó a la constitución del mercado financiero desregulado, la privatización de las bolsas mundiales y la titularización de la deuda externa.
Del 7% restante que ha quedado fuera del canje de deuda, Mattos remarca que solo un 1% está en litigio con nuestro país, utilizando sus mecanismos de influencia para intentar doblegar la soberanía de una nación que decide como articular sus políticas en materia internacional.
En un plano regional, el economista da cuenta de la profundización del neoliberalismo en América Latina durante la década del ´90, con la privatización de empresas públicas, la extranjerización de la economía y la desregulación del comercio exterior y de la cuenta capital, esquema sostenido por el refinanciamiento y endeudamiento que posibilitó la concreción del llamado “realismo periférico” (concepto acuñado por el politólogo Carlos Escudé) que significó, en los hechos, la subordinación al imperialismo de turno.
Finaliza su análisis señalando que este proceso se revierte a partir de 2003 mediante la constitución de un proyecto de Nación con bajos niveles de endeudamiento, ajuste al mercado financiero con la quita de la deuda del 60% a los acreedores que logró un histórico nivel de aceptación entre éstos: 93%. Del 7% restante que ha quedado fuera del canje de deuda, Mattos remarca que solo un 1% está en litigio con nuestro país, utilizando sus mecanismos de influencia para intentar doblegar la soberanía de una nación que decide como articular sus políticas en materia internacional.
Seguidamente, el Lic. Burdman comenzó abordando la problemática desde el campo de la geopolítica, definiendo a las relaciones internacionales como un campo que es abarcado por ésta, y en donde los estados conjugan sus propias visiones del mundo con su accionar concreto, realizando política territorial. Estas imágenes y visiones, dice Burdman, también forman parte de la geopolítica.
En lo que a la Argentina se refiere, Burdman comienza citando la conceptualización de John Agnew, quien describe los cuatro modelos de soberanía: tradicional, imperial, integracionista y globalista. Teniendo en cuenta esto, Burdman indica que nuestro país ha adoptado una mixtura entre el modelo tradicional -mediante el aumento del control sobre sus propias instituciones y políticas públicas y las salvaguardas hacia su economía, ante la previsión de turbulencias económicas externas-, buscando al mismo tiempo aprovechar las ventajas de un esquema integracionista.
En un nivel más particularizado, Burdman establece una geopolítica del kirchnerismo que divide luego en tres etapas: la primera, que abarca el período 2003-2005, donde no se establecen grandes variaciones en relación al período anterior, y en la cual el énfasis estaba centrado en la resolución de la crisis interna, introduciendo la noción de corresponsabilidad (esto es, el mundo también era responsable de la crisis socioeconómica local). La segunda etapa, comprendida entre el 2005-2008, se caracteriza por una etapa de mayor autonomía, cuyos hitos más relevantes son el rechazo al ALCA en la Cumbre de Mar del Plata, la creación de UNASUR, la regionalización de la cuestión Malvinas y el Plan Estratégico Territorial.
Burdman destaca que la Argentina defendió su soberanía al mismo tiempo que buscó apoyos en las instituciones y foros internacionales como el G-20 o la ONU, y que si bien el gobierno nacional obtuvo victorias políticas, éstas no modificaron el panorama del conflicto
Por último, la tercer etapa (2008 hasta el presente) se caracteriza por el protagonismo y la percepción de Argentina como parte de un nuevo orden mundial emergente en un mundo sumido en las consecuencias de la crisis económica de los países centrales .Esta nueva percepción se traduce el papel de nuestro país en UNASUR, las alianzas con los países del BRICS, la nacionalización de YPF, un mayor activismo por el tema Malvinas, apostando a ocupar un lugar en lo que Burdman define como “nueva ordenanza global”.
Es en esta etapa en la cual se da la aparición de los fondos buitre. Aquí Burdman destaca que la Argentina defendió su soberanía al mismo tiempo que buscó apoyos en las instituciones y foros internacionales como el G-20 o la ONU, y que si bien el gobierno nacional obtuvo victorias políticas, éstas no modificaron el panorama del conflicto, en gran parte por las características intrínsecas de estos fondos especulativos: actores privados sin nacionalidad, con gran capacidad de lobby. Burdman finaliza su exposición remarcando que el caso de los fondos buitres da cuenta de los límites a los que se enfrenta la “nueva gobernanza global”.
El cierre estuvo a cargo del investigador del CEPI, Emilio Ordoñez, quien marcó, en primer lugar, la ausencia de un relato que explique el actual sistema internacional en términos comprensibles, en el sentido de lo ocurrido en la Guerra Fría con la dicotomía capitalismo-comunismo, o la lógica del estado comercialista o el choque de civilizaciones en los ´90 o durante el primer lustro del siglo XXI.Esta ausencia de relato está reemplazada por un enfoque geoeconómico en el cual los recursos naturales y su uso político o influencia están a la orden del día, como ocurre en el conflicto ruso-ucraniano, pero también por su incidencia en los comienzos de la Primavera Arabe. Estos enfoques geoeconómicos y el desplazamiento del eje de poder hacia el Pacífico marcan la división del mundo en líneas de falla que ofrecen una reconceptualización geográfica de los conflictos internacionales a mediano plazo. En este sentido, Ordoñez concluye que los fondos buitre, junto a otros fenómenos como las “ciudades privadas” en Centroamérica, forman parte de una disputa que recién empieza: aquella que enfrenta a los Estados contra los actores transnacionales, muchas veces aliados a las potencias centrales que les dan cobijo y protección política.