Jueves, 24 Octubre 2013 08:20

Mientras los Bloques de Poder de Medio Oriente se Rompen, También lo Hacen las Esperanzas de Estabilidad

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Partidarios del presidente destituido Mohamed Morsi gritando a soldados egipcios en El Cairo Partidarios del presidente destituido Mohamed Morsi gritando a soldados egipcios en El Cairo Khaled Elfiqi/EPA

La caída de Hosni Mubarak convulsionó el viejo orden de Medio Oriente. Pero hasta que la cooperación no reemplace al conflicto, predominarán la agitación y el caos

Las alianzas tradicionales están cambiando radicalmente en el Medio Oriente. Como un líder político de la región me dijo recientemente: “El suelo se mueve bajo nuestros pies y debemos mantener todas las opciones abiertas”. Tres eventos importantes en los pasados tres meses han desestabilizado al orden antiguo: el golpe militar en contra del gobierno de Mohamed Morsi en Egipto; el acuerdo Rusia-Estados Unidos para destruir las armas químicas de Siria y la llamada telefónica entre Obama y el nuevo presidente de Irán, Hassan Rouhani.

Pero primero, ¿cómo se veía el orden antiguo? Antes que el régimen de Hosni Mubarak fuese derrocado en Egipto, el Medio Oriente se dividía entre dos ejes principales. El llamado eje de la moderación – formado por Egipto, Arabia Saudita, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait ­– estaba alineado con Occidente, apoyaba a la Autoridad Nacional Palestina y fomentaba un acuerdo político con Israel.

El eje de la resistencia – formado por Irán, Siria y los movimientos políticos Hamás y Hezbolá – tenía una relación tensa con Occidente y consideraba la idea de un acuerdo político con Israel como una rendición. Qatar y Turquía se ubicaban próximos a este eje, pero mantenían buenas relaciones con el eje de la moderación.

De esta manera, el eje de la resistencia se transformó en un eje de poder iraní-chiíta que se extendió desde Teherán hasta el gobierno de Nouri al-Maliki en Irak y Hezbolá en Líbano, un eje resistente unido por el apoyo al régimen de Assad.La caída del régimen de Mubarak en enero del 2011 eliminó a Egipto del eje de la moderación y desencadenó la agitación regional actual. El levantamiento sirio en contra del régimen de Bashar al-Assad expulsó a la cúpula directiva de Hamás de Siria, y del eje de la resistencia. Turquía y Qatar también se alejaron luego de que ambos países expresaran su apoyo público a los rebeldes sirios.

Después de la elección de Morsi, Turquía y Qatar prestaron a Egipto apoyo financiero y político, formando una nueva alianza estratégica. Por ende, el golpe que derrocó a Morsi en julio fue un terremoto estratégico. Pero este hecho fue bienvenido por lo que quedaba del eje de la moderación: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Jordania. El rey saudí felicitó al presidente interino de Egipto y, junto a Kuwait y Emiratos Árabes Unidos, le ofrecieron un paquete de ayuda que excedía los $12 mil millones. El rey Abdullah II de Jordania fue el primer líder árabe en visitar El Cairo después del golpe. Sin embargo, Qatar y Turquía condenaron el golpe. Irán, aunque no se mostró apenada por ver a Morsi caer dado su apoyo a la revolución siria, estaba preocupada por ver a Egipto alineado fuertemente una vez más con los enemigos de Irán.

Los efectos del golpe continúan afectando a la región. Los países que lo apoyaron esperaban que los militares impusieran el orden en cuestión de semanas. Pero calcularon mal: luego de tres meses, el escenario egipcio no se ha calmado. Todavía se llevan a cabo marchas y protestas constantemente, al igual que toques de queda impuestos. Se han tomado medidas militares y de seguridad en contra del Sinaí y de otras ciudades y pueblos que se oponen al golpe, lo que lleva al país a un estado de parálisis económica.

A nivel regional, también hubo otros errores: el nuevo eje de la moderación intentó derribar movimientos islamistas en Túnez y Libia, mientras que el ejército egipcio destruyó los túneles que unían Gaza y el Sinaí y lanzó una campaña extensa contra Hamás con la esperanza de poner fin al control que éste ejerce en la Franja de Gaza. Al mismo tiempo, este eje tensó su relación con Turquía, uno de los países en la región más importantes en términos estratégicos.

(...) se espera que  las transformaciones en la región  no solo afecten la posición de los países sino también la de los movimientos islamistas. En particular, será interesante de ver como Hamás revalúa las relaciones regionales y si la determinación de los objetivos del movimiento en Gaza lo conducirá a la restauración de relaciones cercanas con Irán.

Sin embargo, el error más grande que cometió el nuevo eje fue la evaluación de la posición de Rusia y Estados Unidos en Siria. Este eje esperaba que el régimen de Basher al-Assad fuera eliminado y reemplazado rápidamente por un régimen alineado con el eje de la moderación y, al mismo tiempo, que excluya a los yihadistas de la escena. La diplomacia de Arabia y de los Emiratos Árabes Unidos apoyaron un ataque militar de Estados Unidos en contra de Assad. Mantuvieron conversaciones con Rusia para dar garantías e incentivos de forma de asegurarse de que los rusos se abstengan de rechazar cualquier ataque. No obstante, el acuerdo ruso-estadounidense para desarmar el arsenal químico sirio fue una sorpresa. A esto le siguió el constante acercamiento entre Irán,  los Estados Unidos y Gran Bretaña, lo que complicó aún más la situación y desbarató los objetivos del eje de la moderación.

Mientras tanto, Turquía también está interesada en ponerle fin al derramamiento de sangre en Siria e Irak por el impacto perjudicial que los conflictos están teniendo en la estabilidad y en el desarrollo económico de este país. Además, la relación de Turquía con el eje de la moderación se ha deteriorado desde el golpe en Egipto y este país necesita hacer movidas diplomáticas para revivir su influencia regional.La reestructuración de alianzas regionales está en curso. Los dos países que obtendrían un mayor beneficio de estar políticamente más cerca serían Turquía e Irán. Este último, agobiado por un bloqueo económico y al borde de iniciar negociaciones con Occidente, tiene interés en que se resuelva las crisis iraquí y siria de una manera que garantice la preservación de su poder y que al mismo tiempo traiga estabilidad a la región.

Sin embargo, se espera que  las transformaciones en la región  no solo afecten la posición de los países sino también la de los movimientos islamistas. En particular, será interesante de ver como Hamás revalúa las relaciones regionales y si la determinación de los objetivos del movimiento en Gaza lo conducirá a la restauración de relaciones cercanas con Irán.

La región entera ha sufrido durante años por el conflicto entre los dos ejes, lo que ha llevado a guerras civiles y conflictos sectarios. Ahora está claro que la lucha en Siria ha llegado a un punto crítico para ambos lados y no habrá una solución a menos que iraníes, turcos y árabes puedan trabajar juntos. En cuanto a Iraq, las elecciones legislativas se desarrollaran en algunos meses. La polarización sectaria en el país se está cobrando cientos de vidas todos los meses. Sin una reconciliación entre sunnitas, chiitas y kurdos, Iraq se dirige hacía más violencia.

La existencia de ejes en conflicto no pueden lograr la estabilidad en la región; solo los esfuerzos cooperativos de todas las partes y de los países involucrados pueden esperar lograrla. Hoy todo esto parece una esperanza lejana, y puede que la región tenga que atravesar más agitación y caos antes de que este hecho sea aceptado.

 

(*) Presidente del Al Sharq Forum y ex Director General de la cadena televisiva al-Jazzera

 

Traducción: Gabriela Herrero

Fuente: The Guardian

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